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La imagen que sacude la conciencia de Europa

Doce inmigrantes y refugiados sirios han muerto al hundirse dos botes de goma en un nuevo y trágico episodio de la crisis migratoria que sufre la UE

La imagen que sacude la conciencia de Europa
La imagen que sacude la conciencia de Europalarazon

Las imágenes de un niño que yace en la playa ahogado es sin duda la más dura de esta crisis de refugiados que arriesgan sus vidas por llegar a Europa.

Algunos levantan los dedos en señal de victoria. Otros alzan los móviles para hacerse la primera foto en la Europa continental. Es la cara de la llegada de 4.200 inmigrantes en los últimos dos días al puerto ateniense del Pireo. Cifra que asciende a 23.000 en la última semana. La cruz: los doce muertos en la península de Bodrum enTurquía cuando trataban de alcanzar Europa. En las dos lanchas naufragadas había cinco menores. Dos de los pequeños cuerpos sin vida fueron arrastrados por el mar hasta llegar a la playa turca. Esta imagen del horror sacudió ayer las conciencias.

Los pasajeros que portaban chalecos salvavidas y lograron nadar hasta la isla griega de Kos pudieron sortear la fatalidad. Es el recuento de una jornada negra que eleva a 83 las muertes por ahogamiento en la ruta entre Grecia y Turquía en lo que va de año. Una cifra que se suma a los 2.373 fallecidos en el Mediterráneo en su intento de alcanzar las costas europeas, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). La ruta más letal. Las dos lanchas zarparon de la región de Bodrum en el suroeste de Turquía en dirección a la pequeña isla griega de Kos, donde unidades de la Policía recogieron los cuerpos sin vida de esas personas. Apenas quince kilómetros separan ambas costas. Una distancia similar a la del resto de islas del mar Egeo. Una distancia que recorren más de 2.000 refugiados al día para llegar a Europa.

«Números, en eso nos convertimos una vez pisamos Europa», se queja Mashid. Desde el muelle E-2 del puerto se pueden ver grupos de jóvenes asomados en la popa del barco. Encima de ellos una bandera griega que esperan ver el menor tiempo posible. «Queremos irnos cuanto antes hacia Macedonia y luego seguir hasta llegar a Alemania», explica este sirio de 22 años. En Atenas desembarcó ayer por la mañana un barco con 2.459 refugiados proveniente de la isla de Lesbos. Otras 1.749 personas habían atracado horas antes en ese mismo puerto. Las familias con más recursos compran un pasaje en un ferry corriente, mientras que la mayoría espera su turno para embarcar en uno de los tres barcos fletados por el Gobierno heleno, que realizan trayectos diarios hasta la capital para aliviar la situación en las islas. Mashid y su familia cogieron un ferry normal. Al bajar se confunde entre los turistas, pero a los pocos segundos de pisar tierra una periodista de una televisión griega se aproxima micrófono en mano hacia ellos y se forma un círculo a su alrededor que los «delata», mientras ellos se tapan el rostro. No quieren imágenes. Muchos de ellos temen por los familiares que siguen en Siria y que pueden sufrir las represalias del régimen de Bachar Al Asad. Esperan a que la multitud se disperse. Cargan a tres niños y dos carritos con los que no pueden permitirse empujones.

Los miles de refugiados se dirigen deprisa hacia el centro de la ciudad. En menos de dos horas el muelle está prácticamente vacío. Mashid se sienta junto a un montón de bolsas de plástico. A su lado, sus primos Rashad y Abdallah, de 19 y 16 años. Delante de ellos, su tío, Wabed, da vueltas nervioso mirando su móvil.

«Queremos ir a Omonia», una plaza céntrica donde deambulan decenas de recién llegados en busca de la mejor manera para seguir su viaje. «Quince tickets», pide Rashad en la ventanilla de la estación. Nunca antes habían visto un metro y preguntan a cada transeúnte qué hacer con el billete. Una vez en el vagón, Mashid y Abdallah se quedan dormidos antes de llegar a la primera parada. Los más pequeños, de 3, 5 y 6 años, dan palmadas en el regazo de sus madres para y señalan curiosos a todas partes. Rashad, sonriente, cuenta que llevan cuatro noches sin dormir. «Estuvimos cinco horas navegando a la deriva en una lancha de siete metros. Teníamos que salir de noche. Cuando llegamos a Kos, nos costó dos días conseguir los papeles para subirnos al ferry», explica.

Por el trayecto hasta la costa griega, la familia de Rashad tuvo que pagar 1.000 euros por cada uno de los adultos y 500 por los niños. Tuvieron que huir de Aleppo ante la amenaza del autodenominado Estado Islámico. «Con 19 años debería estar pegando tiros en alguno de los bandos. Si no lo hago, me matan. No valen las explicaciones», relata el joven sirio, que quiere llegar a Alemania para seguir estudiando Educación Física. «Aunque con este viaje ya no voy a tener cuerpo para eso», bromea. Al llegar a Omonia la familia se divide para buscar lo antes posible un hostal libre, algo complicado en Grecia en temporada alta. Después de preguntar en hasta cinco alojamientos, finalmente encuentran una habitación doble donde les permiten estar todos juntos por un plus en el precio. La mayoría, sin embargo, pasaron la noche a la intemperie en el parque de Alexandras, o en la Plaza Victoria, dos de los puntos más concurridos por los inmigrantes estos últimos meses. El centro de acogida de refugiados inaugurado hace diez días estaba lleno, pues apenas dispone de capacidad para 720 personas.

Acuerdo Roma, París y Berlín

Desde Roma, «ante el empeoramiento del drama migratorio», Italia, Alemania y Francia pidieron ayer «una fuerte respuesta europea» y que la Unión Europea (UE) logre un acuerdo para la distribución equitativa de refugiados. En ese mismo documento, se exige «revisión y actualización» de las normativas en materia de asilo, creadas ya hace 25 años, el denominado Sistema de Dublín. La crisis migratoria se ha agravado en los últimos días con múltiples focos calientes en la frontera sur del Mediterráneo y en el este, en los Balcanes.