Música

La revolución empieza tocando el órgano

Cameron Carpenter, el «enfant terrible» de la música clásica, debuta en el Palau de la Música con obras de Bach y Liszt

El organista Cameron Carpenter ante uno de sus órganos digitales
El organista Cameron Carpenter ante uno de sus órganos digitaleslarazon

Cameron Carpenter, el «enfant terrible» de la música clásica, debuta en el Palau de la Música con obras de Bach y Liszt

Hasta la invención del teléfono, el órgano era el instrumento tecnológico más complejo realizado por el hombre. Sin embargo, su evolución durante el siglo XX lo relegó a un segundo plano, como un invento caduco, un símbolo de estatus y de interés historicista. Los grandes órganos de tubo pueden llegar a costar millones de euros, cuando su papel está limitado en los programas de los auditorios escasos y minoritarios.

En este contexto de crisis, un joven norteamericano de apennas 34 años está decidido a que el órgano reviva en la era digital. Su nombre es Cameron Carpenter y se ha convertido en un auténtico referente del órgano moderno y el azote de los viejos organistas, aquellos que creen que lo suyo es sublime y celestial y si la gente no lo comprende es que es estúpida. «Los que opinan que no importa la calidad, sino la cualidad del público son indignos, elitistas que se creen con derecho a decidir quién es un buen público y quién no. Por eso casi nadie va a sus recitales, sino son otros organistas. El órgano es un instrumento de la gente, está hecho para el entretenimiento y el placer. Lo demás es pretencioso», afirma Carpenter.

Este músico, una revolución en sí mismo, apuesta por la constante evolución del instrumento, y esto quiere decir declararse enamorado del órgano digital. «No existe órgano que sea más importante que la música y el organista que lo interpreta. Desde su inicio, estuvo determinado por los músicos que lo interpretaban, convirtiéndose en lo que ellos necesitaban en ese momento. Ahora lo que necesitamos es lo digital, esa es la tradición que tenemos que seguir, al de continuar adaptándonos», señala.

Este «enfant terrible» de la música clásica actúa esta noche en el Palau de la Música con un programa que incluye las «Funérailles» de Listz y las «Fantasía y fuga en Sol menos» y el «Trío Sonata en Sol Mayor» de Bach. Aunque éste sólo será la mitad del programa. la otra mitad la decidió ayer por la tarde, cuando entró en contacto por primera vez con el órgano clásico del Palau. «Hay que quitar todas las tonterías místicas y pseudoreligiosas que rodean el órgano. Es un instrumento tecnológico, una máquina. Como agnóstico, me alegro de que la iglesia lo ningunee porque así podemos recuperarlo para la gente», señala Carpenter.

Músico obsesionado y estudioso hasta el delirio de las claves y la historia del instrumento, el organista no ha hecho muchos amigos en la comunidad musical, pero ha enamorado a los oyentes.