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Bienvenido, Mr. Wellington

El pueblo granadino de Íllora celebra hoy la boda de la hija del duque de Wellington, Charlotte Wellsley, con el millonario Alejandro Santo Domingo.

Bienvenido, Mr. Wellington
Bienvenido, Mr. Wellingtonlarazon

El pueblo granadino de Íllora celebra hoy la boda de la hija del duque de Wellington, Charlotte Wellsley, con el millonario Alejandro Santo Domingo.

Íllora ha sido cómplice de la preservación de uno de los secretos mejor guardados del duque de Wellington. Desde que en octubre de 2015 llamase a la puerta del alcalde el mismísimo Charles Wellesley, los illurqueses han participado activamente en la organización del que será uno de los días grandes de su pueblo: la multitudinaria boda de una de sus vecinas más ilustres, Charlotte de Wellington. Siete meses han sido suficientes para que los 10.500 habitantes del pequeño Gibraltar granadino, organizados bajo la batuta de una de las mejores «wedding planners» del planeta, dieran forma a uno de los eventos del año: la rural y flamenca boda de una de las grandes fortunas del mundo –con título nobiliario incluido– en una localidad a las afueras de Granada.

Para la casa de Wellington, dar soporte económico a la localidad que acoge su finca siempre ha sido una prioridad. Por tanto, no ha sorprendido a los vecinos que muchas de las tareas hayan recaído en la comarca. La decoración del interior, la jardinería y algunas labores de mantenimiento han sido encargadas a profesionales del Poniente granadino.

Todo comenzó hace unos años cuando la pequeña Charlotte, hija menor del duque de Wellington, se enamoró durante unas vacaciones de la iglesia de la Encarnación. Una suerte de réplica en miniatura de la catedral de Granada, donde decidió que algún día contraería matrimonio –aunque la religión que profesaba entonces y ahora sea la anglicana–.

Y así fue. En octubre de 2015 viajaba su padre a Íllora con el objetivo de comenzar las conversaciones con el recién nombrado alcalde de la localidad. Un hombre conciliador con el que sabía que las negociaciones fluirían. Tras varios años de turbulencia entre el antiguo consistorio y la familia, por fin comenzaba a aflorar una buena relación con los Wellington, a quienes intentaron expropiar la finca durante décadas sin éxito ante los tribunales de diferentes instancias.

Así pues, se celebró un primer encuentro entre ambos. Una «cumbre» casi de calado internacional en la que «discreción y confidencialidad» fueron las palabras más veces mencionadas.

En un español perfecto –tanto el duque como sus hijos hablan castellano con acento andaluz–, le trasladó al alcalde todos y cada uno de los pasos que debían seguirse para que la boda de su hija saliese según lo previsto. Lo primero: un donativo de más de 10.000 euros para reformar un retablo de un Cristo que sobrevivió la guerra y a un incendio y que debía lucir impecable durante la ceremonia. Asimismo, aceptó asumir todos los gastos de avituallamiento necesarios para abastecer el dispositivo de seguridad previsto para cubrir el evento. Una vez cerrado el aspecto económico, se ponía sobre la mesa lo más importante para el discreto duque y su hija: nada de montar un «Bienvenido, Mister Marshall» 2.0. Ni banderas en los balcones, ni a pie de calle, ni pancartas, ni mucho menos un desfile de trajes de gitana y de corto. Sobriedad y normalidad en un día en el que el pueblo se verá ya de por sí inundado de foráneos de todo pelaje. Tampoco regalos ostentosos. El Ayuntamiento entregará a los novios una carta de agradecimiento y una placa conmemorativa. «Testimonial, pero con mucho significado», en palabras del alcalde.

El pueblo durante este fin de semana se verá literalmente invadido por la alta sociedad de medio mundo. El novio, Alejandro Santo Domingo, segundo hombre más rico de Colombia, despierta casi el mismo interés mediático que su prometida. Si la fiesta de compromiso supuso un auténtico desfile de «celebrities» internacionales, la lista de invitados a la boda sorprende aún más si cabe.

Finca la Torre

La ubicación no supondrá un problema para los más de 300 invitados que acudirán a la cita. Los hoteles de gran lujo de Granada, así como su aeropuerto, alojarán al sofisticado elenco de testigos del enlace. Entre ellos destacarán James Blunt, Eva Longoria, Juan Manuel Santos, presidente de Colombia, el matrimonio formado por Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo, los príncipes Carlos y Camilla de Inglaterra y las hermanas Delevigne.

Las casi mil hectáreas de la Finca la Torre han sido testigo en innumerables ocasiones de encuentros entre grandes personalidades de la escena internacional. Es uno de los reductos de intimidad más solicitados por las grandes fortunas –reales y no– de medio mundo para escapar de los paparazzi. Además de una superficie dedicada a la agricultura, alberga un coto de caza. Entre los invitados más ilustres que allí se han hospedado están el Rey Emérito y la Infanta Elena, así como el príncipe de Gales y su actual esposa, quienes disfrutaron de las instalaciones durante sus años de noviazgo furtivo. Aunque nunca se han dejado ver por el pueblo.