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Conexión Hinojosa: la familia charnega de Mas

Patricia Mas y Rubén Torrico, en la imagen con sus padres, se casaron en el verano de 2013 tras conocerse en Reino unido en un viaje de estudios
Patricia Mas y Rubén Torrico, en la imagen con sus padres, se casaron en el verano de 2013 tras conocerse en Reino unido en un viaje de estudioslarazon

El president será abuelo en pocos meses. La RAZÓN habla con los familiares de su yerno: «Son reservados al hablar de política, sobre todo ahora»

Hay familias que el Día de Todos los Santos recorren España de norte a sur, de este a oeste, para rezar por sus difuntos. 873 kilómetros, una eternidad, separan Sardañola del Vallés de Hinojosa del Duque, el trayecto que une Barcelona y Córdoba después de atravesar Tarragona, Castellón, Valencia, Albacete y Ciudad Real. Ese día, fiesta de guardar en la cristiandad, hay emigrantes andaluces residentes en Cataluña que siguen honrando a sus ancestros con el devoto reclamo del hogar eterno. En el cementerio de Hinojosa, situado en la ruta mozárabe del Camino de Santiago, descansan restos de los Torrico, apellido que en este municipio cordobés de 7.500 habitantes se remonta a varios siglos atrás. Son los antepasados de la familia política de Artur Mas.

El presidente de la Generalidad será abuelo en pocos meses. Su hija, Patricia Mas Rakosnik, dará a luz a finales de año a una pareja de gemelos, en cuya concepción ha contribuido en una parte ponderada Rubén Torrico Franco, padre de las criaturas e hijo a su vez de un vecino de Hinojosa del Duque. Es Ángel Torrico, patriarca de la familia y consuegro del «president», uno de aquellos cientos de miles de andaluces que emigraron a Cataluña en la década de los sesenta en busca de un porvernir.

Ahora, casi 50 años después, este Torrico charnego compartirá nietos con el clan Mas Rakosnik en medio de una incerteza propia de otros siglos. En un momento de recogimiento hogareño, rodeado de los vástagos de su hija y su yerno, Artur Mas podrá mirarse al espejo común catalán, al crisol, al del abuelo que lidia con nietos cuarterones y que usa el castellano en la intimidad. A la vejez, viruelas. Y al nacer, extranjeros en la casa.

«Dos que viven en un mismo colchón se vuelven de la misma condición», recuerda José Luis Monje, vecino de Hinojosa, a quien de Cataluña le quedan únicamente coordenadas espaciales y temporales. En 1971 marchó a Sardañola. Ángel Torrico, el consuegro de Artus Mas, residía entonce en Cornellá. «Él y su hermano eran herreros. Al llegar a Barcelona trabajaron en una empresa de aluminio y vidrio. Luego Ángel montó su propia empresa. Es gente emprendedora», explica Monje en una mesa que saca por las tardes el bar El Pozo, sede de la Peña Bética de Hinojosa. Esta peña, cuando llega la visita de «los jordis», apelativo cariñoso con el que se conoce en Andalucía a los emigrados catalanes, se convierte en parada y fonda obligatoria de los Torrico, parte de esa infantería catalana del Betis que colorea de verdiblanco el Cornellá-El Prat, el Camp Nou, el Montilivi o el Miniestadi.

«No son realmente muy aficionados al fútbol», avisa Monje, pero sí parecen ser de la comunión de la identidad. Ahí está el fútbol y ahí está el Betis. Y ahí está esa veintena de hinojoseños béticos que hace el peregrinaje dominical al Benito Villamarín para ver jugar al Betis en casa. También es Sevilla el destino habitual de Rubén Torrico, abogado con asuntos en la capital andaluza. Las cuestiones profesionales de Lexben Advocats, que es el nombre del despacho del que es socio, trae periódicamente a Torrico junior al sur. Y si Sevilla es uno de sus destinos en lo laboral, Hinojosa lo es en lo universal.

De los Torrico barceloneses pueden hablar los Torrico hinojoseños. De ahí a que lo hagan abiertamente tira un trecho de al menos 873 kilómetros hacia el nordeste. Cuando se trata de comentar sobre la familia emigrante, entre la parentela hinojoseña impera la precaución, una cautela que se traduce en anonimatos. Un primo cuenta que lamentablemente no pudo asistir a la boda que unió al Torrico cordobés y a la Mas barcelonesa, pero como si la montaña no va a Mahoma, «la pareja ha venido a alguna celebración aquí. Se van encantados. Les gusta mucho el pueblo y el campo», detalla.

