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El embarazo más anticipado de un Ángel

Meses atrás adelanté lo que no era supuesto pero detecté con ojo clínico, a veces también cínico. Aunque Shayk y Cooper no lo han confirmado, me aseguran que ya está de varias semanas.

Con gabardina, voluptuoso pecho, pómulos menos acentuados y una más que evidente tripa de embarazada, desfiló hace diez días Irina Shayk para Victoria’s Secret
Con gabardina, voluptuoso pecho, pómulos menos acentuados y una más que evidente tripa de embarazada, desfiló hace diez días Irina Shayk para Victoria’s Secretlarazon

Meses atrás adelanté lo que no era supuesto pero detecté con ojo clínico, a veces también cínico. Aunque Shayk y Cooper no lo han confirmado, me aseguran que ya está de varias semanas.

Ahora todos confirmamos con alborozo y fuegos artificiales su estado de buena esperanza. Que ya es de seis meses –me aseguran– de lo que Irina Shayk está embarazada. Resulta evidente, relevante, sobresale de su siempre estilizado tipazo, tan admirado entre nosotros desde que debutó en la Pasarela Cibeles, por lo que entonces cobró 30.000 euros. Lo intuí en su última visita barcelonesa, creo que inaugurando una tienda del Paseo de Gracia. Muy pechugona, ya mostraba barriguita. «¡Quita, quita!», rechazó lo que era un feliz augurio de maternidad, temiendo que su relación no durase. Quizá de ahí su cautela, pensando también que reconocerlo acaso ahuyentaría futuras publicidades de las que sólo buscaban su fina y exótica estampa.

El humor de la modelo estaba tenso queriendo esconder lo que no podía, ahora felizmente confirmado tras verla días atrás semitapada en el reciente desfile de Victoria’s Secret. El actor Bradley Cooper remató lo que no logró Cristiano Ronaldo, aunque la guapísima llegó a convivir con él en Madrid. Se nos hizo habitual, incluso con su carácter siempre cambiante, quizá insegura de lo que le esperaba junto al futbolista. El tiempo confirmó que estaba en lo cierto: pasaban los años, incluso conoció a la mamá del ídolo, y no caminaban hacia la vicaría. Se hubiese conformado con un Juzgado. Pero su amor no estaba por eso. Acabaron dejándose, no se sabe quién a quién, aunque parece evidente, porque ella estaba más que colada.

No pudo ser porque Cristiano prefiere ser libre para escapar a Marrakech siempre que el fútbol se lo permite. Allí lo conocen bien en el elitista Palace Club, lo más de la Avenue Echaude, a cinco minutos de La Mamounia y el lujoso Esaadi Palace, más espectacular aún, que tanto acogió al Churchill pintor. Un clásico mundial del que Carmen Ordóñez llegó a ser relaciones públicas, apoyada por su compadre, el decorador Adolfo de Velasco. Era un exiliado español, y no por razones políticas, que escogió Marruecos como refugio. En Tánger fue vecino de la multimillonaria norteamericana Barbara Hutton. Tenía un palacete en la Medina y entre sus siete maridos figuró el reconocido gay Cary Grant, que no le sirvió para mucho. Le dio poco uso, ávida siempre de sexo. Velasco tenía exquisitas tiendas en Tánger y otra en La Mamounia. En su casa estuvo el príncipe Mulay Rachid en la primera de las cinco fiestas casamenteras organizadas para la suntuosa boda de un heredero Hermés con la hija de Rostropovich. Fue un alarde donde Carmen, no Carmina, se encargó de organizar la noche flamenca y llevó desde Madrid todo un cuadro jaleado por el hermano de Mohamed VI, a los que crió una «nanny» de Valladolid. Habla el español con muy buen acento y su hermana tuvo amoríos, o más, con Miguel Báez Litri cuando Eugenia Martínez de Irujo lo dejó tras usarlo como consuelo de una trifulca con su entonces novio, Fran Rivera. En la boda valenciana de Enrique Ponce y Paloma Cuevas los sentaron separados por dos filas y me divirtieron las caras de circunstancia y apuro en unos y otros mientras la duquesita disfrutó enfrentándolos.

Pero lo dicho, Irina será mamá por fin y su gravidez destacó bajo los incontenibles bañadores de Victoria’s Secret, realmente ajustados con un busto enorme. Me alegro por ella y también por las censuras que recibí cuando, en esta sección, adelanté meses atrás lo que no era supuesto si no un ojo clínico, a veces también cínico.

Todos comentaron su innegable cambio, que hasta afectó a su cara, ahora de pómulos menos acentuados. Pero en este desfile, celebrado en París por primera vez –quitándole supremacía a los que siempre tenían efecto en Nueva York–, la modelo resultó más atractiva en esta imagen que le cuesta digerir. Ella es muy suya y todavía se niega a rechazar contratos, incluso para desfilar con bombo. Mantenerse hasta el último momento acrecienta el morbo y sube el caché. Hay mayor interés por verla y podría convertirse en una futura mamá con gancho publicitario aguantando hasta el final. Quizá eso anime a Bradley Cooper para pedirle matrimonio tras dos años de relación llenos de intermitencias por obligaciones profesionales de ambos. A Ronaldo lo controlaba más.

Repasar hasta lo exhaustivo el cuerpo ahora más ancho de Irina rebajó el interés hacia el resto de las cincuenta «ángeles», incluso la actuación de Alessandra Ambrosio y Adriana Lima, menos interesantes, sin «buena esperanza», que Irina. Aseguran que tras esto sus agentes ya han subido las tarifas, sacándole jugo al embarazo, pese a que aún no está confirmada la presencia de Irina en la Fashion Week barcelonesa de finales de enero. La situación es difícil mientras la pareja no haga oficial el embarazo. Quizá por eso aún la semana pasada el mánager barcelonés de Shayk desmentía el embarazo, porque no le constaba a una marca que pretendía contratarla. En este ranking tan oscilante, un centímetro o kilo de más –y parece que Irina ya ganó cinco– hace peligrar la vida de la artista.