Bruselas

Una desconexión en «standby»

Dos meses después del histórico referéndum, el proceso de divorcio plantea serias dudas

La Razón
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Dos meses después de que los británicos decidieran en las urnas abandonar la UE, sus gobernantes discuten cómo cumplir la voluntad del pueblo sin dañar los intereses económicos y de seguridad del país.

SIN «PLAN B»

Para sorpresa de europeos y británicos, las instituciones de Reino Unido no barajaban un plan de contingencia en caso de que los británicos optaran por abandonar la UE. De ahí que el Gobierno de Theresa May se vea desbordado por la tarea titánica de deshacer 43 años de lazos políticos y comerciales. Así, el Ministerio del Brexit sólo ha reclutado a 150 de los 400 funcionarios que necesita para abordar las negociaciones con Bruselas. Tampoco el Ministerio de Comercio Exterior ha logrado el millar de empleados necesarios para negociar con los 58 países con los que la UE mantiene acuerdos comerciales.

LA DECISIÓN DE THERESA

Primera ministra desde hace un mes, May trata de imponerse en un Gabinete dividido entre partidarios y detractores de Europa. En una jugada maestra para tratar de acabar con la división del partido, la «premier» eligió a tres «Brexiters» (Boris Johnson, David Davis y Liam Fox) al frente de los ministerios que deberán negociar con Bruselas la desconexión una vez invocado el artículo 50 del Tratado de Lisboa. El problema es que la rivalidad entre ellos dificulta la toma de decisiones en un Ejecutivo que aún trata de hallar la cuadratura del círculo: permanecer en el mercado único europeo sin asumir la libre circulación de personas.

IMPACIENCIA EUROPEA

Aún molestos porque los británicos rechazaron permanecer en la UE pese a las fuertes concesiones ofrecidas en febrero, el resto de miembros urge a Londres a poner en marcha cuanto antes el proceso de desconexión con la Unión. La impaciencia es especialmente patente en Francia, Alemania y Países Bajos, que celebran elecciones en 2017 y cuyos impopulares gobiernos temen que este «impasse» pueda perjudicarles en las urnas.

INQUIETUD ECONÓMICA

No se ha desencadenado el apocalipsis que vaticinaban los «Bremainers». La actividad crece y el paro baja gracias a la subida del turismo, propiciado por el buen tiempo y el desplome de la libra. Sin embargo, los grandes inversores han pospuesto sus decisiones a la espera de conocer el encaje de Reino Unido en el mercado único. El Gobierno ha renunciado al objetivo de superávit presupuestario para el año 2020.