Actores

Salma Hayek: «Cuando empecé solo me daban papeles de criada»

La protagonista de «Frida» estrena el viernes «El otro guardaespaldas» junto a Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson

Salma Hayek, en una escena de «El otro guardaespaldas», película en la que encarna a una agente obligada a colaborar con su enemigo
Salma Hayek, en una escena de «El otro guardaespaldas», película en la que encarna a una agente obligada a colaborar con su enemigolarazon

La protagonista de «Frida» estrena el viernes «El otro guardaespaldas» junto a Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson.

Salma Hayek nunca se le ha regalado nada, lucha cada minuto por hacerse un hueco en el mundo del cine desde que empezara en su México natal protagonizando telenovelas como «Teresa» o «El callejón de los milagros». Cuando decidió mudarse a Hollywood consiguió un papel en «Desperado» (1995) y al año siguiente en «From Dusk Till Dawn» gracias a Robert Rodríguez. Pero lo que le hizo realmente subir a la liga profesional fue «Frida» (2002), filme que levantó ella sola y que le valió tres nominaciones a mejor a actriz para el premio Bafta, el Globo de Oro y el del Sindicato de Actores.

A sus 50 años y tras haberse casado con Henri-Françoise Pinault, uno de los hombres más ricos de Francia, dueño de Kering, empresa que agrupa marcas como Gucci, Yves Saint Laurent, Balenciaga o Alexander McQueen, Hayek se encuentra en uno de los mejores momentos de su vida, no le falta trabajo, aunque reconoce que Hollywood sigue dando más cancha a los hombres, algo que le gustaría cambiar. Ahora estrena «El otro guardaespaldas», un filme de acción con toques cómicos junto a Ryan Reynolds y Samuel L. Jackson que se estrenó el pasado viernes en Estados Unidos y en su primer fin de semana alcanzó el primer puesto, con una recaudación de 18,3 millones de euros. En España llega a las pantallas este viernes.

–¿Le gusta su personaje en esta comedia?

–Mucho, y le adelanto que creo que va a haber una secuela. Considero que tanto Reynolds como Jackson combinan la acción con el humor como pocos lo saben hacer.

–Lleva muchos años en esta profesión. ¿Se le pasó en algún momento por la cabeza dedicarse a algo completamente diferente?

–Antes de casarme y de no tener que preocuparme por mi situación financiera (risas) hubo muchos años que estuve agobiada porque no me salía nada. Probé incluso con una línea de belleza y una empresa de zumos. He tenido que trabajármelo muy duro para llegar donde estoy ahora.

–Imagino que en el mundo del cine, como en cualquier otra profesión, tiene en ocasiones que dejar de lado las diferencias para poderse llevar bien con los compañeros. ¿Es algo que sucede a menudo?

–Me ha pasado en un par de ocasiones, pero no es demasiado común. Lo bueno de trabajar en esto es que si no te gusta alguien solo lo tienes que aguantar durante unos meses. No es como estar en una oficina con un jefe o un compañero insoportable.

–Imagino que tras una experiencia así uno intenta asegurarse de que la próxima vez no le ocurra.

–Exacto. Hablando con Samuel L. Jackson, me he enterado de que él posee lo que llaman «cast approval», lo cual significa que tienes derecho a dar el visto bueno a los otros actores que van a trabajar contigo en una película. Pero creo que esa práctica, como casi todo todavía, se le otorga más a los hombres que a las mujeres desafortunadamente.

–¿Para usted las relaciones han sido más conflictivas con los intérpretes o con los directores?

–Pues, aunque suene raro, nunca he tenido problemas con un actor, pero sí con los realizadores en algunas ocasiones.

–La interpretación es una profesión dura en la que debe acostumbrarse al rechazo en incontables ocasiones...

–Cierto, pero acabas haciéndolo y cuando ves que el papel que tanto deseas se lo dan a otra compañera tienes que aceptarlo de buena gana porque es la decisión del director.

–¿Considera que en ocasiones le han elegido para un papel solo por su físico?

–Creo que sí, pero siempre he intentado darle la vuelta. Cuando empecé la mayor parte de los trabajos disponibles para una latina eran de criada, mujer de traficante o cajera de supermercado. Así que tuve que ir pasito a pasito hasta que la cosa fue cambiando.

–Frida ha sido una de sus interpretaciones más relevantes...

–Cierto, me costó ocho años sacarla adelante yo sola. Nadie quería hacerla ni ayudarme. Poco a poco fueron cambiando de opinión. Para mí fue una experiencia inolvidable. Rodando «Frida» es cuando me di cuenta de que uno tiene que desarrollar sus propios proyectos porque nadie te va a ofrecer desde un primer momento lo que quieres hacer. Tras dicha cinta aprendí a cómo producir, escribir y dirigir cine, y lo aprendí bien. Prefiero llegar por el camino difícil a la excelencia que por el fácil a la mediocridad. Creo que esto es una llamada para todos los latinos que quieran sobresalir en lo que hacen.

–Imagino, entonces, que los principios fueron duros.

–Mucho. Recuerdo ir a un casting en el que no buscaban a una latina, pero me presenté igualmente. Al entrar las seis personas que decidían la selección de los actores se medio rieron diciéndome que qué hacía ahí. Al acabar mi audición, el mismo hombre que me había dicho eso me comentó que lo había hecho muy bien y que sentía que el papel fuera para una mujer caucásica porque lo había bordado.