Política

Accidente de Germanwings

«Un día todo el mundo conocerá mi nombre»

Una azafata con la que Lubitz mantuvo una breve relación confirma que se irritaba al hablar del trabajo

La azafata Mary W. concedió una entrevista al periódico «Bild» para hablar del copiloto, con el que mantuvo una relación
La azafata Mary W. concedió una entrevista al periódico «Bild» para hablar del copiloto, con el que mantuvo una relaciónlarazon

Una vela roja encendida aguarda en el portal donde vivía el copiloto de Germanwings Andreas Lubitz en el trata del tranquilo barrio residencial de Erkrath, a diez kilómetros del centro de Düsseldorf. En su buzón aún está la prueba de que hubo buenos tiempos para él. En él se puede leer: «Lubitz Goldbach», en referencia al apellido de quien fue su novia durante seis años, una joven de Düsseldorf con la que había llegado a prometerse y a la que, según algunos medios locales, le había comprado un Audi hacía muy poco. El propio Andreas también había comprado otro vehículo de la misma marca, si bien estaba a la espera de recibirlo. Pese a los supuestos planes de pareja de Lubitz, de 27 años, el copiloto estrelló el martes el vuelo 4U9525 con 149 personas a bordo.

Una vecina del bloque de al lado de su vivienda común asegura que la novia se llama Angela. También la recuerda a la perfección Antonio, propietarios de la pizzería «La Rucola». «Ella era agradable, sonriente, amable, guapa, delgada... Venía siempre con sus amigas y se sentaba en la mesa de la esquina», señala Antonio a LA RAZÓN. Lubitz también iba a su restaurante, pero no se quedaba: «Llamaba, se lo entregábamos y se lo comía en casa». El italiano no entiende cómo dos personas tan distintas podían estar juntas, pues él apenas mediaba palabra con ellos y no le parecía nada contento. «La sensación contraria a cuando ella entraba en el restaurante, que era una alegría y siempre estaba acompañada».

Los últimos años de relación fueron una montaña rusa. En uno de los parones, Lubitz estuvo con Mary W. una azafata que ayer concedió una entrevista al diario alemán «Bild». «Cuando oí lo de la catástrofe aérea se me vino a la cabeza una y otra vez una frase que él me decía: “Un día haré algo que cambiará todo el sistema y entonces todos conocerán mi nombre y lo recordarán”. La ex asegura que ahora, después de la tragedia, hay demasiados indicios por los que suponer que Lubitz no estaba en su sano y juicio y que, por tanto, la tragedia se podía haber evitado. En su piso, las autoridades han encontrado numerosos medicamentos. El joven de 27 años sufría «síndrome de sobrecarga» por estrés en el trabajo, a lo que se unía una depresión desde hace años de la que no acababa de salir. El copiloto de Germanwings iba a tratarse al hospital Policlínico Universitario en Düsseldorf, donde fue tratado por neurólogos y psiquiatras, según confirmaron a este periódico allí. «No podemos decir nada más porque los doctores están siendo interrogados por la Fiscalía alemana y el policlínico ha entregado el historial médico a sus investigadores. Pero sí, Lubitz venía aquí a tratarse».

La duda reside ahora en si la compañía aérea conocía la situación del copiloto o realmente Lubitz la escondía para seguir volando. Mary W. recordó también al diario «Bild» las noches en las que Lubitz se levantaba gritando «se estrella el avión», y que a duras penas mencionaba que estaba en tratamiento psiquiátrico. «Nunca hablaba mucho de su enfermedad», confiesa la azafata de 26 años. Mary W. entiende ahora por qué Lubitz estrelló el avión: «Se dio cuenta de que por sus problemas de salud su gran sueño de trabajar en Lufthansa y llegar a ser comandante de rutas de larga distancia iba a ser imposible». El martes 24 él ya no estaba en condiciones mentales de volar aunque él mismo rompiera su baja médica. A este hecho se une la «casualidad» de que Andreas Lubitz veranease en la localidad de Sisteron, Francia, a tan sólo 35 kilómetros de donde estrelló el Aribus 320 proveniente de Barcelona, en el macizo de los «Trois Eveches». Su padre llevaba a Andreas Lubitz al aeródromo de Sisteron, donde aseguran que comenzó su pasión por volar cuando era demasiado pequeño y no podía montar en planeadores.

La Fiscalía de Düsseldorf avanzó ayer que no hay pruebas en ninguna de sus casas (en Montabaur, la de sus padres, y en Erkrath, la que compartía con su pareja) de que el joven Andreas Lubitz bebiera o se drogara, algo que concuerda con las impresiones de los vecinos, que le recuerdan corriendo por los amplios parques y bosques a tan sólo dos minutos de su casa. Una de sus vecinas acudió ayer a comprobar que era cierto que el vecino del número 19 era el Lubitz del que todo el mundo habla en la Prensa alemana e internacional. Realmente emocionada, pidió perdón a los españoles por esta terrible tragedia.

Dos mujeres en su vida

Angela Goldbach

- Fue la novia de Andreas Lubitz y, con interrupciones, estuvieron siete años. Llegaron a prometerse. La Policía de Düsseldorf interrogó ayer a la joven. Los que la conocen aseguran que es muy agradable y que siempre tiene una actitud positiva. Hacía mucha vida social en el barrio de Erkrath, donde vivía en un segundo piso con Lubitz. Algunos allí aseguran que su última ruptura ocurrió hace un mes y medio.

Mary W.

- Esta azafata, de 26 años, fue primero amante y después novia de Lubitz durante unos meses el año pasado. También trabaja en Germanwings: «Él era distinto durante los vuelos, era amable y abierto». En la intimidad era alguien muy tierno, «una persona que necesitaba ser querida». Aun así, cuando ambos hablaban de trabajo, Lubitz «se convertía en otra persona, se alteraba por todo, decía tener demasiada presión de la empresa».