Inmigración ilegal

Yihadismo y piratería amenazan el Mediterráneo

Los musulmanes responsables de tirar por la borda a una docena de cristianos fueron arrestados ayer por la Policía italiana
Los musulmanes responsables de tirar por la borda a una docena de cristianos fueron arrestados ayer por la Policía italianalarazon

El secuestro de un pesquero por insurgentes en el Canal de Sicilia amplifica los desafíos del caos libio. La Marina italiana interviene para rescatarlos

El Canal de Sicilia puede convertirse en la última frontera del terrorismo islámico. Tras varias advertencias de las autoridades italianas sobre el peligro de que lleguen yihadistas en las embarcaciones con las que los inmigrantes cruzan el Mediterráneo desde el norte de África, ayer se produjo un suceso que puso de manifiesto un nuevo peligro: el secuestro de pesqueros o de cargueros que surcan estas concurridas aguas por parte de milicianos zarpados desde Libia. El caos en que está sumido el país magrebí tras la caída del régimen de Muamar el Gadafi lo convierte en una óptima plataforma desde la que pueden actuar terroristas, piratas o ambas cosas. Y a menos de 500 kilómetros de Europa.

Han experimentado este peligro en su propia piel los siete marineros –tres italianos y cuatro tunecinos– del pesquero italiano «Airone». En la madrugada del viernes se encontraban a unos 90 kilómetros de la costa libia cuando se les acercó una patrullera de este país. Hombres armados subieron a bordo y trataron de que el pesquero pusiera rumbo hacia Misrata, ciudad controlada por una milicia islamista no afiliada a las huestes del Estado Islámico. Los combatientes de Misrata son rivales del autodenominado Ejército libio liderado por el general Khalifa Haftar, el grupo armado del Parlamento de Tobruk. Este último es el único de los contendientes que se disputan el control del país que cuenta actualmente con el reconocimiento de la comunidad internacional. Según las primeras reconstrucciones de lo sucedido, realizadas gracias a lo que contaron los marineros por medio de la radio del barco, opusieron resistencia a los asaltantes e incluso consiguieron encerrarles en la bodega de la nave. Gracias a la alarma lanzada por otro pesquero que faenaba en los alrededores, intervino además una embarcación de la Marina Militar. Los soldados subieron a bordo del «Airone» y tomaron su control para dirigirlo a todo gas hasta la isla de Lampedusa, el territorio italiano más meridional, situado en el corazón del Mediterráneo.

«Me han informado de que están escapando. Hay que imaginarse el estado de ánimo de estos pescadores aterrorizados. Es comprensible cualquier tipo de comportamiento por parte de nuestros pescadores. Hay mucho miedo de caer en las manos de gente sin escrúpulos», contó Giovanni Tumbolo, presidente del consorcio de pesca siciliano, quien siguió de cerca el secuestro. Dijo además que no estaba claro si habían sido uno o dos los hombres armados libios que habían abordado el «Arione». Antes de que se supiera que la nave había sido recuperada, Tumbolo reconoció que había una «extrema preocupación» porque no estaba claro si se trataba de un acto de piratería o de un secuestro por parte de terroristas libios. «En la zona del secuestro hay remolcadores y lanchas libias sin banderas de reconocimiento. El estado de alerta es máximo desde que cerró la Embajada italiana», comentó.

El Estado Mayor italiano informó por su parte de que los militares que salvaron al pesquero formaban parte del operativo de vigilancia «Mare Sicuro», desplegado por el Gobierno de Roma para evitar sucesos de este tipo en las aguas del Canal de Sicilia. La ministra de Defensa, Roberta Pinotti, se congratuló por el éxito de la operación, que a su juicio muestra que «Italia está preparada» para intervenir cuando se producen situaciones de peligro. Desde el pasado fin de semana los efectivos del citado dispositivo y los que pertenecen a la operación Frontex de la Unión Europea están trabajando a marchas forzadas, pues han tenido que rescatar a más de 11.000 inmigrantes zarpados desde las costas libias. Ayer continuaron arribando más indocumentados a los puertos del sur de Italia donde los desembarcan las naves tras salvarles en alta mar. Quienes lo pasaron peor de los recién llegados fueron los 70 eritreos y somalíes que una patrullera italiana desembarcó en Lampedusa. 23 de ellos presentaban quemaduras graves, por lo que hubo que evacuarlos en helicóptero a las unidades de quemados de los hospitales de Palermo y Catania. En la nave de los inmigrantes se encontraba además el cadáver de una mujer.

«Las heridas se las provocó la explosión una bombona de gas que utilizaban para cocinar en la especie de cárcel donde estaban retenidos en Libia antes de partir hacia Italia», contó a LA RAZÓN Giovanna di Benedetto, portavoz de «Save the Children» en Sicilia. «Tres hombres, una mujer y un recién nacido fallecieron a causa de la explosión. Hubo además más de 20 heridos a los que no permitieron ir a un hospital. Sólo les dieron unas vendas y les obligaron luego a embarcar junto a otro grupo de inmigrantes. Una de las mujeres heridas no soportó los dos días que duró el trayecto por el mar y cuando llegó el equipo de socorro ya estaba muerta».

Di Benedetto explicó que es muy común que los inmigrantes sufran episodios de violencia durante su viaje hacia Europa. «Nos cuentan historias de una atrocidad inaudita. La situación en alta mar a veces degenera y se producen peleas. Ha habido casos de inmigrantes que acababan tirados por la borda», aseguró, reconociendo que no se conocían casos de odio interreligioso en alta mar, hasta el pasado jueves, cuando se supo que doce inmigrantes cristianos habían sido echados por la borda por algunos de sus compañeros de viaje de religión musulmana. El creciente flujo migratorio en el Canal de Sicilia será debatido en la cumbre de ministros de Exteriores de la UE convocada para el lunes.