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Rusia y EE UU se enfrentan por el fin del embargo de armas a Irán

Los iraníes esperan que el acuerdo nuclear con Occidente saque a su país de la maltrecha situación que atraviesa debido a las sanciones internacionales. En la imagen, varias mujeres iraníes esperan su turno en un bazar deTajrish, al norte de Teherán
Los iraníes esperan que el acuerdo nuclear con Occidente saque a su país de la maltrecha situación que atraviesa debido a las sanciones internacionales. En la imagen, varias mujeres iraníes esperan su turno en un bazar deTajrish, al norte de Teheránlarazon

Las negociaciones nucleares en Viena se extienden tres días más.

Las fricciones entre las potencias del G5+1 e Irán, países que aspiran a cerrar en Viena un acuerdo completo sobre el programa nuclear persa, impidieron ayer un entendimiento entre las partes dentro de la última fecha límite fijada para ello. Ayer terminaba el plazo autoimpuesto, aunque este vencimiento no implica que las conversaciones hayan fracasado sino, posiblemente, todo lo contrario.

Tanto los ministros de Exteriores de Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania que negocian a un lado de la mesa como el canciller de la República Islámica en el lado opuesto insistieron tras las dos reuniones que han mantenido en que el histórico pacto nunca ha estado tan cerca de concretarse. Pese a los avances, todavía existen ciertos escollos que será imprescindible salvar según recordó ayer la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini: «Hemos empezado a debatir, a nivel político más alto, las cuestiones más difíciles», señaló tras anunciar una prórroga de dos días.

En el mismo tono mantenido en las últimas jornadas por su homólogo estadounidense, John Kerry, el titular de Exteriores ruso, Sergei Lavrov, expresó el deseo de su Gobierno de consensuar un documento satisfactorio y viable a largo plazo: «Todo el mundo está centrado en asegurar acuerdos de buena calidad y los hechos nos llevan a pensar que lo lograremos», declaró a la agencia RIA Novosti. No más de 10 puntos requerirían de algunos «retoques» según Lavrov para que las negociaciones lleguen a buen puerto.

Los asuntos conflictivos incluirían, en primer lugar, las desavenencias en torno al calendario de levantamiento de las sanciones a Irán. La República Islámica reclama que el alivio progresivo del embargo conlleve la eliminación inmediata de las disposiciones adoptadas por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para limitar la venta de armas a su país y torpedear su programa de fabricación de misiles balísticos. Teherán observa que los sacrificios que sus líderes están dispuestos a realizar con la limitación de su programa nuclear exigen contrapartidas mientras que las potencias mundiales, con Estados Unidos y Francia a la cabeza, se han mostrado reacias a ceder en este punto, temiendo que un renovado flujo de armamento a Irán vaya a desestabilizar, todavía más, la situación en Oriente Medio.

Si el calendario de levantamiento del embargo ha sido fuente de disentimiento desde el comienzo de los contactos, no menos importante es el acceso de los agentes del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) a enclaves militares de un país que sostiene que su programa atómico posee, únicamente, fines médicos y energéticos. El G5+1 ha exigido que las visitas de los inspectores permitan ofrecer garantías de la buena voluntad persa y en el país de los ayatolás consideran inaceptable la opción de abrir de manera totalmente transparente a la comunidad internacional sus puertas a lugares sensibles para la seguridad nacional. Sólo si los negociadores logran vencer la desconfianza mutua que ha lastrado 20 meses de contactos el ansiado acuerdo vería la luz en los próximos días.