Papel

La mano que mece Buckingham Palace

Sally Osman, responsable de comunicación de los Windsor, tiene todo un «ejército» de personas a su cargo para defender la imagen de la casa real británica. Nunca nadie tuvo tanto poder en la monarquía más antigua de Europa.

40 personas a su cargo mueven su imagen en las redes sociales
40 personas a su cargo mueven su imagen en las redes socialeslarazonfreemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@e4c5a58

Sally Osman, responsable de comunicación de los Windsor, tiene todo un «ejército» de personas a su cargo para defender la imagen de la casa real británica.

No concede entrevistas, los británicos no la reconocerían por la calle y al introducir su nombre en Google no aparecen apenas datos. Y sin embargo, Sally Osman, de 55 años, es una de las mujeres más poderosas del Reino Unido. La periodista es la responsable de comunicación de todo Windsor. Nunca antes una sola persona había tenido el control absoluto de toda la información de Buckingham Palace, Clarence House y Kensington Palace, es decir, los tres pilares de la que es la monarquía más antigua de Europa. Cualquier noticia, cualquier imagen, cualquier tuit sobre la soberana Isabel II, el príncipe Carlos o los duques de Cambridge pasan por sus manos. ¿Hasta dónde se extiende su influencia?

Curiosamente su entrada en Palacio fue facilitada por Camilla, otra mujer que siempre ha estado en la sombra pero cuyo poder es mucho más grande que cualquier británico pudiera imaginar. Sus vidas se cruzaron en mayo de 2013. Clarence House, la residencia oficial del heredero a la corona y su esposa, buscaban un nuevo responsable de comunicación después de que Paddy Harverson, el hombre que ocupaba hasta entonces el puesto, decidiera montar su propia agencia. El reto para su sucesor no era fácil: tenía que dulcificar de alguna manera la tensa relación que se ha creado en los últimos años entre el primogénito de la reina y los medios. Su fama de arrogante no facilita el trabajo a aquellos que preparan la transición en la corona. Isabel II no tiene ninguna intención de dimitir, pero recién cumplidos los 89 años, su agenda cada vez deriva más compromisos a las nuevas generaciones.

Los asesores de Carlos habían barajado varios nombres para desempeñar este papel crucial, entre ellos, el ex editor de «The Times», James Harding, el reputado relaciones públicas, Howell James, y Tom Bradby, de la cadena de televisión ITN. Pero Camilla quería que el puesto fuera ocupado por una mujer. Y en este sentido, lo que ella dice, se hace. Porque nadie como la duquesa de Cornualles sabe la importancia de tener un buen asesor. La esposa del príncipe Carlos ha pasado de ser la amante, la más odiada, a ganarse la simpatía de los británicos y ocupar cada vez más peso en las obligaciones monárquicas. Así que dicho y hecho. Un mes más tarde, Osman entraba a su nueva oficina convirtiéndose en la primera fémina en ocuparse de la agenda pública del heredero.

Su currículo para entonces era ya importante: entre otros cargos, directora de Asuntos Corporativos de Sony Europa, editora en «Daily Mail» y British Sky Broadcasting, consultora para el Centro de Prensa de China en la Universidad de Westminster, responsable de Make Relieve y jefa de publicidad en la BBC. Fue precisamente en la cadena pública cuando Osman tuvo su primer contacto con la familia real. O mejor dicho, su primer contacto con una gran polémica de la familia real. En 2007, la BBC emitió un trailer del ya famoso documental «Un año con la Reina», donde se daba a entender que la soberana había abandonado bruscamente una sesión con la fotógrafa Annie Leibovitz cuando le pidió que se quitara la corona. Sin embargo, en realidad el material fue filmado mientras Isabel II iba hacia la sesión de fotos, por lo que se entendió que la BBC manipuló las imágenes.

