Vladímir Putin

Sospechoso de obstruir la Justicia

La revelación de que Trump pidió al ex director del FBI que cerrase la investigación de Flynn desata una tormenta política. «Ningún presidente ha sido peor tratado en la historia», clama.

Trump en un discurso ante los cadetes de la Academia de la Guardia Costera de Estados Unidos, en New London (Connecticut)
Trump en un discurso ante los cadetes de la Academia de la Guardia Costera de Estados Unidos, en New London (Connecticut)larazon

La revelación de que Trump pidió al ex director del FBI que cerrase la investigación de Flynn desata una tormenta política. «Ningún presidente ha sido peor tratado en la historia», clama.

El silencio del presidente Donald Trump durante la mañana de ayer en Twitter lo dijo prácticamente todo. La conexión rusa se está convirtiendo en un quebradero de cabeza y el caso empieza a tener semejanzas con el «Watergate», el escándalo que acabó con la presidencia de Richard Nixon. El punto de inflexión fue el despido fulminante de James Comey como director del FBI, al que Trump pidió que «dejara pasar» la investigación sobre las conexiones de su asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn, quien finalmente dimitió por ocultar información. Ayer, los jefes del Comité de Inteligencia del Senado de EE UU invitaron a Comey a testificar a puerta abierta y a puerta cerrada ante esa comisión para determinar la influencia de Rusia en las elecciones de 2016. La pasada semana, Comey rechazó una primera invitación. Y por el momento el ex director del FBI no ha respondido a la segunda.

La petición se produce después de que el diario «The New York Times» revelara la existencia de un documento que muestra, por primera vez, esfuerzos «claros» del presidente para obstruir la investigación que el FBI abrió sobre los supuestos nexos entre su campaña presidencial y el Kremlin. La Casa Blanca ha negado los hechos recogidos por el diario y aseguró que Trump «nunca pidió al señor Comey ni a nadie que se ponga fin a la investigación» que afecta a Flynn ni a ninguna otra. Sin embargo, el Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes ha solicitado al FBI todos los documentos que su ex director elaboró sobre sus conversaciones con el presidente.

Acorralado, Trump dijo ayer que los medios de comunicación le tratan peor que a «ningún político en la historia», al tiempo que aseguró que está haciendo «lo correcto» y que seguirá trabajando a favor de «los hombres y mujeres olvidados» del país. «Miren cómo me han tratado últimamente, especialmente los medios de comunicación. Ningún político en la historia ha sido tratado peor o más injustamente», insistió.

En los próximos días se evaluará si las palabras de Trump se pueden interpretar como obstrucción a la Justicia, lo cual podría ser motivo «impeachment» (destitución). Para que salga adelante es fundamental determinar si hubo «intención» en sus comentarios a Comey. De momento, el portavoz republicano en la Cámara de Representantes, Paul Ryan, defendió ayer a Trump al pedir que se centrase la atención en la agenda legislativa. Los demócratas del Capitolio, donde no tienen mayoría, han pedido una investigación independiente. A ellos se les ha unido un grupo reducido de republicanos en cuyos distritos viven votantes independientes y liberales. Uno de esos congresistas republicanos, Justin Amash, abrió la primera grieta en el bloque de su partido al mostrarse favorable a la apertura de un proceso de «impeachment», sobre todo tras la filtración de Trump al ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, con información sensible del Estado Islámico.

la oferta de putin

Christopher Wlezien, profesor de la Universidad de Texas, dijo a LA RAZÓN que «sí puede considerarse obstrucción a la Justicia». A su juicio, la filtración de Trump «tendrá un efecto muy negativo a la hora de obtener información sensible por países aliados, ya que tras lo ocurrido serán muy reticentes a trabajar para Trump».

Por si fuera poco, Vladimir Putin dice estar dispuesto a entregar a los congresistas de EE UU una transcripción de la conversación que mantuvo el canciller ruso, Serguei Lavrov, con Trump para demostrar que el presidente estadounidense no le entregó información secreta a Moscú, como reveló «The Washington Post» el lunes, informa Edgar Espinoza desde Moscú.