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El drama familiar de Azúcar Moreno

Toñi Salazar explica a LA RAZÓN cómo su sobrino Boby, que fue dado en adopción y tiene una discapacidad mental, se reencontró con su familia.

El drama familiar de Azúcar Moreno
El drama familiar de Azúcar Morenolarazon

Toñi Salazar explica a LA RAZÓN cómo su sobrino Boby, que fue dado en adopción y tiene una discapacidad mental, se reencontró con su familia.

Le llaman Boby y tiene 30 años. Es disminuido psíquico y sobrino de Toñi y Encarna, las Azúcar Moreno, y de Los Chunguitos. Su historia refleja un drama familiar hasta ahora desconocido. Fue en 1984 cuando la Comunidad de Madrid, por una serie de circunstancias, le retiraba a Aurelia Salazar, hermana de los anteriores, la custodia de su hijo. Ella falleció con apenas 44 años y la pista de Boby se perdió hasta hace unos meses, cuando consiguió contactar con su familia biológica. Son su hermana Encarna y sus tías las que desde entonces se ocupan de su cuidado. La primera tenía conocimiento de la existencia de este hombre porque así se lo descubrieron su madre y su abuela. Su tía Toñi explica en exclusiva a LA RAZÓN que «mi hermana Aurelia no podía hacerse cargo del niño por motivos personales y fue dado en adopción. Con el paso de los años, él quiso saber quién era su familia biológica y nos buscó hasta que nos encontró. Vive con mi sobrina Encarna, que es su hermana. Ha venido a nuestras vidas de repente, ha sido una gran sorpresa».

–Boby lo ha pasado muy mal.

–La realidad es que lo echaron de casa sus padres adoptivos de una manera vejatoria. Lo dejaron en la calle. Puedes imaginarte su sufrimiento...

–¿Por qué le abandonaron?

–No lo comprendo, es inhumano. ¿Por qué una familia que adopta a un niño cuando es pequeño tiene la crueldad de deshacerse de él de esa forma tan terrible?

–Es muy duro.

–Me siento indignada con la situación. No se puede tratar así a un ser humano. Le llamaban «gitano de mierda».

–¿Han intentado localizar a su familia adoptiva?

–Sí. Queremos hablar con ellos de buenas maneras, pedir explicaciones por su actitud denigrante. Pero no les localizamos. Lo natural, si adoptas a un crío, es que lo quieras como a tu propio hijo. Solo sabemos que se trata de un matrimonio mayor, nada más.

–Su sobrina Encarna intentó localizar a Boby durante muchos años, ¿no es cierto?

–Sí, y ha sufrido mucho porque no conseguía dar con su paradero. Esta historia es todo un drama. Boby tiene un alto grado de discapacidad, ha cumplido 30 años pero, mentalmente, es como si tuviera 10. Encarnita lo ha adoptado y le tiene en su casa, le da cariño, le mantiene y los demás ayudamos en lo posible. Encarna pertenecía al grupo Alazán, ya desaparecido, está casada y es madre de una niña.

–¿Le ven con frecuencia?

–Viene a la piscina de casa, está conmigo los fines de semana.

–Sabemos que su sobrino tiene ciertos problemas...

–Sí, Boby empezó a beber porque tenía un cacao gordísimo en su cabeza. Pensaba que su familia adoptiva no le quería y no encontraba a la biológica. Se vio perdido en medio de la calle. Menos mal que nosotros hemos podido recogerle.

–¿Cómo consiguió encontrarles?

–Boby nos veía en la tele y alguien le contó que éramos sus tías. Pero cuando hablaba de nosotras todo el mundo se reía porque pensaban que se estaba inventando esa historia. Era un chico que vagabundeaba por las calles, muerto de frío y de hambre. Su vida está marcada por el tremendismo, la incomprensión y la pena.

–Sin embargo, logró contactar con ustedes.

–Él deambulaba por el barrio madrileño de Vallecas, que es de donde proviene nuestra familia. Y la gente que nos conoce le facilitó nuestro teléfono. Nos llamó y quedamos para comer.

–¿Se creyeron su historia desde el primer momento?

–Tuvimos dudas, por eso quisimos hablar con Boby cara a cara. Y hemos comprobado al cien por cien que es familiar nuestro.

–Quizá su orientación sexual también fuera rechazada por sus padres adoptivos...

–Nos ha dicho Boby que le gustan los chicos, que es gay, pero eso no es motivo para repudiarle.

–¿Siente odio y rencor hacia esos padres tan desagradecidos?

–A pesar de todo, afirma que les quiere. Es un buen chico.

–¿Cuál es su nombre verdadero?

–No lo sabemos.

–¿Necesita ayuda médica por su discapacidad?

–Le están tratando, sí. Le llevamos al médico y nos ha dicho que es como un niño pequeño. Que hay que cuidarle mucho y darle cariño. En mi urbanización sale a los jardines y se pone a jugar con los niños de seis o siete años.

Salazar revela, además, un problema añadido: «A mi sobrino le da miedo reconocer su condición sexual, yo le he dicho que no pasa nada, que cada uno es lo que quiere ser. Y que es una persona normal y no tiene nada de lo que arrepentirse».

–Parece muy indefenso.

–Por eso hay que ayudarle y quererle. Nosotros no le dejaríamos solo en la vida, sería una total crueldad. Y espero que si su familia adoptiva lee esta entrevista se ponga en contacto con nosotros porque Boby quiere saber de ellos. Sin rencores.

Dentro de poco, Toñi y su hermana Encarna se irán de gira por Latinoamérica. Este verano han cantado en 45 ciudades españolas y el dúo vive momentos de gran felicidad profesional, además, participaron en el desfile que Francis Montesinos celebró en la Mercedes Benz Fashion Week Madrid. Nuestra interlocutora confiesa que le va a doler mucho separarse de Boby por motivos laborales, «porque le he cogido un gran cariño. Entre todos tenemos que ayudarle a que recupere la felicidad».