Roma

Sandra Torlonia, la mayor confidente de Don Juan Carlos

Los aristócratas italianos Clemente Lecquio di Assaba junto a su esposa, Alessandra, en una imagen tomada en los años 60
Los aristócratas italianos Clemente Lecquio di Assaba junto a su esposa, Alessandra, en una imagen tomada en los años 60larazon

Muchos fueron sus encuentros en suelo italiano y suizo. La madre de Alessandro Lecquio, cuyo funeral se celebra hoy en Turín, no era una simple prima para él.

Uno de los mejores regalos que te puede hacer esta profesión es conocer a personajes realmente interesantes. Sandra Torlonia fue una gran desconocida hasta que su hijo Alessandro Lecquio di Assaba desembarcó en el bautizo del primogénito de su hermana Desirée acompañado de Ana Obregón. Ése fue el primer día que pude ver a la prima hermana del Rey Juan Carlos, cuyo funeral se celebra hoy en Turín. Sorprendía ya entonces su porte y su talante. Era la verdadera «Mamma», la jefa del clan a la que todos obedecían y respetaban. Sólo le hacía sombra la presencia de la infanta Beatriz de Borbón, la abuela del Conde Lecquio. Sandra Torlonia era la nieta mayor del Rey Alfonso XIII y, a pesar de su rancio abolengo, son pocos los que saben de su importancia, protagonismo y trascendencia en la vida de nuestro antiguo Rey.

La estrecha relación entre Sandra Torlonia y el Rey Juan Carlos se forja durante los años de exilio que la Familia Real española pasa acogida en Roma en el Palacio de Torlonia. Situado en la Via Boca di Leone, muy cerca de la Plaza de España y a unos minutos de la Embajada Española en Roma, los muros de este palacio guardan pasajes de la vida de nuestro Rey emérito. Sus correrías y travesuras por las galerías, estancias y caballerizas, sus escapadas de palacio por la puerta trasera y las travesuras de infancia se han ido como un secreto bien guardado con la prima favorita de Don Juan Carlos.

Eran como dos primos cualesquiera. Llegaron a ser muy cómplices, complicidad que, llegada la adolescencia y la madurez de ambos, nunca llegó a desaparecer. De esta relación tan pura e intensa entre primos hermanos sé por su hijo Alessandro y, sobre todo, por la infanta Beatriz. Un día estando en Roma por motivos de trabajo, la misma tarde en que Mar Flores desfilaba para Gay Matiolo y se hospedaba en el Albergo de Inglaterra frente al Palacio de Torlonia (casualidades de la vida), Alesandro Lecquio y el que escribe estas líneas aceptamos la invitación de la abuela de Dado, la infanta Beatriz, para merendar en palacio esa misma tarde. Fue un encuentro entrañable que nunca he desvelado por respeto a Sandra Torlonia, ya que fui presentado como un simple amigo español de su nieto Dado, presentación en la que se obvió mi condición de periodista y «paparazzo». Aunque seguro que la infanta Beatriz poco le hubiera importado. Era de esas señoras que lo único que le importaba era que fueras amigo de su nieto «...y basta».

La «espaguetada»

Fue una agradable tarde en la que se sucedieron las anécdotas familiares, entre las que Juanito, por el Rey Juan Carlos I, era casi siempre protagonista. Alessandro sabía qué preguntar a su abuela y ésta estaba encantada de relatar a un súbdito español cómo era la infancia del futuro Rey de España. De una librería, por arte de Dado, salieron varios álbumes de fotografías de la época. Ante mis ojos pasaron fotos que cualquier periodista hubiera deseado duplicar por su valor histórico e informativo. Estaba claro dónde me encontraba, con quién estaba compartiendo una taza de café y lo que representaba su hija, Sandra Torlonia, en la vida de nuestro Rey. Esta complicidad no llegó a perderse nunca. Sandra siempre actuó como mejor amiga y leal consejera con su primo favorito. En el amor y otros asuntos siempre supo por dónde pisaba su primo hermano. Nunca perdieron el hilo directo, ni siquiera durante la década en la que su hijo Alessandro protagonizó innumerables portadas de las revistas del corazón. Antes de su ruptura con Antonia Dell’Atte, al menos en una ocasión, la Familia Real degustó una «espaguetada» en la calle Espronceda de Madrid. Allí vivía un joven ejecutivo italiano de la Fiat, casado con una modelo de Armani y padre de un niño llamado Clemente. Esta parte de la historia seguro que les suena mucho más.

Pero volvamos a la relación casi fraternal de los dos nietos del Rey Alfonso XIII y la Reina Victoria Eugenia. Fueron muchos los encuentros en España y fuera de nuestras fronteras, con suelo italiano y suizo por testigos. Rara era la vez que no se veían en Madrid y muchas las llamadas al orden que el primo Juanito le hacía a Sandra para que el bisnieto mayor de Alfonso XIII recondujera su vida y abandonase las portadas del papel couché.

Con la muerte de Sandra Torlonia no sólo se ha ido una madre y abuela ejemplar. El pasado 31 de diciembre nos ha dejado una de las personas que mejor conocía la historia de la Familia Real española en el exilio. Sus memorias y vivencias junto a su primo y Rey creo que habrían sido, de estar escritas, un interesante, humano y enriquecedor capítulo de la historia de la Monarquía española. Con su marcha no sólo hemos perdido una de las últimas princesas europeas de verdad, también se nos ha escapado una parte importante de nuestra historia.