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Naty Abascal: «No quiero saber nada de Podemos»

La Razón
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Siempre le cuelgan el mismo sambenito. Y como dice: «Ni bebo agua del grifo», aunque le duele por sus hijos.

Naty Abascal cuando se levanta lo primero que hace es beberse el zumo de medio limón con agua templada, pero no del Canal de Isabel II: «Yo nunca bebo agua del grifo». Desde hace quince años no come carne, pero sí pescado; tampoco prueba la pastelería industrial, el azúcar, y el típico pescaíto de su tierra le produce pesadez de estómago. Es alta y delgada por herencia familiar y posee un sentido del humor y una «vuelta de todo» admirable en una mujer que mira siempre hacia delante y para la que las perturbaciones del pasado son «prehistoria». Es una trabajadora insaciable, no porque a estas alturas lo necesite para comer, sino para vivir porque se oxidaría sin hacer nada.

Confiesa que tiene un «noviete» pero no quiere dar más pistas «en este país de porteras», entre las que me incluyo, donde el chisme hace daño a su familia pero no a ella porque, si fumase, se fumaría un puro a la salud de todos los que la critican. Ella fue Grande de España de un vetusto ducado que hoy le corresponde a su hijo mayor. Naty aceptó la invitación a comer con la Peña Cuarto Poder en su sede de Casa Lucio y ella, que no probó los huevos estrellados («no como fritos»), se zampó un plato de verduras hervidas, regadas con aceite virgen extra, un pez a la plancha y de postre un té. Y, por cierto, se bebió dos copas de agua mineral. Esta es la entrevista «on the record», el «off the record» se queda en Casa Lucio.

–La última polémica ha sido un vídeo tuyo que parece lo que no es...

–La gente no tiene ni idea porque eran las nueve de la mañana. El vídeo lo hice porque un amigo mío brasileño que me lo encuentro en todos los desfiles, me dice «voy a grabarte un vídeo muy divertido» y este año en el desfile de Chanel habían hecho una brasserie por donde se sentaban las modelos y pedían un zumo. Se me ocurrió coger un pan y leer un cartel que ponía, ensalada Grabielle Nature y dije: «Pan y Ensalada Gabrielle Nature», mi amigo colgó el vídeo en su Instagram y de ahí alguien lo cogió y empezaron con todas esas tonterías que se han dicho. La gente paleta indocumentada empezó con todas esas tonterías porque eran las nueve de la mañana en el Grand Palais de París y en el desfile de Chanel que simulaba un bristó, pero a mí no me importa porque la gente no tiene sentido del humor.

–¿Y ni habías bebido, ni te pasaba nada?

–Es que hablan del año de la pólvora y me siguen colgando el sanbenito. Lo que hay que hacer es no hablar de eso y es lo que me dijo el abogado: que me mantuviese en silencio, pero eran cosas contra mi honor y mis hijos son los que se enfadan y lo pasan mal. Yo estoy por encima de eso y me da igual.

–Por cierto, ahora que mencionas a tus hijos, ¿Cuándo estás con tus nietos?

–Ahora los veo menos porque viven en Barcelona. Me encantan los niños y lo que siento es no poder estar más con ellos. Cuando estaban en Madrid los veía mucho, ahora cuando estoy en Valencia me acerco en un tren a verlos. Dentro de pocos días estaré con ellos. Cuando eran chiquitos les enseñé a llamarme «Abu», que era más corto, y así se quedó.

–¿Qué opinas de Podemos?

–Uff, yo no quiero ni saber.

–¿Echas de menos ser duquesa?

–Por Dios qué antigüedad, eso es del año de la pólvora. Ésa es una pregunta de la prehistoria. En el mundo en el que me muevo no les importa absolutamente nada, lo que importa es mi profesionalidad y mi trabajo, que es por lo que me valoran. A mí me cogen porque soy Naty Abascal y mi trabajo está muy valorado no sólo aquí. Tú vas a Rusia y todo el mundo me conoce y en toda Latinoamérica saben quién soy yo. Me buscan por mí misma.

–¿Y en qué continente se encuentra tu novio?, ¿es difícil mantener esa relación en la distancia?

–Y eso qué importa. Lo mejor es no hablar de esto en este país de porteras, es mejor no decir nada. El chisme es lo único que gusta. Es difícil mantener una relación de pareja en la distancia pero todo se arregla. Se ponen mensajitos o te ves cuando se puede.

–¿Te volverías a casar?

–¿Yo? No.

–¿Le has dado algún consejo a tu nuera de ex duquesa a duquesa de Feria?

–¿A mi nuera? No, ella es muy lista y sabe muy bien cómo tiene que actuar, así que no tengo que darle ningún consejo.

–¿Te cuesta que la gente se ponga la ropa que escoges para las producciones de moda?

–Yo no tiro la toalla. Los armarios están llenos de «low cost» y hay mucha gente que dice: «Esto no me gusta». Pero es que a lo mejor no están acostumbrados a ponerse trajes buenos y no saben lo que es porque no lo entienden y eso me cuesta, pero nunca lo van a comprender. Les trato de convencer con buena mano y se lo ponen.

–¿Qué te parece que la Reina Letizia vista de «low cost»?

–Yo encuentro que va estupendamente. Soy monárquica y creo que tenemos unos Reyes fantásticos. He conocido más al Rey emérito y a Doña Sofía. A los actuales los conozco, pero todos son estupendos.

–¿Alguna vez te han pedido consejo estilístico en La Zarzuela?

–No, nunca.

–¿Qué haces con la ropa cuando haces limpieza de armarios, se la das a las monjitas?

–Muchísima. Se la regalo a sobrinas mías o a mis amigas, pero con un 41 de zapato es difícil que le sirvan a todos. Yo no tengo tanta ropa para tener habitaciones llenas de trajes.

–¿Con lo que has trabajado y ganado ya podrías retirarte?

–No me gustaría nunca estar tumbada en el sofá porque necesito estar haciendo algo. No soy una persona para estar sentada todo el día. Oscar de la Renta me decía que lo peor era dejar el trabajo porque uno se oxida, y, por supuesto, voy a seguir su ejemplo y voy a seguir así hasta que me muera.

–¿Qué te queda hacer?

–Seguir aprendiendo y continuar haciendo muchísimas más cosas y cada vez mejor.

–¿Harías un calendario con la gente de «Gran Hermano»?

–¿El Hermano, qué?, ¿Eso qué es? Yo no veo televisión, pero sí, claro, por qué no.

–¿Y a Belén Esteban?

–Pero eso es como la prehistoria, eso también es del año de la pólvora, yo la vestí hace muchos años.