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El hijo de Rocío Carrasco declarará contra ella

Aunque algunos cuestionen la capacidad de decisión del joven, él tiene muy claro lo que quiere y que defenderá a su padre a toda costa.

Rocío Carrasco acudió esta semana, dos días consecutivos, a los Juzgados de Alcobendas
Rocío Carrasco acudió esta semana, dos días consecutivos, a los Juzgados de Alcobendaslarazon

Aunque algunos cuestionen la capacidad de decisión del joven, él tiene muy claro lo que quiere y que defenderá a su padre a toda costa.

«Papá, siempre estaré a tu lado». Ya lo proclamó, anticipó, aseguró, aireó y afirmó días atrás a las pocas horas de alcanzar la mayoría de edad. Aunque algunos cuestionen su capacidad de decisión, dejó claro que sabe lo que quiere. Está dispuesto a declarar contra su madre, aumentando así lo que tiene de desquiciado culebrón que abre las carnes. Y no calló en ese momento tan decisivo que, casualidad, coincidió con que Antonio David Flores dejase fuera de juego a su ex tras el interminable rifirrafe que desde hace 17 años sostienen, renuevan y alimentan con nuevas quejas. Son incansables en esta rencilla de nunca acabar, a la que sin pudor alguno ambos echan leña. Rocío Carrasco no esperaba semejante «KO» desestabilizador, propinado por la decisión de la jueza que, sin duda harta, la puso en el disparadero. No cabía otra salida al planteamiento.

«O retira la denuncia porque desde hace un año no le devuelven a su hijo tras las últimas vacaciones agosteñas (ella tampoco lo reclamó) o archivo el expediente, que no tiene razón de ser, y usted pagará las costas», le espetó la juez. La dejó noqueada, como en las peores noches de Pedro Carrasco, que, igual que Rocío Jurado, morirían de vergüenza al ver la cansina persecución perruna de esa hija idolatrada que no se habla con sus tíos Gloria y Amador, y evita a sus hermanastros colombianos, de los que destaca por mérito y desmadre propio Gloria Camila. Su primer tiempo en «Supervivientes» fue una verbena inacabable que cebó el morbo de la audiencia. Luego, nadie sabe si, mal aconsejada, varió su comportamiento, actuó menos agresiva y terminaron dándole una bien ganada patada en el trasero.

Con la tregua veraniega los expertos analizarán los exámenes psicológicos realizados estos días a la pareja. «Me han deprimido mucho», reconoció ella a su nueva panda televisiva a la que se agarra. Retomarán el «ring», machacona la hija de su adorada madre y el ex guardia civil trepador, a quien la cantaora libró de ser expulsado de la Benemérita tras sancionarlo duramente por haberse quedado con 20.000 pesetas de una multa impuesta por exceso de velocidad. La Jurado tocó las alturas solicitando clemencia. Mandarles como castigo a la barcelonesa Argentona aumentó el interés por una pareja que parecía modélica. Con ellos se fue «la bruja» Cristina Blanco, madre del actorazo Miguel Ángel Muñoz, que me soplaba cuanto ocurría en el chalecito. Aseguraba que él sentía particular simpatía por la asistenta. No se le escapaba una en su autoelegido personaje de hada madrina, posición que enfadó a la chipionera al verse desplazada por la pitonisa, a la que entonces consultaban desde María Teresa Campos, Marily Coll o Mae Dominguín a las jequesas árabes, lo más vip.

Rocío y Pedro ya no sabían qué hacer, estaban abochornados. Viví y hasta padecí el malestar familiar generado en los Carrasco-Jurado por un amor que desaprobaban. Rocío lloraba y Pedro sufría en silencio dándole buenos consejos, un amor de padre a veces maltratado conyugalmente, bien lo sabían sus íntimos, el doctor Abril y Ángel Nieto. Algún día lo contaré. «Quizá más tarde, Ro. Solo tienes l7 años. Disfruta, eres muy niña», le decían sus padres ante los abundantes escarceos que la obligaron a dejar el centro donde cursaba bachillerato. Allí lo más sonado fue encandilarse de Aitor Zayas, hijo de Massiel y el aristócrata politizado que poco la aguantó. La del «La, la,lá» rezaba para que el romance no cuajase. Y así sucedió ante el desinterés de su hijo, quizá asustado de lo que decían de su juvenil acosadora.

Ni una caricia

Estuve en su boda, la primera celebrada en la hermosa ermita de Yerbabuena, también luego marco del enlace entre Jurado y Ortega Cano. La niña fue peinada con un chorreo de tirabuzones, lógico complemento al tremendo vestido casamentero de Tony Ardón. Pasó a la historia porque de madrugada el torero babeó un «estamo mu a gustito». Quedó etiquetado en una boda inolvidable de la que entonces, salvo Rocío y Pedro, imaginaban los deprimentes resultados.

Siguen enconados 17 años después. Menuda insistencia rencorosa en la que siempre sacan punta. Esta vez perdió Rociíto (le crispa que la llamen así), pero no tuvo esa sensación el otro mediodía cuando al salir del Juzgado de Alcobendas vio a su hijo, tras un año separados, y no le hizo caso. Ni una caricia, algún abrazo o gesto mimoso que debería salirle del alma, con el corazón roto ansiando recuperar a la sangre de su sangre, que ya está tan perdida como la hija mayor. Parece que aún no perdonó que el niño no acudiese a su reciente enlace con Fidel Albiac. Contrastando, él se abrazó a Olga. Relevante y demoledor.

Queda pendiente de confirmar si Rocío fue maltratada o no. Y también las pretensiones de David exigiendo un pago mensual de 5.500 euros como pensión alimenticia de esos hijos mayores de edad. Argumenta que los mantiene y no tiene con qué. Como si fuesen gratis sus múltiples apariciones televisivas. Fidel Albiac los deja enzarzarse sin dar la cara justificando con un cómodo y escurridizo «no es cosa mía». Quizá así evita que le refrieguen su fracaso empresarial con dos negocios: una taberna y una tienda gourmet.