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El artículo de Lomana: los huesos no son acogedores

En el funeral de Paloma Gómez Borrero
En el funeral de Paloma Gómez Borrerolarazon

Llega esta época en la que empiezan con la «matraca» de los regímenes y los kilos, creando en las mujeres la sensación de que, si tienes una talla por encima de la 40, te impedirá ser deseable y disfrutar de una vida sexual fabulosa. Este bombardeo absurdo es incierto y sesgado por el marketing: nos quieren vender cosmética, aparatos de gimnasia o una marca de cereales y yogures que no engordan. Esto supone una carga atroz para la autoestima de las mujeres, que se pasan media vida luchando contra la báscula y su peso saludable dependiendo de su constitución y estructura ósea. A todas, si nos preguntan, diríamos que querríamos adelgazar dos o tres kilos, esos imposibles de reducir porque en realidad, nos guste o no, son los que van con nuestras características físicas. Si la felicidad se alcanzase teniendo una talla 36, no veríamos a tantas «celebrities» quejándose de su escasa y poco satisfactoria vida sexual.

Siempre he defendido el peso saludable y a las mujeres «acogedoras», y desde luego los huesos no lo son. La mayoría de los hombres no piden a su esposa que parezca una modelo, sino que sean positivas, buenas compañeras para compartir alegrías y tristezas, pero fundamentalmente que no se pasen la vida quejándose. ¿Acaso hay algo más agradable que salir con tu pareja y darte un buen homenaje comiendo y disfrutando de la vida? Mantengo una teoría, quizá para algunos absurda, pero de la que estoy convencida: a las personas que no disfrutan con un rico dulce o un buen vino tampoco les gusta hacer el amor porque hacerlo forma parte del disfrute de la vida. Los hombres, en general, son menos exigentes con ellos mismos y más felices. No tienen ningún remordimiento por tomarse una docena de cervezas, pueden aumentar tres kilos y ni se dan cuenta. Aprendamos a decir no a esa tiranía de la moda y los kilos. Seamos personas sexis, sanas y apetecibles, sin importar nuestra talla. Mi consejo para todos, hombres y mujeres, es que seamos más libres ante tanto estereotipo, mucho más egoístas para mimarnos y hacer lo que nos dé la gana si eso nos hace felices. Deberíamos empezar el día con tiempo y tranquilidad, aunque nos levantemos una hora antes, para poder despertarnos sin hablar mucho, tomarnos un buen desayuno como si cada día fuese domingo, leer los periódicos y escuchar la radio. Así seguro que te enfrentarás al día con mejor talante.

A lo largo de mi vida he tenido a mujeres como referente y, por encima de todo, las he admirado por su inteligencia y libertad, sin olvidar su elegancia y estilo. Adoré a modelos como Lauren Hutton, que trabajó para Estee Lauder en los años 70 y también en el cine junto a Richard Gere en «American Gigolo». Era perfecta en su imperfección, una gran aventurera que podía perderse meses en la selva. Otro de mis ídolos fue Tamara de Lempicka, gran pintora , aristócrata y revolucionaria que escandalizó a la Europa del siglo XX. Al igual que Frida Kahlo, rompió todos los moldes en México, país donde la supremacía de lo masculino supeditaba a la mujer al varón. En su obra expresó la identidad femenina desde su óptica, rechazando esa visión edulcorada de lo femenino. Khalo, pintora y fotógrafa surrealista, compartió su atormentada vida, marcada por la poliomielitis y un grave accidente, con el muralista Diego Rivera. Siempre vestía con las ropas típicas mexicanas y tenía una fuerza y una personalidad únicas. Visite su casa en Coyoacán (México), una preciosa casita azul donde vivió gran parte de su vida y que me emocionó mucho. Convertida en museo guarda hasta sus pequeñas libretas de notas y gastos, sus cartas de amor a Rivera, toda su maravillosa intimidad que nunca se borrará de mi cabeza. Mujeres que vivían más pendientes de su formación, de su intelecto, de su propia vida, que de su talla.