Catástrofes y Accidentes

El silencio inunda Visso, epicentro de la última tragedia de Italia

El seísmo se ha podido sentir en la Región de las Marcas, sacudida el 24 de agosto por otro terremoto. El temblor ha sacudido también Roma, donde la gente se habría echado a la calle

Un edificio completamente destruido en Camerino, Italia, hoy, 27 de octubre de 2016.
Un edificio completamente destruido en Camerino, Italia, hoy, 27 de octubre de 2016.larazon

Recorrer las calles de la italiana Visso supone adentrarse en un silencio perturbador, un paseo por el epicentro de unos terremotos que han vuelto a sacudir en las últimas horas el corazón del país provocando graves daños materiales.

Recorrer las calles de la italiana Visso supone adentrarse en un silencio perturbador, un paseo por el epicentro de unos terremotos que han vuelto a sacudir en las últimas horas el corazón del país provocando graves daños materiales.

Visso es una localidad enclavada en las montañas de la región de Las Marcas y en la que residen alrededor de trescientos habitantes, quienes el miércoles por la noche se sobrecogieron al sentir cómo todo comenzaba a temblar.

A partir de las 19.00 hora local (17.00 GMT) dieron inicio una serie de sacudidas sísmicas que derivaron en cuatro fuertes terremotos, el mayor de 5,9 grados de magnitud en la escala abierta de Richter y que devastó municipios de la zona como Visso, Camerino, Ussita y Castelsantangelo.

En Visso, como en el resto de pueblos, no se han registrado víctimas mortales y pocos son los heridos, pero sus calles permanecen cubiertas por una polvareda que esta mañana aún estaba húmeda a raíz de la intensa lluvia de la última noche.

En sus calles, las tiendas aún mantienen sus escaparates abiertos y en las terrazas de los bares las mesas permanecen cubiertas por vistosos manteles y tazas con azucarillos, muestra de que tras los temblores solo hubo tiempo para salir corriendo.

En el pueblo no reside nadie, han sido todos evacuados, y los pocos que aún recorren sus calles, teléfono en mano, aseguran que su intención es marcharse lo antes posible.

María, una joven que tiene una casa vacacional en el lugar, recordó cómo su sofá se movía por todo el salón: "Regreso hoy mismo a Roma", aseguró a esta agencia.

Efectivos de las Fuerzas Armadas custodian las calles para controlar el número de personas que se adentran en ellas, y varios técnicos han comenzado ya a acceder a los domicilios para realizar las primeras pericias.

En el horizonte, el municipio aparece cubierto por numerosos tejados que han perdido sus tejas, y, entre ellos, sobresale intacta la torre de la colegiata de Santa María, precioso ejemplo de arquitectura gótica-románica del siglo XIII.

La insigne plaza Garibaldi, corazón del lugar, aparece cubierta de cascotes, y el colegio de educación primaria Pietro Capuzi demuestra que el desastre pudo ser mayor de haber ocurrido de día, cuando en sus aulas los niños atendían a sus profesores.

El colegio, rodeado por un jardín, presenta en su fachada principal un aspecto normal, se diría que incluso intacto, pero basta girar la esquina para comprobar que toda su parte trasera se vino abajo.

Aparece ahora rodeado de grandes cascotes que sepultan lo que parece una escalera metálica de emergencia y, junto a la misma, unos columpios inmóviles y que seguramente tardarán en volver a moverse.

Toda la zona está rodeada por enormes paredes de roca, al estar situada entre dos montañas, y el acceso al pueblo es casi impracticable, hasta el punto de que su carretera aparece repleta de enormes rocas y gran cantidad de grava.

En la entrada de esta localidad ondea una bandera de la Cruz Roja: es el campamento para evacuados en el que han hallado cobijo entre 250 y 300 personas, muchas de ellas con sus hogares destrozados o con graves desperfectos.

Los inquilinos de este campamento -muchos otros serán trasladados a alojamientos en el litoral este- miran al cielo y expresan su deseo de que la lluvia dé una tregua, que sí se ha cumplido durante todo el día, a pesar del intenso frío y de un viento que corta.

La tarde empieza a caer en Visso y, desde lo lejos, lo único que parece estable es la colegiata y un torreón de piedra que desde finales del siglo XIII es testigo de excepción de lo que sucede a sus pies, incluso de tragedias como la que acaba de cumplirse.

Un desastre que cuenta con un precedente cercano en el tiempo, el terremoto que el pasado 24 de agosto devastó la localidad de Amatrice, entre otras, saldándose con la muerte de 297 personas, miles de desplazados y pueblos a escombros.

Gonzalo Sánchez/Efe