Casa Real

La nueva vida del Fortuna

El primer barco que tuvo el Rey Emérito, construido en 1975, sigue navegando por Mallorca, aunque ahora renombrado como Trinidad III y cuyos dueños son descendientes del Marqués de Mondéjar

El Rey Emérito encargó construir el Fortuna I en 1975 (junto a estas líneas, en blanco y negro), que ahora se llama Trinidad III
El Rey Emérito encargó construir el Fortuna I en 1975 (junto a estas líneas, en blanco y negro), que ahora se llama Trinidad IIIlarazon

El primer barco que tuvo el Rey Emérito, construido en 1975, sigue navegando por Mallorca, aunque ahora renombrado como Trinidad III y cuyos dueños son descendientes del Marqués de Mondéjar.

El viejo Fortuna navega por Mallorca reconvertido en Trinidad III. Este fin de semana lo encontramos fondeado a resguardo, en una pequeña calita cercana al Palacio de Marivent, tan cercana que las vistas desde la cubierta era el promontorio rocoso de la residencia veraniega de la Familia Real. El primer Fortuna que tuvo el Rey Emérito ahora es un yate «vintage». Un clásico de 20 metros, discreto pero muy apañado, que aún presta un buen servicio a la familia que lo disfruta ahora y que dicen que es la misma que lo adquirió, descendientes del Marqués de Mondéjar. Una embarcación muy propia del carácter balear, donde no te saludan si te ven desarreglado por no ponerte en un compromiso, excepto si eres el presidente del Parlamento balear o miembro de su grupo político, que tienen otro concepto del ir desarreglado.

Don Juan Carlos ha disfrutado de tres yates Fortuna. El primero, aún en uso aunque con algunas modificaciones, es la embarcación que el monarca encargó a unos astilleros catalanes en 1975. Ese barco lo disfrutó mucho la familia porque podían dormir a bordo ocho personas. En aquella época solo eran cinco de familia e invitaban a navegar a cercanos como los reyes Balduino y Fabiola de Bélgica. Les duró cinco veranos porque Don Juan Carlos se lo vendió en 1979 al Marqués de Mondéjar cuando el rey Fahd de Arabia Saudí le regaló un yate modernísimo, que el monarca enseguida cedió a Patrimonio Nacional para que así se encargase de su mantenimiento.

De excursión marítima

Como ese Fortuna daba problemas lo remozaron, pero incluso así no quedó bien. De hecho, con ese barco se vivió un incidente en aguas de Sóller. Cuando los Reyes llevaban de excursión marítima a sus invitados, Diana y Carlos de Inglaterra, la embarcación tuvo que ser remolcada por un pesquero hasta el puerto porque había quedado a la deriva. Posteriormente un grupo de empresarios mallorquines le regalaron uno, que pagaron entre todos y que también se cedió a Patrimonio Nacional. Eso hizo que durante la crisis se deshicieran de él por lo costoso de mantener y por lo que costaba llenar sus tanques para salir a navegar. El último Fortuna fue adquirido por la empresa Balearia.

Ahora son otros los barcos en uso por la Familia Real. Ayer entró el Aifos, el barco de la Armada en el que regatea el Rey, al pantalán del Real Club Náutico de Mallorca y ayer también Don Felipe salió a navegar desde el puerto pegado a Marivent. Se hizo a la mar en el yate Somni, donde se le pudo ver junto a Doña Sofía y sus sobrinos. Seguramente quería inspeccionar la bahía de Palma de Mallorca, donde se espera que participe durante toda la semana como un tripulante más de la 36 Copa del Rey de Vela Mapfre, ya que ha pedido usar el despacho que se le habilitaba al Rey Juan Carlos cuando regateaba aquí.

Con el anterior rey en ejercicio, Don Juan Carlos, oficialmente se decía que los Reyes trasladaban su residencia a Palma de Mallorca. En los tiempos modernos «comienza la estancia estival de la Familia Real en Palma de Mallorca», según comunica la Casa Real. Sobre la duración de esa estadía, al ser actividad privada, no hay fechas oficiales.

Sin embargo, a Don Juan Carlos se le echa de menos en Mallorca, pero decidió, cuando abdicó hace cuatro años, que le cedía el protagonismo a su hijo en todo, hasta en su mayor afición, que es la vela. Antes, cuando eran Rey y Príncipe ambos coincidían y, aunque regateaban en clases diferentes, lo hacían juntos en la misma Copa del Rey MAPFRE. Uno, en el Aifos y otro, a bordo del Bribón. Ambas embarcaciones atracaban una junto a la otra y se comentaban las jugadas de cubierta a cubierta.

Después, cada uno con sus amigos, se tomaban algo en la terraza del Real Club Náutico y ése era el momento en que podías acercarte a ellos con toda normalidad. Los tiempos han cambiado y aquello es pasado, aunque en cuanto el Rey Emérito ha tenido fuerzas suficientes ha querido seguir navegando y de ahí que su amigo Cusí se hiciera con un barco clásico de seis metros, al que bautizaron como Bribón, le colocara una rampa especial para Don Juan Carlos –porque le sigue molestando la cadera– y le instalaron una silla especial de patrón.

Suele competir los viernes y sábados en Sanxenxo y, si está satisfecho porque se les haya dado bien la jornada, se suele fumar un larguísimo puro en la cubierta con el armador amigo. Ambos lo tienen prohibido por sus médicos, aunque los dos hacen caso omiso cuando lo creen conveniente. Y, por cierto, no es de extrañar que el Rey Emérito, la Infanta Elena y sus hijos, Felipe Froilán y Victoria Federica, a la menor oportunidad que tengan de apoyar las corridas de toros en Mallorca lo hagan, sobre todo tras lo que ya se conoce como «toros a la Balear».