De la querencia de la familia política de Artus Mas por las regiones de España hablan sus rituales. También sus aficiones. Se cuenta que han visto a Rubén Torrico participando en fiestas amenizadas por capeas. Ah, las trincherillas. En Hinojosa la ganadería continúa siendo un sector económico relevante. De ahí que, si lo pretendiera, el yerno de Artur Mas podría disponer de vaquillas hinojoseñas suficientes como para regentar un coliseo taurino. «Hasta China se exporta ya el jamón de aquí», comenta orgulloso este Torrico de Hinojosa, que prefiere las enumeraciones a las disquisiciones.

El primo Torrico se ha pedido un café en «El Cazador», un restaurante de carretera pespunteada por tractores y vehículos que transportan el porcino de bellota en dirección al norte. «El otro día hablaba con un transportista que dice andar buscando rutas alternativas al paso fronterizo, por si se da el conflicto, porque por La Junquera ya no se podría pasar a Francia sin pasaporte, ¿o sí?». Con las familias ya se sabe. De repente se tiene un hijo o un sobrino que se enamora de la hija del «rey sol» catalán. Un par de criaturas mestizas resultan los lodos de aquellos polvos. El origen de esta historia de amor se sitúa en el Reino Unido. Los jóvenes Rubén Torrico y Patricia Mas se conocieron en tierras británicas mientras realizaban un viaje de estudios. Años después, en 2013, la pareja contrajo matrimonio en Menorca tras llevar un año de convivencia. Algo de lo más común en nuestros tiempos, como que haya quienes tachen de charnegos a los nietísimos por la gracia de la nación.

«Son reservados al tratar de política, sobre todo ahora», señala este Torrico hinojoseño, quien asegura que el tío Ángel, cercano a la edad de la jubilación, conserva la esperanza de «volver algún día al pueblo, al menos pasar aquí temporadas largas». Hinojosa es hoy un municipio muy diferente del que dejó Ángel y los cientos de jóvenes que migraron hace casi medio siglo y que ahora visitan en Semana Santa, Navidad o en el Día de Todos los Santos. Los Torrico de Barcelona, que vendieron hace tiempo su casa, se hospedan en una casa de campo familiar en la hora de la visita.

Hinojosa parece hoy recién encalada. Tiene institutos y un polideportivo nuevos, un museo etnológico, un centro cultural, una residencia para mayores y ha tenido la mención del municipio turístico del año. Nada que ver con aquel pueblo sin inodoros que se redujo a la mitad desde 1960 a 1980 después de la gran migración. Como entonces, el cereal, la encina y el olivo, así como la oveja, el cerdo y el vacuno, siguen siendo el sustento de numerosos hinojoseños, al margen de esa manutención propia de tierras socialdemócratas, sea Córdoba o la periferia barcelonesa.

De los pastos de la posguerra brotaron los miles que una vez se marcharon a Cataluña, edén laboral por la gracia de los siglos. Allí pasaron a ser las mitocondrias de aquel organismo que, bajo amenaza de autoamputación, impugna hoy la ley de la supervivencia. Para seguir sobreviviendo, Ángel Torrico, el patriarca hinojoseño, ya sexagenario, pasó a regentar un bar no lejos del casco antiguo de Barcelona, aportando sus últimas contribuciones con la que volver algún día a Hinojosa. Pero si fuera por Mas, su consuegro y el otro abuelo de sus nietos, ese regreso a la tierra de sus difuntos se producirá por aduanas.

La patrona catalana

Hay milagros que no existen. En Sardañola del Vallés (Barcelona) hay familias que están depositando sus ingresos en entidades bancarias de otras comunidades, lo que revela la situación de unos ciudadanos con temor de Dios. La incertidumbre genera temblores, por mucho que se prometa el paraíso o el limbo, según el caso. Ya se sabe: una vez ocurrida la transubstanciación, los sanadores de lo corriente devienen en santones de lo milagroso. Dado el caso, tal circunstancia sucede aquí, en Sardañola y en Lima. Además de compartir el título de municipio hermano con Hinojosa del Duque (Córdoba), Sardañola es la sede de la hermandad filial de Nuestra Señora de la Virgen de la Antigua, patrona del municipio cordobés. Allí, cada mes de mayo, la parroquia de San Martín acoge la reunión de unos 300 emigrantes andaluces que acuden a celebrar las fiestas patronales. Ángel Torrico, consuegro de Artus Mas, también lo ha celebrado con quienes eran sus vecinos 50 años atrás. Se trata del fortalecimiento de los lazos, pues la identidad se compone también de esos detalles. Y los hay que, sin un destino seguro para los ahorros de toda una vida, piden a la Virgen que interceda por el fin de este contradiós.