Martín Prieto

La libertad de los perillanes

La representación del Estado en Cataluña no la ostenta la delegada del Gobierno, la sevillana María Llanos de Luna, sino el presidente de la Generalidad, Artur Mas, por mucho que parezca en ocasiones que no le place la distinción. Tan alta autoridad tuvo que acceder a su Parlamento, extensión constitucional, en helicóptero mientras una horda rodeaba su sede, vejaba a los diputados, les escupía y cubría de pintura en un ejercicio violento del derecho de manifestación. Con la objeción de Grande Marlaska dos magistrados de la Audiencia Nacional absolvieron a los cafres encausados considerándolos usuarios de su libertad de expresión, surrealismo enmendado por el Supremo a tres años de cárcel a cada uno de los hijos de Atila. Entorpecer el funcionamiento de una Asamblea democrática es un sucedáneo de golpe de Estado, descafeinado, «ligth», bajo en calorías, «low cost», pero tan abominable como la irrupción de Tejero. Las libertades son indivisibles pero el libre albedrío no alcanza a cubrir el derribo de un avión en los Alpes. La Ley de Seguridad Ciudadana es de esos códigos que deberían ser interpartidarios y con aliento duradero, pero la oposición de izquierda y derecha la ha rechazado cerrilmente sin intentar mejorar su articulado como si las libertades públicas no necesitaran ser garantizadas. Porque esta ley protege a la mayoría de los manifestantes del vandalismo de nihilistas dados a destruir el mobiliario urbano y las vidrieras de los pequeños comerciantes. Además, esta ley suple numerosas penas de cárcel por multas. ¿Elevadas? Sí, pero los hunos urbanos son lumpemproletariado sin cuentas bancarias ni bienes embargables, que no pagarán jamás y solo sufrirán las dolencias administrativas de ser deudores del Estado. La política tiene mucho de teatro y simulación, y de teatrillo y guiñol. La mercadotecnia y los publicistas reducen la política a eslóganes pastueños como el de «ley mordaza». ¿Pero alguien cree que los españoles vamos a dejar de reunirnos, manifestarnos o expresarnos por esta «mordaza» de mantequilla?