Casas reales

La conspiración de Carlos de Inglaterra

El día de la sucesión tarda en llegar, por lo que el equipo del príncipe ha puesto en marcha un plan para que el monarca participe más en las principales citas reales. «Hay que demostrar que existe un rey a la espera», asegura una persona cercana al hijo de Isabel II.

Durante el servicio de la Orden de Bath, que se celebra cada ocho años en la Abadía de Wentmister y fue en 2014, la Reina delegó por primera vez en su Maestro Mayor, el príncipe Carlos, la gran carga del acto que él al terminar selló con un beso
Durante el servicio de la Orden de Bath, que se celebra cada ocho años en la Abadía de Wentmister y fue en 2014, la Reina delegó por primera vez en su Maestro Mayor, el príncipe Carlos, la gran carga del acto que él al terminar selló con un besolarazon

El día de la sucesión tarda en llegar, por lo que el equipo del príncipe ha puesto en marcha un plan para que el monarca participe más en las principales citas reales. «Hay que demostrar que existe un rey a la espera», asegura una persona cercana al hijo de Isabel II.

Cuando el pasado agosto el duque de Edimburgo, de 96 años, se retiró oficialmente de la vida pública, todas las miradas se posaron sobre su esposa, la reina Isabel II. Pero a sus 91, la soberana ha dejado claro en más de una ocasión que no tiene intención alguna de abdicar. El gran problema es que a su heredero, el príncipe Carlos, podría estar acabándosele la paciencia. Según miembros de palacio, su propio equipo está dispuesto a «acelerar» los planes para aumentar su participación en los principales eventos reales para hacerlo coincidir con su 70 cumpleaños en noviembre del próximo año.

Para «The Times», el plan tiene incluso nombre: «Proyecto 70». Y la primera fase ya se habría ejecutado al forzar la dimisión de sir Christopher Geidt, el secretario privado de la monarca. La expulsión no tiene precedente alguno. Nunca antes la reina había prescindido de los servicios de uno de sus secretarios personales. Pero el rotativo indica que la salida se enmarca dentro de la gran tensión que existe en los últimos tiempos entre el Palacio de Buckingham –que representa a Isabel II– y Clarence House –residencia oficial del príncipe Carlos– ante una sucesión que parece no llegar nunca. «Hay que demostrar que hay un rey a la espera», asegura de forma anónima una persona cercana al príncipe a dicho rotativo.

En un inusual movimiento, las tres residencias reales –palacio de Buckingham, Clarence House y el palacio de Kensington, donde tienen su domicilio tanto Guillermo como Enrique– han negado que exista cualquier complot. Sin embargo, la supuesta trama no deja de protagonizar estos días la Prensa británica. Es más, los rumores se han acrecentado después de que Samantha Cohen, la tercera secretaria privada de mayor rango de la soberana, también haya renunciado a su puesto en solidaridad con Geidt. Dejará oficialmente el cargo en abril, después de la celebración en Australia de los Juegos de la Commonwealth.

Desde luego, la historia no tiene nada que envidiar a las tramas de la famosa serie «Juego de tronos». Y lo cierto es que Carlos tendría muchas razones para querer ocupar ya el trono. La principal, su edad. El príncipe de Gales es el heredero que más tiempo lleva esperando para convetirse en rey de la historia británica al ocupar desde 1952 el primer puesto en la línea de sucesión. Cuando se convierta en monarca será el de mayor edad de la corona del Reino Unido.

Clarence House insiste en que Carlos nunca ha exigido un papel más prominente dentro de la agenda real. «Durante los últimos años ha habido una relación de trabajo cada vez más estrecha entre todos los diferentes gabinetes de las casas reales y sus respectivos equipos. El príncipe de Gales y toda la familia real están comprometidos en apoyar a la Reina de la manera que puedan a petición de Su Majestad. Más allá de eso, no vamos a involucrarnos en una historia basada en rumores de personas anónimas», asegura un comunicado.

