Elecciones 24-M

Las «chuches» de Cifuentes

Cristina Cifuentes «funde» a diario la batería actualizando su estado en Twitter
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No ha parado ni un minuto pese a las secuelas del accidente. Su secreto: golosinas y café para subir la tensión.

Aunque asegura que se levanta a las siete de la mañana, los colaboradores confiesan que Cristina Cifuentes ya está mandando mensajes a las seis para organizar la jornada de campaña. Pero antes que nada «me tomo un café, para subirme la tensión», explica mientras avanza a paso ligero por el bulevar de Alonso Martínez tras debatir con el candidato socialista Ángel Gabilondo en el Colegio de Arquitectos de Madrid. Su coche la estaba esperando puntual, pero un camión se había llevado por delante el retrovisor y la candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid prefiere dar un paseo mientras los conductores arreglan los papeles.

Apenas son las diez de la mañana y Cifuentes y su equipo, unas veinte personas entre compañeros de lista, prensa y las esforzadas chicas de nuevas generaciones que reparten el «merchandising», está en marcha desde hace varias horas. Por delante les espera una jornada maratoniana, como tantas otras durante la previa electoral, que les hará recorrer más de 200 kilómetros por localidades madrileñas y castellano-manchegas en compañía de la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que quiere repetir como presidenta de Castilla-La Mancha.

«Normalmente desayuno salado, porque es lo único que me quita el hambre, y si puedo me hago una tortilla», comenta Cifuentes, mientras pide un café con leche gigante para llevarse al autobús, «para que me suba la tensión», repite. Después de doce días a todo tren, asegura que no le supone más esfuerzo del habitual, puesto que ya está acostumbrada a llevar un ritmo muy intenso de trabajo. «No tengo trucos, soy muy dura, pero es verdad que a raíz del accidente, de la disciplina que me impuse en la rehabilitación para salir adelante tanto física como psicológicamente, me encuentro más fuerte», relata. Hace menos de dos años, un terrible accidente de motocicleta estuvo a punto de costarle la vida, por eso no duda en pedirle «mucho cuidado» a una periodista que va a coger su «scooter» al salir del debate con Gabilondo.

Vitaminas para la voz

Aun así, en la recta final de la campaña se empieza a notar cierto cansancio y nada más subir al «cifu-bus», se toma dos pastillas para el dolor de cabeza. «También tomo vitaminas para la voz, porque perderla era mi mayor temor», confiesa, contenta de que, a estas alturas no se haya levantado afónica ningún día. Sobre la mesa del bus un montón de carpetas que organiza con diligencia un miembro de su equipo. Junto a ella, su jefa de prensa alterna las órdenes a los colaboradores, la atención a los medios y los comentarios a Cifuentes, para organizar las distintas peticiones de entrevistas.

De camino a Villanueva de la Torre, primera parada del día, a la candidata le da tiempo a reclamar más toallitas del «merchandising» del PP, que le parecen muy útiles, a pedir a su número 3, Jaime González Taboada, que alerte a la gente del municipio sobre su hora de llegada y a su número 2, Ángel Garrido, que averigüe a cuántos municipios llega el abono transporte fuera de la Comunidad de Madrid. «A punto de terminar la campaña, lo que echo en falta es tiempo. Me hubiese gustado visitar todos los municipios de la región», se lamenta, y rememora sus años como responsable territorial del PP en los que no dejó un rincón de la comunidad sin recorrer. El día anterior había visitado la planta de oncología infantil en el Hospital Niño Jesús y todavía comenta emocionada lo duro que es pero las ganas que le da de trabajar para conseguir poner en marcha la unidad de oncología para adolescentes que lleva en su programa.

En el primer acto, lleno total y reparto de selfies entre Cospedal y ella. Finalmente optan por posar con sus respectivos autobuses antes de seguir en carretera de camino al próximo punto de encuentro: Alcalá de Henares. «No me pongáis teleprompter que no lo voy a usar», reclama Cifuentes a su equipo, que trata de organizar el próximo discurso. Pasa la carpeta y bolígrafo de la Policía Nacional –en recuerdo de su anterior responsabilidad al frente de la Delegación del Gobierno–, se preparar el siguiente mitin. «La verdad es que esperaba más problemas, mayor contestación en la calle», comenta. En cambio, su experiencia de la campaña ha ido «in crescendo». «Cada vez hay mejores ánimos, porque al principio hasta nuestros propios militantes parecían avergonzados y ahora se han venido arriba. Sobre todo se nota en los pueblos pequeños, donde todo parece que se magnifica», explica, y recuerda que el único incidente reseñable ocurrió en Villaverde, donde la plataforma de afectados por las hipotecas les abuchearon en un mitin con la candidata al Ayuntamiento de Madrid, Esperanza Aguirre.

«Hay que mirar a la meta»

En Alcalá, el buen ambiente hace que las palabras del alcalde, Javier Bello, Cospedal y Cifuentes se prolonguen más de lo previsto, lo que les deja sin apenas tiempo para comer. En el bus de nuevo en la ruta hacia Aranjuez y después de que otro de los miembros de la caravana popular saque el «alijo» de chucherías y frutos secos, la candidata vuelve a estudiar su intervención ante un foro de mujeres mientras se retoca el maquillaje y la mayor parte de su equipo se echa una pequeña siesta.

Antes de llegar todavía hay tiempo para hacer bromas y porras sobre el resultado electoral, hablar de gatos y niños –la candidata tiene dos mininos a los que adora– y asegurar que no ha estado especialmente pendiente de lo que hacía la oposición. «En una carrera de fondo hay que mirar a la meta, porque si miras a los lados te pasan», comenta una de sus colaboradoras, y Cifuentes suscribe sus palabras, a la par que confiesa que «hay días que no me da tiempo ni a mirarme el periódico».