Bill Clinton

La Casa Blanca, el último capricho de Chelsea

Chelsea Clinton en un viaje que realizó a África en 2013 junto a su padre
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Bajo su supuesta progresía posa en la edición estadounidense de «Elle» con un traje de Gucci de 1.500 dólares

Es la mano invisible, la consejera silenciosa de su madre que trata de pasar inadvertida. Su currículo es inmaculado: ha trabajado en una consultoría, en un fondo de inversión. Incluso como periodista. La contrataron como corresponsal especial para la cadena NBC en 2011. Entonces, Chelsea Clinton ganaba 26.724 dólares por cada minuto que aparecía en televisión. Su sueldo en el canal era de 600.000 dólares anuales. Estuvo tres años y lo dejó porque, según aseguró entonces, no le importaba el dinero. La hija de los todopoderosos Clinton quería trabajar en filantropía en la fundación de sus padres, con pocos claros métodos de financiación. Desde que dejó su trabajo en la NBC, ha estado volcada en proyectos sociales y de cooperación. Entre ellos, destacan la ayuda a los damnificados por el huracán Sandy que azotó Nueva York. También, está involucrada en la promoción de productos vinculados a proyectos humanitarios en África. A través de la fundación de sus padres, también ha estado muy comprometida con los programas de ayuda a los elefantes, en los que siempre se fijó de pequeña desde que su padre era gobernador de Arkansas. Los veía cuando iba con él al zoo de dicho estado. Era su parte favorita de la visita.

Un Gucci de 1.500 dólares

Es famosa una foto que tiene de niña en la que aparece cogida de la mano de sus padres durante el escándalo de la becaria de la Casa Blanca Monica Lewinsky. Dio la sensación de que no sólo era ella lo único que unía entonces a Bill y Hillary Clinton, sino que también sujetaba al país entero, el cual hizo suyo el engaño del entonces presidente de Estados Unidos a la primera dama. Ahora a los 35 años en el fin de semana en el que su madre anuncia su candidatura a la Casa Blanca aparece en la portada de la edición de mayo de la revista «Elle» con un vestido Gucci de 1.500 dólares y un brazalete Cartier de 7.000. En la entrevista, aborda el asunto de la igualdad de género en el mundo laboral y cómo una mujer presidente –¿se referirá a su madre?–podría ayudar a Estados Unidos a convertirse en un país de oportunidades para las féminas. Es una maniobra perfecta para presentar a su progenitora. Muy al contrario que en la primera carrera de Hillary Clinton en 2008, en la que mantuvo un perfil discreto, ahora es Chelsea quien se pone en contacto con los grandes donantes. Nunca llama a sus padres por sus nombres. Se refiere a ellos siempre como «mi mamá» y «mi papá».

«Hemos progresado en las protecciones para las mujeres, pero no hay paridad con los hombres en el mundo laboral. Si observamos la esfera política, representa un desafío para mí que se considere un éxito que haya un 20 por ciento de mujeres en el Congreso. ¿Cuándo el 20 por ciento se ha convertido en la definición de igualdad? Por eso, cuando se pregunta sobre la importancia de tener una presidenta, por supuesto que es importante por razones simbólicas. Los símbolos son importantes. Es importante a quién y qué elegimos. Y uno de nuestros valores fundamentales en este país es que somos la tierra de las oportunidades; pero donde la igualdad no ha llegado todavía ha sido al género, entre otros asuntos», dice en la entrevista. E insiste en la idea: «Existe un gran desafío en ello que, creo, al tener una presidenta, cuando sea, ayudará a resolverlo. Lo hemos visto una y otra vez cuando hay mujeres en puestos de liderazgo. Históricamente son capaces de construir consenso. Importa quién se sienta en la mesa y quién la preside también». El mensaje está claro. Hillary Clinton se lanza a la carrera y lo hace con su hija Chelsea, de padre presidente. En caso de que Hillary consiga hacerse con la Casa Blanca, su vástaga tendrá una función fundamental en la nueva, y por segunda vez, administración Clinton.

Se considera progresista. Apoyó el matrimonio entre personas del mismo sexo antes que sus padres. Su labor será ponerse al frente de los análisis de información y los medios sociales de la campaña de su madre. También apelará a los votantes jóvenes. Y no olvidará, es más, potenciará, su faceta maternal, ya que acaba de tener una hija, Charlotte, de seis meses. Ella y su marido, Marc Mezvinksy, representante de un fondo de inversión, viven en un apartamento de 9,25 millones de dólares en el distrito del Flatiron de Manhattan. Concretamente, en la calle 26 con la Quinta Avenida. Es una propiedad de lujo de 400 metros cuadrados y comparten edificio con varios famosos. Entre ellos, el campeón de carreras de Nascar Jeff Gordon y la modelo Wilda Deon Bray. Meses antes de la compra fue supervisado por sus padres. Les costó más que al resto de propietarios porque querían el apartamento del último piso del edificio, por lo que aún deben una hipoteca de 5 millones.

Gustos caros

Ya ha pedido ayuda y fondos a sus acaudalados amigos para ayudar a su madre. Son personas que también invirtieron cientos de millones en el fondo de inversión de su marido cuando empezó a trabajar. Siempre ha intentado dar la imagen de que es una neoyorquina más. Como cualquiera en la ciudad, disfruta de la gran variedad de restaurantes de todo el mundo que ofrece la Gran Manzana. Uno de sus favoritos es Hanjan, que está justo al lado de su casa, en la calle 26, entre la Quinta y la Sexta Avenida. Lo frecuentan Drew Barrymore y Natalie Portman. No es difícil verla con su esposo en Narcissa el Standard Hotel del barrio del East Village de Manhattan. Suelen ir en una doble cita junto a Ivanka Trump y el hombre de negocios Jared Kushner. Chelsea y la hija del conocido hombre de negocios Donald Trump son muy amigas. También disfruta de los parques de Nueva York; uno de sus favoritos es Washington Square Park, al lado de la prestigiosa Universidad de Nueva York, donde suele pasear con su hija y sus amigos.

Será difícil para Chelsea compaginar las exigencias de una dura campaña como en la que se va a embarcar su madre con el cuidado de su hija, que nació en el Hospital Lenox de Manhattan del barrio residencial del Upper East Side. La imagen frágil de su padre hace pensar que Chelsea tendrá que ayudar a su madre a esquivar los golpes. ¿Se llevará a Charlotte por todo el país durante las elecciones primarias? Es más que probable, ya que para Chelsea es muy importante tener conversaciones con su hija. Defiende que hablar a los bebés les ayuda a desarrollar la capacidad cerebral. Luego le lee los periódicos. Se ha inspirado en Kate Middlenton para consolidar su estilo de madre moderna.