Ibiza

Los gabinetes secretos

De vacaciones en Ibiza con Isabel Gemio y Mayte Ametlla
De vacaciones en Ibiza con Isabel Gemio y Mayte Ametllalarazon

No hay plan más divertido que irte con unas amigas de viaje y, si es a Ibiza, pues ya es un planazo total. Eso es lo que hicimos parte del equipo del programa de radio de Isabel Gemio «Te doy mi palabra». Las mujeres somos mucho más dadas a contarnos las cosas más íntimas y divertidas de nuestras vidas. Suele decirse que los hombres siempre hablan de sus conquistas entre ellos, pues nosotras también. Nos reímos mucho y abrimos nuestras almas y nuestros sentimientos más fácilmente, sin ningún pudor. Gran terapia durante la que podemos estar horas comentando la actualidad, el último libro interesante, las películas que nos gustan, los hombres de nuestras vidas, mientras vamos de playa en playa o salimos a cenar a restaurantes tan deliciosos a pie de arena como el Hostal Talamanca, donde puedes ver la luna reflejada en el mar y disfrutar de esos momentos agradables que nos da la vida.

Una mañana decidí ir al casco antiguo de Ibiza de compras y tomar un café en el Sol y Mar, lugar mítico por donde ha pasado todo el mundo. Era un espectáculo en los 80 sentarte ahí para ver pasar la gente más divina y extravagante. Esos años en los que el KU de Ibiza marcó una época en el mundo de las discotecas. Esa Ibiza más íntima, donde pasear por centro era (y es) una delicia. Creo que Ibiza va a morir de éxito. Hay demasiada gente y no tiene una infraestructura para absorber la invasión turística. Ahora todo se centra en enormes barcos, en el puerto de Marina Botafoch, donde todo es cemento. ¿Dónde esta ese encanto bohemio, esa alma hippy en la que la gente se fundía con la naturaleza y la fiesta? Las preciosas casas ibicencas son sustituidas por las de los «new rich», grandes, modernas, de cristal y acero, espantosas en ese ambiente. Ibiza no debería haber perdido su encanto dejándose llevar por el brillo del dinero y lo hortera. Debería haber seguido el ejemplo de lugares como St.Tropez, Capri y Portofino, que tienen un turismo de altura porque la gente elegante huye de la ostentación.

Lo que nunca ha perdido es el encanto de sus habitantes. Los ibicencos son amables, tolerantes y muy españoles, que a estas alturas se agradece. No quieren ni oír hablar de la Cataluña secesionista y siempre tienen una sonrisa para todos. Merece la pena sentarse en la tienda de Vicente Ganesha, una de las personas más brillantes, cultas y generosas que conozco, unido a sus irresistibles vestidos «boho chic» por los que perdí la cabeza. Estoy deseando estrenar en St.Tropez y Marbella las maravillas que le compré. Si va a Ibiza, no puede dejar de visitarle. Su tienda esconde verdaderos tesoros «vintage» donde todo se mezcla en armonía y naturalidad. Este verano ha hecho una colección para hombre con maravillosas telas indias que recomiendo que no se la pierdan.

Cambiando de tercio, les cuento que en víspera de la apertura del Museo Ibérico de Jaén los técnicos deben estar preguntándose sobre el emplazamiento de su escultura más turbadora, un torso masculino que, como diría Quevedo, se presenta «amancebado con su mano». Antiguamente en los museos había gabinetes secretos donde se exponían todas las piezas de contenido erótico (el pecado está en los ojos del que mira). Estas salas eran solo asequibles para personas de sólida formación que casualmente eran las que daban una propinilla al vigilante.

El gabinete secreto más relevante ha sido, sin duda, el Prado. Curiosamente, los Reyes de España, el país más represivo en materia de moral sexual, eran grandes aficionados a la pintura erótica. Cuando esas colecciones fueron expuestas a la vista de sus súbditos, se creyó necesario encerrar ciertos lienzos y esculturas en «salas reservadas». Carlos V y Felipe II eran los que más encargaban apetitosos desnudos para sus camerinos privados. Doble moral y grandes «voyeurs».