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Polanski, acusado, otra vez, de abusos a una menor

La investigación de este supuesto abuso podría ayudar a esclarecer otros casos en los que el director está involucrado

El director Roman Polanski
El director Roman Polanskilarazon

Con la denuncia de ayer, los supuestos abusos sexuales del director a una niña de 10 años en 1975, el nombre del director vuelve a verse envuelto en el escándalo.

Lo de Roman Polanski (París, 1933) y los abusos se ha convertido en el cuento de nunca acabar. Deja de sonar el eco de un caso y, de pronto, golpea la puerta la misma historia en otro lugar, pero con diferente pareja de reparto y con el protagonista inamovible, siempre el mismo: él. A eso han quedado reducidos los titulares del director fuera de su cine. Pero ¿será ésta la noticia que le baje del pedestal? ¿Irá a la enésima la vencida? ¿Se le habrá terminado la bula? Porque, a pesar de las acusaciones, condenas firmes, retenciones y huidas, Polanski nunca ha perdido su aura de estrellaza. Quizá que este nuevo episodio de acoso sexual coincida en el tiempo con el revuelo hollywoodiense de Harvey Weinstein, Kevin Spacey y compañía todavía candente sea la gota que rompa el dique. Parece que la marca que le dejó el asesinato de su mujer, Sharon Tate, en 1969 terminó explotando por el lado más salvaje y depravado del polaco.

El último escándalo del realizador explotaba ayer en la Prensa angelina, confirmada por «The Hollywood Reporter»: la Policía de Los Ángeles se encuentra investigando las acusaciones de una mujer que asegura que fue acosada sexualmente en una playa californiana por el cineasta en 1975, cuando la denunciante apenas tenía 10 años. Una querella lo suficientemente antigua como para haber prescrito y que el realizador no tema ampliar su lista de condenas con una más; sin embargo, «sí podría aportar evidencias que ayuden a esclarecer otros casos en los que Polanski está envuelto», apuntan los medios estadounidenses sobre el tema.

Los supuestos hechos a denunciar los ha narrado la propia víctima, Marianne Barnard, que asegura que fue violentada sexualmente por Roman Polanski durante una sesión fotográfica en la que el cineasta la retrató desnuda y ante lo que los abogados del director sostienen que la investigación «demostrará que toda la historia no posee fundamento alguno». Por su parte, el cineasta habló a través de su agente: «Rechazo por completo las acusaciones infundadas de Mme. Barnard, de quien no tengo conocimiento», se defendió.

Sin abrigo ni bikini

La versión de la acusación, bien distinta: «Al principio, entendí que iba a ir a la playa con mi madre. Estuvimos allí un tiempo y luego vino él», apunta Barnard. «Mi madre me explicó que este hombre quería hacerme fotos con un abrigo de piel –continúa– y pensé que eran para entrar en una revista o algo así». La mujer explica que Polanski comenzó tomando las imágenes con dicho abrigo y un bikini, pero que luego le pidió que posara desnuda: «De repente, me di cuenta de que mi madre se había ido. No sé a dónde porque no me enteré, pero ella ya no estaba allí. Y fue entonces cuando abusó de mí», relata.

Como resultado de aquello, cuenta Barnard que sufre «trastorno de estrés postraumático y claustrofobia» y que ha sido ahora, con toda la campaña mediática que se ha montado en torno al escándalo de Harvey Weinstein, cuando se ha sentido «envalentonada» para dar un paso adelante. «Me sentí terriblemente mal por haber permanecido en silencio este tiempo y, viendo que todas estas mujeres se están presentando valientemente a contar sus experiencias, pensé para mí misma que no puedo, con la conciencia de saber lo que sé y haber pasado por lo que he pasado, no hablar», expuso la supuesta víctima. «Aunque me coloque en una posición difícil con mi madre, con Polanski y con otras personas involucradas ya no puedo callar», completaba. Es la declaración oficial que Barnard realizó su sobre el incidente ante la unidad de delitos sexuales de la División de Robos y Homicidios del Departamento de Policía de Los Ángeles. Declaración que, a su vez, completó con el lanzamiento de una petición a la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas en la que ha pedido que eliminen los honores de Polanski, como ya lo han hecho con Weinstein.

Se le suma un nuevo caso a Polanski, que, recordemos, acumula más de cinco y desde finales de 1978, en Estados Unidos, su nombre va ligado al cartel de «fugitivo». Cuando, aprovechando una libertad bajo fianza, huyó del país después de cumplir 42 días de cárcel por drogar y obligar a Samantha Geimer, de trece años, a mantener relaciones sexuales tras, otra vez, una sesión fotográfica. Delito por el que, tras ser arrestado, el propio director se declaró culpable. El cineasta defendería sus artes de escapista con un supuesto acuerdo con las autoridades para cumplir únicamente 48 días entre rejas, pero que se fue de Estados Unidos porque el magistrado Laurence Rittenband pretendía imponerle «una condena más dura de la pactada». Es por todo ello por lo que Polanski ha visto restringida su libertad de movimientos por todo el mundo durante años, por el miedo a que EE UU le reclamara de vuelta.

Pero es que no hace tanto que el director fue acusado por lo mismo: este mismo agosto, otra mujer –identificada como Robin M.–, le denunció públicamente en Los Ángeles por unos abusos en 1973, cuando era una adolescente de 16 años; y, en septiembre, la actriz alemana Renate Langer hacía lo propio ante a la policía suiza por unos hechos de 1972, cuando ella tenía 15 años, en Gstaad en 1972 cuando ella tenía 15 años. Era, así, la cuarta mujer en denunciarle después de que lo hicieran Charlotte Lewis en 2010 y Samantha Geimer en 1977. Aun así, Polanski presentó en febrero una serie de documentos para poder regresar a Estados Unidos y cerrar el caso sin tener que pasar por prisión, pero un juez de Los Ángeles rechazó su propuesta en abril.