Accidente de Germanwings

Un «puente aéreo» para llegar al avión siniestrado

Familiares y amigos de las víctimas del accidente de avión se consuelan entre ellos antes de trasladarse al lugar del siniestro en los Alpes franceses.
Familiares y amigos de las víctimas del accidente de avión se consuelan entre ellos antes de trasladarse al lugar del siniestro en los Alpes franceses.larazon

"Estamos construyendo un auténtico puente aéreo", dice el comandante Xabier Roy, coordinador de los helicópteros que trasladan al personal de rescate hasta el lugar donde ayer se estrelló el Airbus A320 que cubría el trayecto entre Barcelona (España) y Düsseldorf (Alemania).

Nadie en el valle del Ubaye recuerda haber ido a ese lugar, de difícil acceso, ajeno a la multitud de caminos que jalonan esta turística zona del sur de los Alpes franceses, muy apreciada por los amantes del senderismo.

"A pie es prácticamente imposible llegar", sostiene el guardabosques Gilbert Aldi en conversación con Efe. Conoce bien el lugar, pero confiesa que "hasta ahí arriba, andando, es una locura subir".

El terreno es "duro, negro, como una roca, la pendiente es pronunciada y andar sobre ese terreno es muy complicado. Además ha llovido y está resbaladizo", señala este experimentado agente de la Brigada de Protección de los Montes.

Los oriundos de las poblaciones vecinas como Seyne-les-Alpes o Le Vernet conocen algunos senderos que llevan hasta el sitio, pero confiesan que pocas o ninguna vez los han tomado.

Pero sí se puede llegar. Hay que atravesar un terreno boscoso, caminar siete horas y subir una dura pendiente, escarpada. Es casi como hacer escalada.

Al final se llega a una auténtica pared, que es donde se estrelló el avión hasta prácticamente desintegrarse.

Nada permite sospechar que allí haya un Airbus. Apenas se ven diminutos restos, del tamaño de un televisor, los mayores como la carrocería de coche, ni rastro del gran tamaño de un avión.

"Uno espera encontrar un gran motor o un pedazo de ala, pero no hay nada de eso. Es impresionante", confiesa Roy.

Los helicópteros no paran de despegar desde un terreno habilitado al efecto a las afueras de Seyne-les-Alpes. Tardan solo unos cinco minutos en alcanzar la devastación.

Llevan a gendarmes, forenses e investigadores para tratar de obtener el máximo de indicios que permitan determinar las causas del accidente.

Es prioritario encontrar la segunda caja negra pero también otros elementos para la investigación, y comenzar a identificar sobre el terreno los restos humanos.

"Se lo debemos a las familias", afirma un investigador. No hay cuerpos enteros, señal de que el avión debió explotar tras chocar e incendiarse por el queroseno, según indican fuentes policiales.

El rescate de los cuerpos llevará días y su identificación semanas, según el fiscal de Marsella, Brice Robin, que encabeza las investigaciones judiciales por "homicidio involuntario".

Y se hará con helicóptero, añade Roy, porque por tierra no parece factible.

"Ni con tractor llego yo allí arriba", dice Philippe, un lugareño que mira con cierto recelo al pelotón de periodistas que hay en torno al improvisado helipuerto.

Son casi más que los gendarmes y militares desplegados por el Gobierno francés.

"Tenemos como misión ayudar a crear zonas seguras para que los investigadores puedan hacer su trabajo", afirma el coronel Armel Dirou, que comanda el cuarto regimiento alpino de Gap y que ha sido llamado como refuerzo.

Sus hombres entrenan en terrenos como ese, están acostumbrados a la montaña. "Pero no es un terreno fácil", confiesa el militar mientras mira a lo alto.

La nieve cubre los picos más altos de esta región alpina donde la primavera todavía no se ha asentado. En el lugar del accidente, sin embargo, no nevó anoche. "Sí más arriba, por lo que puede haber un efecto de deshielo", señala Dirou, que también asegura que llovió.

A la dificultad propia del terreno se suma el agua, que lo convierte en resbaladizo. "¿Llegar andando? Es como caminar por un glaciar", reflexiona el militar.

Roy descuelga constantemente su teléfono. Ordena, controla, coordina el incesante despegue de helicópteros. Hasta nueve están previsto que se releven entre la montaña y la zona llana a lo largo del día.

Vela por que el puente aéreo garantice el máximo posible de indicios para la investigación, sabedor de que los ojos de medio mundo están ahora puestos sobre esta pequeña aldea alpina.