Cierto es que en los últimos años, Isabel II redujo sus compromisos públicos, pero jamás ha querido abdicar debido a la promesa que hizo antes de ascender al trono. Fue en 1947, cuando la entonces princesa dijo a la nación: «Declaro ante vosotros que mi vida entera, sea larga o corta, será dedicada a vuestro servicio». Con todo, en enero de 2014 la casa real anunció la fusión de las oficinas de la soberana y del príncipe Carlos, una decisión que se enmarcó como una «sucesión tranquila».

Relación distante

La posición oficial recalca que la colaboración entre las dos oficinas no puede ser mejor. Sin embargo, «The Times» insiste en que las tensiones entre la residencia oficial del heredero con el Palacio de Buckingham han sido evidentes durante muchos años y culminaron en julio con la expulsión de Geidt, que había sido secretario privado de Isabel II durante diez años. A sus 56, Geift niega haber sido obligado a irse, aunque sí lamenta el trato recibido en los últimos meses y el poco apoyo que ha recibido por parte de la soberana. Según sus allegados Isabel II quiere una vida tranquila y no desea meterse en enfrentamientos con su hijo, con el que –es vox populi– nunca ha tenido una relación especialmente cercana.

Durante sus años de servicio, el que fuera secretario personal de la jefa del Estado desempeñó un papel clave en la transición a la próxima generación de la familia real, representada por Carlos y Camilla y los duques de Cambridge, que están esperando su tercer hijo. Es más, a Geift se le otorgó un segundo título de Caballero en 2014 por su «nuevo enfoque de los asuntos constitucionales... y la preparación para la transición a un cambio de reinado». «Ha sido un gran secretario privado. Realmente llevó a la soberana a reinar con éxito esta década», aseguró al periódico un colega cercano.

La cuestión es que la sintonía con el heredero era supuestamente nula y, en mayo, el día en el que se anunció al personal de palacio que el duque de Edimburgo se retiraría de la vida pública en verano, al príncipe Carlos no le gustó nada su actitud. Al parecer, su estilo era considerado presuntuoso por parte de Clarence House. Se rumorea que la oficina de Carlos se quejó de su comportamiento. La realidad es que a Geidt se le comunicó más tarde que su futuro en Palacio era insostenible. Pero el heredero no sería su único enemigo. La trama da más de sí. Para la prensa local, la relación con Andrés también era pésima, por lo que éste habría apoyado a su hermano mayor para deshacerse de él.

Andrés, junto a Carlos

Personas cercanas señalan que la antipatía surgió cuando, por intervención de Geidt, Andrés se vio obligado en 2011 a dejar su cargo como embajador comercial después del escándalo formado tras salir a la luz su amistad con el condenado delincuente sexual Jeffrey Epstein. El entonces secretario de la reina también controlaba los gastos del príncipe, pero éste lo que peor llevaba es que Geidt había reducido considerablemente la agenda de sus hijas, Eugenia y Beatriz, en los actos oficiales. El pasado mes de diciembre, Andrés emitió un comunicado negando las informaciones que apuntaban a un distanciamiento con Carlos por el estatus de sus hijas en la agenda real. Ahora se sabe que el problema para él lo ocasionaba otra persona.

Andrés será relegado de sexto a séptimo en la línea de sucesión después del nacimiento del nuevo hijo de los duques de Cambridge. Beatrice y Eugenia ocuparán, por tanto, el octavo y noveno puesto, respectivamente. Pero el hijo de la soberana no quiere que sus hijas desaparezcan completamente de la foto que cada año la familia real protagoniza en el balcón del Palacio de Buckingham.

En definitiva, el «Proyecto 70» está cargado de misterio. Los protagonistas niegan las informaciones, pero solo habrá que esperar a noviembre del próximo año para comprobar si son ciertas y, al soplar las 70 velas, el puesto del heredero gana más notoriedad.