Actores

Vivien Leigh: Una vida en trescientos lotes

Cuando se cumplen 50 años de su muerte, las pertenencias de la actriz –desde su diario, en el que cuenta su relación con Laurence Olivier, hasta sus joyas– salen hoy a subasta en Sotheby’s

Este retrato de Leigh, del fotógrafo británico, es uno de los que estará a la venta en Sotheby’s
Este retrato de Leigh, del fotógrafo británico, es uno de los que estará a la venta en Sotheby’slarazon

Cuando se cumplen 50 años de su muerte, las pertenencias de la actriz –desde su diario, en el que cuenta su relación con Laurence Olivier, hasta sus joyas– salen hoy a subasta en Sotheby’s.

Hay actrices como Vivien Leigh que han permanecido en la cúspide del estrellato por su interpretación de Escarlata O’Hara en la superproducción hollywoodiense «Lo que el viento se llevó» (1939). Es cierto que el personaje de Blanche DuBois de «Un tranvía llamado deseo» (1951) puede parecer dramáticamente superior y tan mítico como el anterior, pero en la percepción popular sigue siendo la «señorita Escarlata» el papel que hizo de Vivien Leigh un icono imperecedero. Su idoneidad podría explicarse porque Leigh poseía ese punto enajenado y obsesivo de la caprichosa Escarlata de Margaret Mitchell. Una bipolaridad que se refleja en su mirada ansiosa y su firme determinación frente a la adversidad. Esa ambivalencia se resume en dos frases míticas: «Juro que no volveré a pasar hambre» y el monólogo final: «Ahora no puedo pensar en ello, me volvería loca si lo hiciera, ya lo pensaré mañana. Mañana será otro día», arco que marca el tránsito hacia la locura de Vivien Leigh.

En cuanto al papel de Blanche DuBois, para Elia Kazan no era la actriz adecuada. Sin embargo, pese a la amanerada interpretación de la actriz inglesa, justo la opuesta a la de Jessica Tandy en Broadway, debe reconocerse que dotó al personaje de un grado de locura que remite inevitablemente al de Norma Desmond en «El crepúsculo de los dioses» (1951). DuBois enloquece por confiar en demasía en «la bondad de los desconocidos», eufemismo de su ninfomanía, y Desmond, a causa de la identificación de la actriz con Salomé la embrujadora: «Esta es mi vida, siempre lo será. No hay nada más». Es lo que tiene el mito, que atrapa a la persona en el personaje y la funde hasta el punto de resultar indisolubles. Leigh siempre será la señorita Escarlata como Gloria Swanson, Norma Desmond.

Nada más conflictivo que esa dualidad irreconciliable para una actriz superdotada como Leigh, que padecía ya entonces profundos desequilibrios mentales –un trastorno bipolar– que se agudizó hasta desembocar en la locura. Su muerte a los 53 años se debió a una tuberculosis mal tratada. Es cierto que para un anglosajón, la figura de Leigh tiene una gran relevancia. En especial por su matrimonio con Laurence Olivier, el sobrevalorado actor shakesperiano que se casó con la actriz tras una relación adúltera –ambos estaban felizmente casados– y mantuvieron una tortuosa y ambigua relación matrimonial, repleta de rumores sobre la bisexualidad de Larry, como se le llamaba cariñosamente, hoy plenamente confirmada. La vuelta de Leigh a los periódicos se debe a la subasta hoy en Sotheby’s de la colección de la actriz: muebles de su casa de campo de Nottley Abbey, joyas, pinturas, libros, guiones, trajes de alguna de sus películas y memorabilia, todo ello anterior a la II Guerra Mundial.

Una relación impetuosa

La mayoría de estos 321 objetos carecen de componentes míticos, excepto un guión de «Lo que el viento se llevó», una extensa colección de fotografías de Vivien y Larry y el diario personal de Leigh, escrito entre 1937 y 1939, en el que la actriz da rienda suelta a su pasión amorosa por Olivier. Por entonces, Larry acababa de tener un hijo y Vivien tenía una hija pequeña. En 1937 escribe en su diario: «Me he despertado llena de deseo por ti. Te amo tanto». Reflexiones y anhelos sobre su relación impetuosa con el actor, iniciada al protagonizar juntos «Inglaterra en llamas» (1937), y el temor a abandonar a su marido y a su hija por este amor, que fue el de su vida. Finalmente, acabaron escapándose a Hollywood, primero como amantes, escándalo que los estudios intentaron ocultar, y en 1940 como marido y mujer. El precio de salida del diario es de 3.000 libras (poco más de 3.400 euros).

El guión encuadernado de «Gone with the Wind», de Sydney Howard, regalo del equipo del filme, sale por 15.000 libras (17.000 euros). Por dos libros, una edición de 1953 de «Casino Royale», de Ian Fleming, y «The Works of Shakespeare», de 1893, piden nada menos que 7.000 libras (casi 8.000 euros). Entre las joyas, un bodegón de Winston Churchill por 114.000 euros; un broche de diamantes, 39.000; y un anillo con un granate, casi 8.000. Finalmente, para los muy fans, la peluca de Blanche DuBois sale a un precio muy asequible, entre 400 y 600 libras (450 y 680 euros), y una elegante túnica de Balmain por 56 euros.