Ecuador

Superviviente del terremoto: «Mi hijo me pregunta si el suelo se va a caer»

Supervivientes del terremoto en Ecuador duermen en un viejo aeropuerto convertido en el mayor campamento humanitario del país

Un hombre trata de salvar algo de madera del tejado de su hogar en Pedernales (Ecuador), destrozado tras el terremoto del pasado 16 de abril
Un hombre trata de salvar algo de madera del tejado de su hogar en Pedernales (Ecuador), destrozado tras el terremoto del pasado 16 de abrillarazon

Supervivientes del terremoto en Ecuador duermen en un viejo aeropuerto convertido en el mayor campamento humanitario del país

«Hemos tenido suerte de parar aquí», afirma Erwin Moreira mientras espera en una cola en frente de una carpa en una pista de aterrizaje. El ex aeropuerto Reales Tamarindos del municipio de Portoviejo, que acoge a unos 2.000 afectados por el terremoto del pasado sábado, se ha convertido en el mayor campamento temporal del país tras la tragedia. En el recinto se han instalado decenas de carpas para asistencia médica y dormitorios improvisados. Éstos cuentan con colchones, a diferencia de los refugios en los arcenes de las carreteras. También llega agua, luz y sirve de punto central para repartir la ayuda humanitaria.

Erwin espera junto a su mujer, Lizet Reina, a que su hijo Eric, de 3 años, sea atendido por un sarpullido que le ha salido en la espalda. Todavía tiene miedo a las réplicas; se han registrado más de 800. Los médicos de la Cruz Roja y del Ministerio de Salud trabajan a destajo para brindar atención primaria a los damnificados: la mayoría de los niños pequeños comienzan a enfermar debido a las complicaciones de dormir a la intemperie. Además de las enfermedades, los esfuerzos también se comienzan a centrar en la atención psicológica. Eric todavía sigue traumatizado. «No quiere salir de aquí, me pregunta si el suelo se va a caer y se agarra siempre a mí. Mi esposa también está atemorizada», asegura Erwin.

Las paredes descascarilladas de la torre de control muestran el abandono del aeropuerto, que cerró en diciembre de 2011 tras 80 años de actividad. Nunca progresaron los proyectos de construcción de un centro de convenciones o de un parque en el espacio que ocupa. Hoy recupera alguna función dando cobijo a decenas de familias, que han duplicado su cifra desde el primer día. El presidente Rafael Correa señaló que 26.091 personas se encuentran en los albergues ofrecidos por el Gobierno y ONG, aunque la cifra real de desplazados podría ser mayor. Muchos de ellos todavía duermen en la calle, algunos por miedo a posibles robos en sus casas. Incluso en el campamento del aeropuerto, custodiado por el Ejército, se han producido intentos de saqueo, según informa a LA RAZÓN Tuarez Pitangora Vilma, coordinadora del Ministerio de Inclusión Social. Otro de los acampados en el aeropuerto, Víctor Zambrano, explica que el día del sismo viajaba en moto con su familia. «Pensé que nos íbamos a matar, todavía rezo cada día por estar vivo», cuenta el hombre, quien se queja de no poder acercarse a su vivienda para tratar de recoger algunos bienes. Su preocupación ahora es volver a trabajar, como repartidor, pues su empresa ha quedado destruida tras el temblor de tierra.

A pesar del temor a los derrumbes y a la delincuencia, Portoviejo trata de recuperar la normalidad. Ayer reabrió el mercado dominical con algunos puestos de legumbres y fruta en una de las calles céntricas, rodeada de escombros. En la catedral de Jesús del Buen Pastor, el cura ofrecía misa desde una de las puertas secundarias de la iglesia, con los feligreses asistiendo desde fuera por el riesgo a un derrumbe. El centro de Portoviejo es una ciudad fantasma, cortada por todos sus accesos. Nos cruzamos con una camioneta de los topos mexicanos, rescatadores especializados en catástrofes con una reconocida fama. Acaban de desenterrar un cadáver. Se han conseguido rescatar con vida 113 personas y todavía permanecen 58 desaparecidas, según datos oficiales. Las probabilidades de encontrar supervivientes se han borrado. Ecuador ya suma 654 muertos por el sismo de escala 7,8, para los que en su memoria Correa decretó ayer ocho días de luto, mientras se inician las primeras labores de reconstrucción.

Un operativo de la Agencia Española de Cooperación (Aecid) finalizó ayer la instalación de un generador eléctrico. «Su puesta en marcha fue todo un evento», cuenta a este diario el cooperante español Javier Sánchez, quien resalta que ya han recibido nuevos pedidos para esa tarea. Además, el equipo ofrece a la población de kits de higiene y asistencia sanitaria. Este fin de semana llegó a Pedernales, epicentro del terremoto, el primer cargamento de ayuda procedente de España por valor de 152.000 euros, que incluye dos sofisticadas depuradoras de agua y equipamiento médico.