Unión Europea

El SPD alemán da luz verde a negociar una nueva gran coalición con Merkel

Los delegados socialdemócratas avalan por estrecho margen y profundamente divididos seguir las conversaciones con la CDU/CSU. Schulz promete a los críticos incluir sus demandas en el acuerdo final, que deberá ser ratificado por las bases.

El líder socialdemócrata, Martin Schulz, durante el Congreso Extraordinario
El líder socialdemócrata, Martin Schulz, durante el Congreso Extraordinariolarazon

Los delegados socialdemócratas avalan por estrecho margen y profundamente divididos seguir las conversaciones con la CDU/CSU. Schulz promete a los críticos incluir sus demandas en el acuerdo final, que deberá ser ratificado por las bases.

El Partido Socialdemócrata alemán (SPD) dio ayer su visto bueno al preacuerdo de coalición pactado con los conservadores de Angela Merkel y toda Europa volvió a recuperar el aliento. Si el pasado mes de mayo, el continente miró a Francia aliviado de ver a un nuevo presidente aproximándose simbólicamente al baluarte europeo, ayer esas miradas se dirigieron hacia Bonn. De los más de 600 delegados congregados en la antigua capital alemana para asistir al congreso extraordinario del SPD, 362 apoyaron la apertura de conversaciones formales para reeditar la Gran Coalición. Sólo un delegado se abstuvo y 279 votaron en contra.

La victoria del «sí» fue un triunfo para Alemania –que por fin, ve más cerca la salida de su bloqueo político cuatro meses después de las elecciones, pero también un éxito para la Unión Europea, ya que en la votación no sólo estuvo en juego el futuro Ejecutivo germano, sino el impulso que desde hace meses necesita el proyecto europeo. De hecho, el propio socialdemócrata, Martin Schulz, se refirió al congreso como un momento clave en la historia reciente del partido más antiguo de Alemania. «Llegó el momento de la verdad», apeló tras un intenso debate que puso de relieve el alcance de las voces contrarias y los múltiples recelos de buena parte del partido a la que sería la tercera alianza de Gobierno con Merkel.

De hecho, y consciente de las críticas internas que echan en falta un «sello socialdemócrata» al preacuerdo consensuado, Schulz anunció que se acercaría a sus críticos y se comprometió a trabajar para mejorar lo pactado al objeto de lograr una sanidad pública más igualitaria o levantar las restricciones al reagrupamiento familiar impuestas por el bloque conservador. «Intentaremos que tras esta dura discusión pueda continuar la fiesta», aseguró Schulz tras conocer el resultado de la votación. Aceptaba así parcialmente las condiciones impuestas por algunas de las delegaciones regionales, que exigían la inclusión de propuestas que estuvieron sobre la mesa durante los sondeos, pero que finalmente no quedaron contempladas en el preacuerdo.

En esta línea, Schulz reconoció los errores cometidos como socio de la Gran Coalición durante la pasada legislatura y prometió que «el SPD será visible, audible y reconocible en el próximo Gobierno». No obstante, no se refirió a su nuevo papel en un eventual nuevo Ejecutivo. Muchas preguntas quedaron en el aire, pero sobre todo la incertidumbre de que todo sigue abierto. El discurso de Schulz no despertó pasiones y el resultado lo dejó claro: sólo un 56,4% de los delegados dio su visto bueno, lo que deja patente no sólo la acusada división que se cierne en el seno de la formación, sino que las voces en contra de una alianza con la canciller son fuertes y seguirán sólidas a partir de ahora.

A punto de cumplirse cuatro meses desde la celebración de las elecciones, se prevé que las cúpulas de las distintas formaciones se reúnan hoy para acordar los primeros detalles de forma que las negociaciones comiencen en los próximos días y se completen, en el mejor de los casos, en febrero. Sin embargo, queda una última prueba de fuego. Una vez se formalice el acuerdo de coalición, el casi medio millón de afiliados del SPD deberá avalarlo con su voto. Una vez más, la socialdemocracia tendrá la última palabra. Superada esta instancia, algo que tampoco está garantizado, Merkel podría encadenar su cuarto Gobierno.

La cúpula del SPD favorece una nueva alianza con Merkel, pero en las bases hay mucha resistencia. Entre los más combativos están los jóvenes socialdemócratas (Jusos). En Bonn, su líder, Kevin Kühnert, volvió a alzar su voz muy por encima de lo que le correspondería por su condición de organización minoritaria. «Da igual lo que pase hoy aquí: esto no es el fin de la historia ni el fin del SPD», aseguró en respuesta a quienes consideraban que un «no» equivaldría a ir a nuevas elecciones, con resultados previsiblemente nefastos para su partido. En apenas veinte minutos, Kühnert conquistó a la audiencia con un discurso vibrante y enérgico. Un mensaje que el joven líder seguirá defendiendo durante los próximos días y que podría ser determinante para la firma o no de ese acuerdo de coalición.

Nada que ver con Schulz que, aunque logró el visto bueno, no convenció a los delegados, que incluso reaccionaron con murmullos escépticos cuando afirmó haber recibido el día anterior una llamada del presidente francés, Emmanuel Macron, animándole ante el difícil congreso. El líder socialdemócrata puso el acento en la necesidad de apoyar la reforma de la UE que impulsa París y de «frenar la ola derechista» en Europa. Sin embargo, estos planteamientos no tocaron la fibra de quienes reclaman ese sello socialdemócrata, en el sentido de mejoras sociales y lucha contra la precariedad laboral.

La incertidumbre amaina, pero no desaparece. Con todo, la derrota del «no» aleja el fantasma de un escenario impredecible que hubiera abocado al país a un Gobierno en minoría, o lo que es peor, a una nueva cita con las urnas. Según la Prensa alemana, una negativa socialdemócrata probablemente hubiera conllevado la renuncia de Schulz, quien asumió las riendas del partido hace un año tras años de carrera política en Bruselas y que, aunque obtuvo el apoyo cerrado del aparato, sigue sin haber conquistado a sus bases. Según las últimas encuestas, el SPD sigue perdiendo adeptos y el líder socialdemócrata carece ahora mismo de la fortaleza suficiente como para levantar el partido.