Argentina

Juliana Awada, la «hechicera» de Macri

Cuando finalizó el debate que lo enfrentó a Scioli, Juliana apuró el paso y besó a su marido
Cuando finalizó el debate que lo enfrentó a Scioli, Juliana apuró el paso y besó a su maridolarazon

Juliana Awada es la tercera esposa del futuro presidente de Argentina. Quince años más joven que Macri, esta empresaria de moda asegura que no le gusta la política.

Dice que sigue siendo la misma mujer de siempre, que las entrevistas en televisión la ponen nerviosa, que fuera del alcance de las cámaras tiene una actitud relajada, alegre, positiva y optimista. Que cada noche, cuando su esposo llega a casa, busca que deje fuera los problemas y juegue con su hija, de cuatro años, la única del matrimonio que lleva cinco de casados y que, a partir del 10 de diciembre, dejará de vivir en un apartamento de Barrio Parque, una de las zonas más exclusivas y acomodadas de Buenos Aires, para habitar, al menos durante los cuatro años que vienen, la residencia de Olivos, hogar de los presidentes de Argentina. Juliana Awada tiene 41 años y es 15 menor que Mauricio Macri, su esposo, electo mandatario del país en un histórico vuelco electoral en el que se impuso, al frente de Cambiemos, al candidato peronista Daniel Scioli. Algo más del 2% de diferencia en los votos le permitió conseguir el triunfo y terminar con doce años consecutivos de Gobierno kirchnerista. Por el momento, el resultado del 22 de noviembre pasado significa un punto final para uno de los ciclos políticos más importantes del último siglo en el país.

Estuvo junto a Macri en toda la campaña, concedió entrevistas, participó en actos públicos y, cuando finalizó el debate que lo enfrentó a Scioli, apuró el paso y lo besó apasionadamente ante una audiencia estimada en casi cinco millones de televidentes, menos de la mitad de la cantidad de votos obtenidos. «Yo lo acompaño desde el amor y desde la importancia que para mí es cuidarlo y estar a su lado. Pese a estar con una persona que dedica su vida a la política y que tiene una gran exposición pública, sigo siendo la misma», enfatiza en cada entrevista.

Awada es la menor de cinco hermanos y la que, en la adolescencia, comenzó a involucrarse en el negocio textil de la familia, el que iniciaron su padre, Abraham, un inmigrante libanés musulmán, y su madre, Elsa Esther Baker, hija de sirios también musulmanes. En la década de los 60 el matrimonio creó la empresa de indumentaria femenina «Awada», que todavía hoy sigue siendo en Argentina una marca distinguida y reconocida. A los 23 años, tras estudiar inglés en Oxford, se casó con Gustavo Capello, pero el matrimonio duró poco. Tras ese enlace, conoció al conde belga Bruno Laurent Barbier. Durante diez años formaron pareja, sin casarse, y tuvieron una hija: Valentina. «Ser madre es el trabajo más agotador», repite. Awada se alejó un poco de la empresa familiar para crear y desarrollar otras dos compañías de ropa: «Cheeky», para niños, y «Cómo quieres que te quiera», cuyos modelos se enfocan para que los luzcan mujeres jóvenes.

En 2009 comenzó su relación con Macri. El electo presidente fue, durante décadas, uno de los hombres más pretendidos por las argentinas. Hijo de Franco Macri, un inmigrante italiano que se convirtió en uno de los empresarios más importantes del país y la región, Mauricio paseaba su fama de seductor y hombre exitoso por los sitios de moda y las revistas del corazón. Casi un año después de conocerse, Awada y Macri se casaron. «Estoy hechizado por esta mujer. Me hace bien y estoy entregado», reconoció en público el todavía alcalde de Buenos Aires. Once meses más tarde nació Antonia, que en los últimos festejos electorales apareció en brazos de su padre.

El de Awada es el tercer matrimonio para Macri. El primero fue con Ivonne Bordeu, y fruto de la pareja nacieron sus otros tres hijos: Agustina (34), Gimena (30) y Francisco (26). Ninguno de ellos se dedica a la política. La mayor cursó estudios de Sociología y trabaja en la dirección cinematográfica. La segunda hija estudió arte en EE UU y Gran Bretaña y algunas de sus obras han sido expuestas. De Francisco Macri sólo se conoce que tuvo una breve carrera «amateur» como jugador de rugby.

La segunda esposa de Macri fue la modelo Isabel Menditeguy, con la que se casó en 1992 y con quien no tuvo hijos pese a que el matrimonio duró hasta 2005. Al año siguiente comenzó una relación con la uruguaya María Laura Groba, de la que se separó en 2010.

w denuncia judicial

Ninguna de ellas habla en público. No hay fotos recientes ni referencias familiares. Tampoco parecen haber influido en la carrera política del futuro mandatario, que se inició hace dos décadas cuando asumió la presidencia de Boca Juniors.

La tranquila vida pública de Awada sufrió un cimbronazo cuando una denuncia judicial la involucró en un caso de explotación de trabajadores en un taller clandestino donde, según la acusación, se fabricaba ropa para sus empresas. La advertencia fue hecha por el dirigente social Gustavo Vera, amigo del Papa Francisco. La Justicia exculpó a Awada del caso aunque imputó a su hermano Daniel. «Vengo de una familia trabajadora. Trabajo desde los 18 años, aunque ahora con menos intensidad», destaca Awada.

Desde 1983, con el retorno de la democracia, Argentina tuvo cinco primeras damas: María Lorenza Barreneche, esposa de Raúl Alfonsín (1983-1989); Zulema Yoma, de Carlos Menem (1989-1999); Inés Pertiné, de Fernando de la Rúa (1999-2001); Hilda González, de Eduardo Duhalde (2002-2003), y Cristina Fernández, de Néstor Kirchner (2003-2007). Algunas casi no participaron de la actividad pública, otras tuvieron relaciones explosivas con sus maridos en el poder u ocuparon papeles clave en la gestión política del país. La historia argentina guarda un espacio relevante para María Eva Duarte, la esposa de Juan Domingo Perón, «la abanderada de los humildes», que falleció en 1952, a los 33 años, debido a un cáncer de útero. Juliana Awada asumirá el rol de primera dama en pocos días. Fue hasta el momento la esposa del alcalde de Buenos Aires. Es la madre de Valentina y Antonia, la empresaria textil, la que parece vestir simple pero con las mejores y costosas marcas. «No me gusta vivir en un país tan rico como el que tenemos y que haya gente pobre y sin trabajo. Sueño con ver un país donde haya igualdad, donde todos tengan agua potable, salud y educación», sostiene. A partir del 10 de diciembre, si lo desea, tendrá la oportunidad de trabajar por cambiar esa realidad.