Martín Prieto

La autopsia nacional

Peregriné a la isla griega de Kos para contemplar la escuela de Hipócrates donde, junto a Galeno, diseccionaba cadáveres en secreto. Pese a los avances de la tecnología no invasiva las autopsias pre-mortem revolucionarían la etiología. Eso lo hemos conseguido en este culebrón electoral sometiendo al país a la vivisección. Los candidatos de las izquierdas o la derecha sedicente se refieren a España como a Burkina Faso, necesitada de urgente ayuda humanitaria, con el contradiós de dar la crisis por acabada proponiendo cambiar el sistema, aumentar el gasto público, convertir en funcionarios a la mitad de los parados reales, y algunos, hasta meter la Constitución en la máquina de triturar documentos sustituyéndola por otra soviética hija del Foro de Sao Paulo. Si en 2018 podemos anunciar el fin de la tormenta financiera y el camino hacia un 8% de desempleo podremos considerarnos una sociedad feliz, pero estamos vadeando y sólo a los adanistas se les ocurre cambiar de caballos a mitad del río. Con una deuda pública igual al PIB, la izquierda pluscuamperfecta suma tales propuestas bienintencionadas que nos situarían entre Grecia y Portugal, devolviéndonos a los hachazos sociales de Zapatero. La motivación del griterío reside en que, hecha la autopsia de la nación, ésta da fracaso multiorgánico por metástasis de la corrupción. La putrefacción en democracia la inicia Tierno Galván en 1979 como alcalde de Madrid en coalición con los comunistas, y se extiende por capilaridad en 1982 con la llegada del PSOE al poder. Pero el envilecimiento político no lo queremos historiar y es más utilitario mirar solo al PP, como chivo expiatorio. Aquello que dijo la ministra socialista de que el dinero público no es de nadie es como el ébola y ha infectado a mucha gente de toda condición. Esta podredumbre es problema de policías, fiscales y jueces y no de fariseos que rasgan sus vestiduras. La autopsia de mítines y debates no aporta datos reales porque se están inventando el muerto.