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Granizados, cuestión de sabores

Limón Granizado Horchatería «Helados Italianos Brustolon»
Limón Granizado Horchatería «Helados Italianos Brustolon»larazon

Cuando la calidad no es la excepción, sino la regla, no hay más remedio que embarcarse en su consumo.

El verano supone un enérgico trampolín para el consumo del granizado. Esta bebida transmite, empatiza, su consumo no pasa sin pena ni gloria. Se cumple el objetivo que desemboca como sustituto firme de postres. Es un refresco refractario al gusto del cliente. Hasta los clientes monoteístas abandonan su bebida favorita y prestan atención a nuestro protagonista.

Bebida de consenso necesario y universal. Frente al estruendo generalizado del refresco surge una bebida arraigada en las costumbres diarias que no requiere esfuerzo gustativo. Los refrescos multiglobalizados han subestimado la pujanza del granizado y han sido víctimas de su propio gigantismo como límite precursor del consumo.

El granizado ha conseguido nuestro respeto. Desafía abiertamente las reglas del poder del refresco al planear declaraciones unilaterales de buen gusto y abandona la fragilidad de su existencia comercial allende de nuestras fronteras.

Se mantiene al margen de las modas. Por cuenta propia. Así lo han dictado los clientes. Posee una capacidad de multiplicación liquida hasta el infinito, escarchado, raspado, etc, que permite filtrarse en cualquier mesa y revivir repentinamente como bebida de referencia. Sin mayor propósito que extraer de ella el disfrute sencillo. El peso del granizado en la sobremesa familiar estival tiene una importancia capital. No carece de momento adecuado. Presume de actividad social, todos los públicos.

Ahora bien, hay que estar prevenidos ante un granizado de desgaste, maquinaria no mantenida y contenido mal abastecido. Atención, extremen la precaución. El sistema hostelero tiene que protegerse puntualmente. Nos guiaremos por la senda de la transparencia gustativa.

Algunos refrescos languidecen sin que nadie se percate porque el gusto está cambiando de piel. Mientras otros refrescos muestran síntomas de fatiga, declive gustativo, infidelidades consumistas, los granizados dan una respuesta clara. Clásicos y emergentes dan estabilidad y evitan flaquezas consumistas. A veces los pequeños devienen en grandes.

Las tendencias cercanas a la coctelería resurgitan esta bebida. Las nuevas creaciones eluden el requisito de la unanimidad del granizado de limón, que con frecuencia impide abordar otros gustos y descubrir nuevos sabores.

Sencillez es la palabra que mejor define al granizado. Sabor, y frescura son el paradigma de la sencillez. Polivalente como pocos, imagen de marca estival. El refresco perfecto para cualquier persona. De refresco a icono estival. Costumbre heredada que nos permite superar los periplos de calor extremo. Carismático donde los haya. El granizado ha sido un refresco muy representado a lo largo de su historia. Una larga travesía para terminar con venerables «raspados» callejeros en Sudamérica. Los motivos de este éxito forman una larga lista, pero el más interesante es su versatilidad frutal. Tan simple como universal. Granizados, cuestión de sabores.