Austria

Viena reabre viejas tensiones con Roma

El Gobierno austriaco concederá la nacionalidad a los germanoparlantes de la región italiana de Alto Adigio, que pertenecía al Imperio Austrohúngaro hasta el fin de la Primera Guerra Mundial

La Razón
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El Gobierno austriaco concederá la nacionalidad a los germanoparlantes de la región italiana de Alto Adigio, que pertenecía al Imperio Austrohúngaro hasta el fin de la Primera Guerra Mundial.

El nuevo Gobierno conservador de Austria, liderado por el joven Sebastian Kurz, estudia la posibilidad de otorgar el pasaporte austriaco a los habitantes de la región italiana del Trentino-Alto Adigio que tengan el alemán como lengua materna. «Quiero curar la herida actual dando a Tirol la oportunidad de volver a unirse autodeterminándose», aseguró Heinz-Christian Strache, vicencanciller y líder del ultranacionalista FPÖ. «¿Por qué no puedes decidir si eres parte de Italia o Austria?», se pregunta el socio de coalición de Kurz.

«Los ciudadanos de la región del Alto Adigio han perdido su ciudadanía austriaca con la adhesión involuntaria a Italia. La recuperación de la ciudadanía sería un acto de reparación». Con estas palabras arranca la carta que diecinueve consejeros provinciales de esta región italiana enviaron a finales de noviembre al primer ministro austriaco. Con ella, solicitaban a Viena solucionar una vieja cuestión identitaria.

El Tirol del Sur, también conocido como Alto Adigio, es una de las dos provincias que componen la región autónoma de Trentino-Alto Adigio. Se trata de una de las regiones más ricas del país, donde casi todo el mundo habla italiano, pero el 64% de sus 500.000 habitantes tiene el alemán como lengua materna. Tras la derrota del Imperio Austrohúngaro en la Primera Guerra Mundial, la región del Tirol fue divida en 1918 en dos: el norte quedó en la nueva República de Austria y el sur pasó a ser parte de Italia. Maniobra geopolítica que el pueblo nunca terminó de aceptar, a pesar de los esfuerzos empleados por el fascismo de «italianizar» la región.

La iniciativa de conceder el pasaporte no ha sido sólo criticada duramente por la UE, sino en Italia, donde ha sido recibida con desconcierto e incredulidad. El ministro de Exteriores, Angelino Alfano, aseguró que la cuestión debería ser discutida «en una conversación que requiere una enorme delicadeza». «Somos una nación muy reciente, pero tenemos una memoria muy amplia y la influencia italiana ha sido extraordinaria», dijo el primer ministro, Paolo Gentiloni.

Más duro fue el presidente de la Eurocámara, Antonio Tajani, que recordó que «Europa tiene muchos defectos, pero ha cerrado la temporada del nacionalismo».

El presidente del Consejo Provincial de Trentino, Bruno Dorigatti, aseguró que no le extraña ver cómo Austria pone a prueba «su populismo» y llamó a crear un «diálogo pacífico» con el fin de no desestabilizar el equilibrio étnico de la región. Benedetto Della Vedova, senador italiano y vicesecretario de Asuntos Exteriores, advierte de que querer «establecer la ciudadanía por la etnicidad tendría efectos muy graves al socavar la convivencia en muchos países de la UE donde residen ciudadanos de múltiples culturas».

En 2014, durante un referéndum ilegal del partido independentista Süd-Tiroler Freiheit, el 92% de los votantes se pronunció a favor de salir de Italia. El «Convenio de Autonomía», establecido por la Diputación Foral de Bolzano en 2015, propone una mayor autonomía y pide un referéndum para decidir si abandonar Italia.