Athletic de Bilbao

La pitada, en el Camp Nou

El Camp Nou, sede elegida.
El Camp Nou, sede elegida.larazon

La Federación decide por votación que la final de Copa se dispute en el estadio del Barcelona.

Quizá no estaba en el guión, pero la falta de acuerdo entre los representantes del Barcelona y el Athletic Club, reunidos ayer en la sede federativa, obligó a que los directivos de Ángel María Villar votaran la sede donde se disputará la final de la Copa, primera que preside Felipe VI como Rey, y la democracia popular de los dirigentes del fútbol español se inclinó por el Camp Nou como escenario del encuentro que cierra la temporada el próximo 30 de mayo. Un broche que no podrá ser de oro porque los pitos al himno están garantizados, como ya ha ocurrido siempre que catalanes y vascos se han enfrentado en la finalísima.

Ahora, además, los decibelios serán mas fuertes porque el Camp Nou es el estadio con mayor capacidad de España. Y en el reparto de localidades –un tercio para el Barça, un tercio para el Athletic y el otro tercio para la Federación, que las reparte entre sus patrocinadores y compromisos–, los seguidores del conjunto rojiblanco y del azulgrana recibirán alrededor de 35.000 entradas. Desde Bilbao el desplazamiento será masivo, aunque ellos hubieran preferido jugar en San Mamés, y para los hinchas del Barcelona la comodidad será mucho mayor al jugar en casa, aunque habrá peñas del resto de España que acudan a apoyar al equipo.¿Por qué se ha llegado a este escenario? La historia es sencilla. Desde el mismo día que el Barça y el Athletic se clasificaron se comenzó a especular con el escenario de la final. La preferencia de los dos clubes era el Santiago Bernabéu, pero el Real Madrid no estaba dispuesto a solicitar a la Federación el poder organizarla porque los socios madridistas se han manifestado en contra de dejar su estadio. Florentino Pérez asumió el recado de la masa social, se enfadó con Bartomeu, y se lo recriminó el pasado domingo en Barcelona, en la comida previa al clásico, que los dos finalistas hubieran pedido a la Federación por escrito jugar en el Bernabéu, cosa que nunca se ha contemplado en la «casa de Villar» por lo expuesto anteriormente.

Ayer, antes de la reunión entre los clubes, se barajaban tres campos: La Cartuja, el Villamarín y Mestalla. Y no hubo acuerdo entre el presidente del Athletic, Josu Urrutia, y Albert Soler, representante del Barcelona. La mediación de la Federación, con Jorge Pérez, Esther Gascón y Miguel Ángel López, no surtió efecto y todo quedó en manos (la votación fue a mano alzada) de la junta directiva presidida por Villar.

Y los directivos decidieron proponer Barcelona o Bilbao como sedes, lo que, en principio, no estaba en el programa porque Bartomeu había explicado que no quería ser anfitrión de un partido en el que su equipo podría perder. Y tampoco Urrutia veía bien ir al estadio del rival, aunque las aficiones estuvieran equilibradas. Para el mandatario del Athletic, el Barça gozaba de ventaja.

Y hubo que votar. En la primera votación quedaron descartadas Sevilla y Valencia (27 votos contra 17 y uno en blanco), por lo que hubo que recurrir a una segunda votación en la que el estadio del Barcelona se impuso a San Mamés por 26-18. Una mayoría de directivos del fútbol español, entre los que se encontraban Joan Gaspart y Sandro Rosell, entre otros, han decidido que el Camp Nou acoja una final de Copa, que desde hoy y hasta que se celebre estará rodeada de la polémica, porque lo que es seguro –si no hay un cambio radical en el comportamiento, lo que se antoja imposible– es que los prolegómenos del partido serán tensos: pitos al himno, pitos al Rey, en un estadio plagado de esteladas e ikurriñas.

La Federación asume lo que va a ocurrir. Su presidente Villar esconde la cabeza debajo del ala y no se pronuncia, mientras que desde el Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal, bilbaíno e hincha del Athletic, reconocía que «los pitos son un germen de violencia», por lo que apelaba al «sentido común» de los aficionados. La Liga había sido más drástica en su posición. Javier Tebas, su presidente, es partidario de suspender el partido si hay pitos, sumándose así a la postura de Esperanza Aguirre, presidenta del PP de Madrid, que fue la primera en saltar a la arena. «Si hay pitos, que se suspenda el encuentro y se juegue a puerta cerrada», vino a decir la candidata a la alcaldía madrileña. Más complicado, porque su desarrollo parece difícil de ejecutar, es lo que pidió María Dolores de Cospedal, presidenta de Castilla-La Mancha y secretaria general del PP, que aboga por «desalojar del estadio a los que pitan». Muchas, pues, son las voces, a las que se unirán otras más en los próximos días, que exigen una final en la que haya el máximo respeto a los símbolos y a las instituciones.

Cosa que a Joan Gaspart, vicepresidente de la Federación, ex presidente del Barcelona y hombre cercano al PP, no le preocupa lo más mínimo. Al revés. «Sería un súper escándalo porque iría contra la libertad de expresión de la gente. Conozco al Rey y está por encima de estas cosas. Sabe que hay gente que está de acuerdo y en desacuerdo. La ventaja del fútbol es que en cuanto el árbitro toca el pito sólo hay un partido que los dos equipos quieren ganar», afirmó Gaspart, a la salida de la junta directiva.

«Estamos en un tema de libertad de expresión. Estuve en Valencia hace unos años, sé lo que pasó cuando se pitó el himno nacional, y yo no voy a pitar ni al himno ni al rival. No podemos obligar a 90.000 personas a hacer lo que quisiéramos. Sé lo que voy a hacer yo. Lo que hagan los demás se escapa de cualquier presidente o de cualquier estamento de la Federación», añade Gaspart, al que no le preocupa la imagen que se proyecte de España.