Aquello fue todo un escándalo que llevó a la renuncia de varios directivos, entre ellos, Peter Fincham, el entonces responsable de BBC1, y Jane Fletcher, a cargo de publicidad. Sin embargo tanto Osman, quien era la jefa de Fletcher en ese momento, como el por entonces director general, Mark Thompson, salieron ilesos. Es más, en una posterior investigación independiente que criticó «errores de apreciación, malas prácticas y sistemas ineficaces» de la cadena pública ni si quiera se mencionó su nombre.

La cuestión es que poco después de estar a las órdenes del príncipe Carlos, la periodista demostró su valía. Y en enero de 2014, la Casa Real británica anunció la fusión de las oficinas de prensa de Isabel II, su primogénito y los duques de Cambridge, una decisión que se enmarcó como una «sucesión tranquila». Desde entonces, Osman está al cargo de un equipo de más de 40 personas. Aunque eso sí, todas las decisiones tienen que pasar por Christopher Geidt, el secretario privado de la reina.

Bajo su dirección, el equipo se comunica principalmente a través de las redes sociales. «Esta presencia en internet existía antes de la boda real entre el príncipe Guillermo y Catalina, pero en los últimos años ha sido fortalecida», asegura a «Le Figaro» el experto en realeza Stéphane Bern. «El objetivo es tener cada vez seguidores, especialmente en Twitter, y demostrar todo lo que la monarquía hace por el país», recalca. «A través de estos canales se pueden seguir en directo todos sus pasos, se transmite diariamente su historia. Y de esta manera se potencia la proximidad y reconciliación de la familia británica con sus súbditos», recalca.

No cabe duda, de que la llegada de Kate Middleton supuso un aire fresco que impulsó la popularidad de la corona hasta los niveles de los días gloriosos de Lady Di. Pero, según el experto, gracias a las redes sociales, la imagen de la familia real en conjunto se ha visto reforzada. Pero Osman es consciente del valor que tiene al mismo tiempo la tradición. La prueba más reciente quedó patente el pasado dos de mayo, con el nacimiento de la princesa Carlota, la segunda hija de los duques de Cambridge.

La noticia llegaba a primera hora de la mañana a través de la cuenta de Twitter del Palacio de Kensington. Y en cuestión de segundos se convertía en «trending topic» global con 4.500 tuiteos por minuto. Sin embargo, previamente, como marca el protocolo, la reina había sido informada primero y el pregonero Tony Appleton inyectó luego la pompa que tanto gusta y, ataviado con su traje tradicional, daba la buena nueva con su voz grave a todos los congregados a las puertas del hospital.

Un hashtag permitió a los padres de los niños nacidos en el mismo día publicar fotos de sus bebés y formar parte del álbum real digital. El día después, la cuenta de Twitter de Kensington también fue utilizada para publicar el certificado de nacimiento, en definitiva, una prueba más del plan orquestada por Osman para dar forma a la ya bautizada como «Monarquía 3.0».

Kristina Kyriacou: la secretaria de comunicación que defiende al príncipe carlos a bolsazos

En un acto al que acudía el príncipe Carlos, Kristina Kyriacou dio la nota llevándose por delante al periodista de Channel 4 News, Michael Crick, y a su micrófono. El reportero aguardaba paciente a que Carlos de Inglaterra bajara del coche, para asaltarle en la distancia, y preguntarle acerca de la correspondencia personal entre su majestad y diversas personalidades, entre ellas Tony Blair, el primer ministro desde 1997 hasta 2007. El periodista no dudó en preguntarle al monarca si estaba preocupado por esas cartas. Obviamente no obtuvo respuesta. En su lugar Kristina Kyriacou le empujó y se llevó consigo la esponja del micrófono, que tiró al suelo después. Todo comenzó hace diez años cuando Rob Evans, periodista de «The Guardian», solicitó copias de las cartas, al considerarlas de interés público, y amparándose en la Ley de Libertad de Información. El conflicto se aclaró el 13 de mayo cuando se hizo público su contenido. En ellas el heredero expresaba sus preocupaciones por el país así como sus creencias personales.