Ibiza

Paula Echevarría pide una tregua

La intérprete no disfrutará este año de vacaciones en Ibiza, como solía hacer con Bustamante, sino que se refugiará en su familia, y es que durante el concierto de Sting en Madrid aseguró a LA RAZÓN que «necesita respirar» de tanta polémica.

Echevarría quiere mostrar una imagen feliz lejos de aquellas carantoñas que solía colgar en las redes junto a Bustamante.
Echevarría quiere mostrar una imagen feliz lejos de aquellas carantoñas que solía colgar en las redes junto a Bustamante.larazon

La intérprete no disfrutará este año de vacaciones en Ibiza, como solía hacer con Bustamante, sino que se refugiará en su familia, y es que durante el concierto de Sting en Madrid aseguró a LA RAZÓN que «necesita respirar» de tanta polémica.

El incombustible y aún juvenil Sting encendió todo tipo de fervores durante su concierto en el Teatro Real. Encabezó a los fans Soraya Sáenz de Santamaría, que cambió su casi uniformador sayal azul noche por una falda rosada. Es una política de modales y cálida, unión tan infrecuente. Sin ablandar firmeza, luchan contra los elementos de su partido, firme en sus ideales. Igual hace Cristina Cifuentes, tan felicitada por esos increíbles 53 años que parecen 36. Elogiaban su firmeza, como la del por fin sólido enamoramiento de Eugenia Martínez de Irujo. Puede con todo y también resiste temporales. No escondió cariñosas y repetidas carantoñas con su nueva pareja, presidente de Universal. Son de otro acaso tiempo más feliz, como la concurrencia para ver al cantante, donde incluso estaban María Rosa y Manuel Fuentes, muy pendiente de Paula Echevarría. Como la actriz entró por una puerta lateral, malpensaron que se trataba de una maniobra para evitar acosos. Sonó a escaqueo, pero no fue tal. «Me invitaron los de Coca Cola a su palco y se entraba por allí», justificó ella.

Era su primera salida de tiros largos y, consciente de que se trataba de una gala, realzó su figura con tules negros salpicados de lunares. Se explayó cuando, finalizado Sting –asombra cómo se mantiene, tomen nota los nuestros–, Paula salió a la terraza sobre la plaza de Oriente. «Quiero que me dejen en paz. Que no me acosen. Pido una tregua», afirmó. Ya no veraneará en Ibiza como solía hacer con Bustamante. Más bien se refugiará –o esconderá– con su gente en el menos exhibicionista norte de España. Allí no usan el postureo capitalino. «Estás ahí, perseguida y agobiada, porque lo propiciásteis con tanta exhibición, portadas y exclusivas bien pagadas. Estabais encantados de ser actualidad constante y la pareja del año», le dije. «Quizá, pero ahora necesito respirar y pido que me dejen tranquila y se centren en otra», me contestó.

Mientras, en otro escenario, Rappel tuvo su debut como actor. El estreno recordó «La noche de los muertos vivientes», auténtica resurrección del octogenario Jaime Ostos con María de los Ángeles de veraniego piqué, y del guapo argentino Osvaldo, por quien no parece pasar el tiempo. El estreno reunió a merengues y atléticos en una final con texto casi autobiográfico, donde enseña parte de sus secretos profesionales ataviado con una de sus multicolores y exóticas túnicas. Sobresalió por su moderado pero audible tono interpretativo, bien distinto a los alaridos de sus compañeros de reparto. Huye del ridículo que el caso podría generar.

Así lo veían personas tan experimentadas como Carmen Jara, que ocasionalmente fue rival o algo más de Rocío Jurado. Con 82 increíbles años mantiene la lucidez reforzada por su hermana Sole, viuda del Paco Gordillo que hizo historia musical consagrando a Raphael e impulsando la carrera de Rocío Dúrcal tras ser «La chica del trébole». Por otro parte, transformado y «pivonazo» se paseó el tierno Julián Contreras. Lo mismo hizo Rosa Benito, que piropeó a Gloria Camila. María Vidal, como Contreras, exhibió menos kilos, mientras Encarnita Polo parece momificada, nada que ver con ese milagro físico que es la sonriente Rosa Valenty; por fin y un poco tarde empieza la gira de «Un chico de revista», que en otoño repondrán en Madrid.

Campos, recuperada

Por su parte, Lara Dibildos lució buenas piernas en una mini de tigresa. «Mamá sigue igual», me dijo al interesarme por Valenzuela y lo oyó Esperanza Gracia, que apoyó a su colega de cartomancia. Ansía reencontrarse con la Campos el próximo miércoles en la presentación del libro de Terelu y me dice, sin cartas, lo que se especula sobre su reaparición tras el ictus casi superado. Afirman que Teresa estará acotada para no ser molestada, algo que inmediatamente ella me precisa, y también confirma que este verano no veraneará en Málaga. «¡Qué tontería!, a lo del libro iré con Edmundo con más motivo que en otros actos similares. Pero nada de privilegios ni distancias. Eso sí, llegaré muy pronto para evitar los achuchones que todavía no me convienen». Dicho y aclarado queda. Nada de encerrarla como a Blancanieves en una urna de cristal.