Roma

Renzi, de la esperanza a la decepción en 34 meses

Renzi, de la esperanza a la decepción en 34 meses
Renzi, de la esperanza a la decepción en 34 meseslarazon

¿Cómo puede ser que el primer ministro italiano haya crispado a sus compatriotas con un asunto constitucional en tan sólo 34 meses? Renzi arrasó en las primarias del Partido Democrático de hace exactamente tres años, con casi un 70% de los consensos. Tenía un estilo fresco que, según muchos votantes y analistas expertos, podía hacer frente a Beppe Grillo, un cómico de toda la vida que apelaba a la antipolítica para «limpiar» las instituciones italianas. Renzi era el símbolo de ese pragmatismo de izquierdas que Italia probablemente nunca había visto en su habitual gerontocracia.

En 2013, Pier Luigi Bersani del PD gana las elecciones, pero no puede formar Gobierno y el entonces presidente Napolitano designa a Enrico Letta como primer ministro. Un político sosegado que, menos de un año más tarde, verá cómo un joven treintañero florentino le arrebata la poltrona. Ahí fue la primera vez que los italianos se dieron cuenta que, si lo deseaba, Renzi podía jugar todo lo sucio que quería, si era «por el bien de Italia». Como decía su compatriota, Maquiavelo: «El fin justifica los medios». Más de un año y medio después, la situación es realmente grotesca. Renzi, quien para muchos todavía podría encarnar la esperanza de seguir «desguazando» la política, ahora se encuentra entre la espada y la pared, en cierto modo, por chulería: nadie le había pedido, seriamente, que se marchara si perdía el referéndum de hoy.

Pero ya es demasiado tarde, y si a esto se le suma que el país no consigue dejar la crisis económica atrás, muchos votarán «no» para castigar políticamente el nuevo chivo expiatorio de los eternos problemas estructurales del país transalpino. La falta de paciencia –legítima– de muchos italianos y la crispación promovida por el primer ministro ha demostrado, en tiempo récord, que hoy no es necesario esperar a unas elecciones generales, para cargarse a un político. Gane o pierda, Renzi podría haber evitado esta decepción.