Estados Unidos

Trump denuncia una caza de brujas tras la designación del fiscal para el «Rusiagate»

El presidente de EE UU busca alejarse del caos en la Casa Blanca con su primera gira internacional por Oriente Medio y Europa

El presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, ayer en la Casa Blanca
El presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump, ayer en la Casa Blancalarazon

El presidente Trump contraatacó ayer por la mañana a través de Twitter al asegurar que lo que lo que está viviendo «es la mayor caza de brujas a un político en la historia de Estados Unidos».

El presidente Trump contraatacó ayer por la mañana a través de Twitter al asegurar que lo que lo que está viviendo «es la mayor caza de brujas a un político en la historia de Estados Unidos».

This is the single greatest witch hunt of a politician in American history!

Se defendió de forma directa de la decisión del departamento de Justicia de nombrar al ex director del FBI Robert Mueller como fiscal especial en la investigación que analiza la relación entre su equipo y los rusos. «Con todas las ilegalidades que tuvieron lugar durante la campaña de Clinton y la Administración Obama, y nunca hubo nadie nombrado de forma especial», apuntó el presidente. Pese a estas declaraciones beligerantes, el día anterior, a través de un comunicado de la Casa Blanca, Trump quiso mostrar su confianza en que la investigación federal no encontrará ningún tipo de relación entre su campaña y Rusia. «Como ya he afirmado en muchas ocasiones, una investigación completa confirmará lo que ya sabemos todos. No hay relación entre mi campaña y ninguna entidad extranjera», afirmó el presidente. «Estoy deseando que este asunto termine. Mientras, no dejaré de luchar por el pueblo estadounidense y los asuntos más importantes para el futuro de este país», añadió.

Lo que sí evitó ayer fue hacer una mención directa al nombramiento de Mueller. Éste fue anunciado el miércoles por el departamento de Justicia después de que los demócratas vinieran pidiendo desde hace días al vicefiscal general de Estado, Rod Rosenstein, un representante legal especial para aclarar lo sucedido. El detonante final ha sido el artículo del periódico «The New York Times» en el que se relató que Trump había pedido al ex director del FBI James Comey que archivase la investigación sobre el ex consejero de Seguridad Nacional Michael Flynn acerca de Rusia. Según el relato del periódico neoyorquino, el presidente le habría pedido a Comey que «espero que sepas cómo hacer para dejar esto pasar. Es un buen tío», se pudo leer en el texto elaborado a partir de la lectura de agentes del FBI de la redacción de un informe de Comey tras la conversación. Al mismo tiempo, ayer volvió a aumentar la controversia en relación al «caso Flynn», debido a que el equipo de Trump supo que era objeto de una investigación federal por su trabajo para Turquía semanas antes de la toma de posesión de Trump. Según se detalló en otro artículo el «Times», Trump decidió nombrarle consejero de Seguridad Nacional a pesar de la advertencia de las sospechosas relaciones de Flynn. Sin embargo, no sólo Flynn ha estado bajo sospecha. Un mes antes de que el Trump se hiciera con la nominación del Partido Republicano de forma oficial en julio de 2016, uno de sus aliados más cercanos en el Congreso, el líder de la mayoría republicana en la Cámara Baja, Kevin McCarthy reconoció en una conversación en el Capitolio con otros legisladores conservadores que el presidente Vladimir Putin le daba dinero a Trump. Según «The Washington Post», McCArthy reconoció que «creo que Putin paga a dos personas: Rohrabacher y Trump», indicó en un diálogo grabado el 15 de junio de 2016 sobre la legisladora republicano de California Dana Rohrabacher, ferviente defensora de Putin y Rusia, y el actual presidente de EE UU. Sin embargo, el portavoz de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, interrumpió la conversación e hizo jurar a los presentes no repetir lo escuchado en aquel momento.

Esta fuerte crisis se produce en vísperas de que el mandatario inicie su primera gira internacional en la que visitará Arabia Saudí, Israel, El Vaticano y a sus socios de la OTAN, que preparan intervenciones «adecuadas a las capacidades del presidente» y que no serán de más de cuatro minutos, según publicó ayer la revista «Foreign Policy».