Roma

Tratado de Roma: Europa se relanza a través de la Defensa

El Club de los Veintisiete celebra hoy en Roma el 60º aniversario de su fundación con una apuesta por «un futuro común» dentro de una Europa «más fuerte» en la escena internacional. Las amenazas de Trump, del populismo y la salida de Reino Unido abocan a la UE a plantear una mayor integración militar

La bandera de la Unión Europea es poryectada sobre el Coliseo conmotivo del 60º aniversario del Tratado de Roma
La bandera de la Unión Europea es poryectada sobre el Coliseo conmotivo del 60º aniversario del Tratado de Romalarazon

El club comunitario celebra su 60 cumpleaños sabiendo de dónde viene, pero teniendo problemas para saber hacia dónde se dirige. La inminencia del divorcio de Reino Unido pesa como un lastre en las cancillerías europeas que, de momento, tienen como principal motivo de alivio el fracaso de la extrema derecha en Países Bajos como preludio de una eventual derrota de Le Pen en Francia. La declaración que hoy los Veintisiete aprobarán en Roma es un canto a la unidad en un intento de rescatar y poner en valor los 60 años de paz y prosperidad que ha vivido Europa tras dos cruentas guerras mundiales. «Europa es nuestro futuro común», proclama el último borrador de la Declaración de Roma que hoy refrendarán los socios en un intento de recuperar el alicaído orgullo europeo.

«Nada hay más poderoso que una idea a la que le ha llegado su tiempo». Esta frase del escritor francés Victor Hugo bien puede ser atribuida a un anquilosado proyecto, una y otra vez pospuesto sine die por la falta de voluntad de las cancillerías europeas: una política de defensa común. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca y el Brexit podrían alinear tiempos e ideas. El primero, por su amenaza de dejar a la intemperie a los países europeos si no gastan más en defensa, y el divorcio británico, por tratarse de un socio que tradicionalmente siempre ha puesto palos en las ruedas de cualquier intento de avanzar en este sentido a pesar o, quizás precisamente, por su poderío militar. Estas dos amenazas pueden convertirse de manera paradójica en el revulsivo que el club comunitario necesitaba.

En el último borrador de la declaración de Roma se apuesta por una Europa «más fuerte en la escena global» y «capaz de construir alianzas que promuevan la estabilidad y prosperidad en su inmediata vecindad, pero también al este y sur, también en Oriente Medio y África». A su vez, el club europeo muestra su compromiso en unas fronteras externas seguras, una gestión de la inmigración «efectiva, humana y con respeto a las normas internacionales» y la determinación firme de «luchar contra el terrorismo y el crimen organizado».

Alemania y Francia parecen preparados para avanzar en la configuración de un núcleo duro que dé pasos en este sentido, e Italia y España están dispuestos a secundarle. El investigador Steven Blockmans, del Centre for European Policy Studies (CEPS), comparte este diagnóstico y considera que la llegada de Trump puede ser un «catalizador» que propicie «una mayor cohesión». En 2014, los países de la OTAN ya se comprometieron a dedicar el 2% de su PIB al gasto militar de manera progresiva para alcanzar este umbral en 2024, pero el nuevo presidente de EE UU va más allá en sus exigencias. El jefe del Pentágono, James Mattis, ha amenazado con «moderar» el compromiso de Washington con la Alianza si la carga presupuestaria no se reparte. Para Blockmans, esta necesidad de avanzar en defensa está recogida en el borrador de la declaración de Roma.

Uno de los principales puntos de fricción a la hora de poner en marcha proyectos europeos estriba en el peligro de duplicar estructuras. Una posibilidad que ve con recelo Reino Unido, que incluso a las puertas de abandonar el club comunitario quiere seguir configurando la política exterior y de defensa de la UE. Para el investigador de CEPS, es posible la complementariedad, y apunta la deriva autoritaria del régimen del turco Recep Tayyip Erdogan, socio de la Alianza, como una de las variables de inestabilidad en el seno del organismo multilateral, que puede propiciar la necesidad de poner en marcha estructuras propiamente europeas. «Si no avanzamos en Defensa, Francia puede tener la tentación de ir por su cuenta», vaticinan fuentes diplomáticas.

Dentro del optimismo generalizado, el director de la oficina en Bruselas del Real Instituto Elcano, Luis Simón, considera que aún hay mucho camino por recorrer. Para el investigador, «la salida de Reino Unido es una pésima noticia para la Europa de la defensa, ya que la UE ha perdido a su principal potencia militar». En este sentido, Simón considera que puede haber ciertos avances «en el ámbito industrial, o que las misiones de la UE no puedan tener cierta utilidad. Pero de ahí a que la UE se convierta en un actor estratégico coherente hay un gran trecho».

El calendario electoral de este año, con comicios en Francia y Alemania, propicia más el análisis que la acción. Octubre, después de las elecciones en Berlín, será el momento de valorar si los socios están dispuestos a emprender un nuevo camino que también incluya la lucha contra el cambio climático, la profundización en la política económica y la construcción del pilar social. París y Berlín apuestan por la Europa de varias velocidades, una idea que suscita manifiestas reticencias en el Este. Precisamente, el último borrador ha incluido modificaciones para no molestar al grupo de Visegrado y alude de manera eufemística a la necesidad de actuar juntos «a diferentes ritmos e intensidades».

Puede que no haya sido suficiente. Polonia amenazó ayer hasta el último momento con bloquear la declaración por no haber puesto suficiente énfasis en el mercado común y la OTAN, y Grecia quiere que los socios europeos respalden la negociación colectiva en el país en plena batalla sobre las condiciones de su tercer rescate. Fuentes diplomáticas quitaban importancia a estas pataletas de último momento, pero la tensión estará presente hasta el final, y después.