Siria

Rusia reconoce «una nueva Guerra Fría» con EE UU

Medvedev critica el refuerzo de la OTAN en el Este y reitera el peligro de una guerra mundial si Arabia Saudí envía tropas a Siria. EE UU y Francia exigen a Moscú que cese los bombardeos sobre la población civil de Alepo y sobre las zonas rebeldes

El secretario de Estado de EE UU, John Kerry, escucha al ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en la conferencia de Munich
El secretario de Estado de EE UU, John Kerry, escucha al ministro de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, en la conferencia de Munichlarazon

Medvedev critica el refuerzo de la OTAN en el Este y reitera el peligro de una guerra mundial si Arabia Saudí envía tropas a Siria. EE UU y Francia exigen a Moscú que cese los bombardeos sobre la población civil de Alepo y sobre las zonas rebeldes

La brecha en las relaciones entre Rusia y Occidente ha ido aumentando en los últimos meses, como se ha puesto de manifiesto en la Conferencia de Seguridad que reúne una vez al año a los principales actores políticos del mundo en esta materia en Múnich (Alemania). Esta tensión entre ambos bloques fue reconocida por el primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, que llegó a sugerir que se estaba atravesando un nuevo período de Guerra Fría. «La OTAN –la alianza que se creó originalmente para defender a Europa occidental contra una invasión soviética– mantiene una política cerrada y hostil frente a Rusia, según nuestro parecer», apostilló el político ruso en un tono duro. Horas antes, Medvedev ya había alertado sobre un riesgo de una «guerra mundial» en caso de intervención terrestre extranjera en Siria, en alusión a la oferta de envío de tropas por parte de Arabia Saudí.

La lectura del panorama mundial actual de Medvedev resulta inquietante, aunque no fue el único que deja predicciones pesimistas. A su lado en la tribuna y en medio de un tenso debate, el primer ministro galo, Manuel Valls, lanzaba acusaciones a Rusia por sus bombardeos contra la población civil siria, algo que Medvedev no tardó en calificar de incierto. «No hay pruebas de que eso sea así», replicó. Por su parte, el jefe del Gobierno del país que sufrió feroces ataques terroristas el pasado 13 de noviembre tampoco se mostró muy optimista y auguró nuevos atentados a gran escala en territorio europeo. «Estamos en guerra. Hemos entrado en una época que se caracteriza por una presencia constante de hiperterrorismo», anunció refiriéndose a la amenaza yihadista.

La cumbre acogida en la capital bávara había comenzado con aires de esperanza, al firmarse en la noche del jueves al viernes un alto al fuego en Siria entre Rusia, Estados Unidos y otros países clave en el conflicto, como Irán, Turquía o Arabia Saudí. El acuerdo se consolidó frágilmente y entre nubarrones de desconfianza mutua, aunque organizaciones como la OTAN aplaudieron la iniciativa. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, consideró que las posibilidades de que el convenio llegue a concretizarse estaban por debajo de la línea de la mitad, exactamente en un 49%. «Cuando lo ha dicho, parecía que estaba diciendo que las posibilidades eran nulas», le respondió el secretario de Estado de Asuntos Exteriores británico, Philip Hammond, que ya había manifestado el día anterior un marcado escepticismo ante la promesa rusa de cese de la violencia. A las acusaciones contra Rusia se sumó también el presidente del Parlamento Europeo, el socialdemócrata Martin Schulz, que acusó a Vladimir Putin de estar intentando producir fisuras entre los estados de la Unión Europea (UE). Mientras en Múnich Moscú lanza débiles promesas de paz, los bombardeos rusos han aumentado su intensidad en Siria, según reportó ayer el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, y las fuerzas de Bachar al Asad continúan su avance.

Además de la guerra civil siria, se trataron en la cumbre otros temas como la crisis de refugiados que asola Europa o el conflicto ucraniano. John Kerry avisó sobre una división de los Veintiocho en torno a la problemática migratoria, que definió como una «amenaza casi existencial». En el primer aniversario de la firma de los acuerdos de Minsk II para un alto al fuego en el este de Ucrania, los presidentes rusos y ucranianos se cruzaron acusaciones desde las tribunas, mientras la violencia permanece.