Papel

Cristina Bergoglio: «Francisco no tiene el ego de otros Papas»

Cristina Bergoglio. Pintora y escritora. La sobrina del Pontífice, que reside desde hace más de veinte años en España, expone estos días sus obras de arte urbano en la galería Montsequi

«Me gustan los paisajes urbanos realistas a la vez que algo misteriosos», dice
«Me gustan los paisajes urbanos realistas a la vez que algo misteriosos», dicelarazon

Le faltan horas en el día para hacer todo lo que quiere porque a Cristina Bergoglio el tiempo se le encoge de tantos trabajos en los que se afana. Pintora, escritora, investigadora del ser humano en su dimensión espiritual y física. Hasta el 17 de abril parte de su obra se podrá ver en la galería madrileña Monstsequi. Sencilla, serena y enérgica, es consciente de que el público se interesa ahora mucho más por su obra desde que su tío Jorge María Bergoglio es el Papa Francisco.

–Sus cuadros plantean una estética de las ciudades cuanto menos curiosa, ya que siempre las envuelve en una neblina, ¿por qué tomó esa decisión?

–Es un planteamiento estético y casi vital. Me interesa plasmar las grandes ciudades –Nueva York, Oporto y, la Gran Vía madrileña–, como si estuvieran bajo un velo. También quería plasmar la lluvia. Todo el mundo cuando llueve piensa: «¡Qué mal día hace hoy!». A mí me sucede lo contrario. Sobre todo pretendo que mis cuadros transmitan elegancia, algo que a veces el color no da.

–Usted se define como cosmopolita. En contraste, con su tío, hasta que no fue elegido Papa, prácticamente no se movió de Buenos Aires. Y conserva ese talante porteño, cercano a los demás.

–Yo no estoy en su cabeza pero creo que él entiende que desde que está en Roma está cumpliendo una función en el gran teatro que es el mundo como otros somos artistas, periodistas, policías... El Pontífice asume que es igual a todos los seres humanos y que lo único que hace es cumplir sus funciones como jefe de la Iglesia Católica desde una sencillez que sólo se logra cuando conoces tu esencia.

–¿Qué sintió cuando se enteró de que su pariente Jorge María pasaba a ser el Papa Francisco?

–Yo estaba en un gimnasio de Madrid. Tenían puesta la televisión y vi la fumata blanca. Oí Jorge María Bergoglio y pensé: «¡Anda si ese apellido es el mío!» (se sonríe). No pensé demasiado. Cada persona tiene un destino que cumplir. Siempre digo: «Seéhijo del misterio». No creo que ni el mismo Papa sepa quién es Dios, no puede saberlo, pero seguro que lo puede sentir. Pero no conviene olvidar que es sólo un hombre.

–Meses más tarde viajó a Roma con toda su familia para verle.

–Sí, fue muy emocionante porque nos reunimos toda la familia en esa ciudad tan hermosa. Le regalé un cuadro.

–¿Le pintó un retrato suyo?

–¡Nooo!, ¿Para qué quiere él un retrato de su persona? Pensé: «A ver qué le pinto yo a este buen hombre». Y lo vi muy claro: un cuadro de la ciudad de Asís porque los dos somos seguidores de San Francisco de Asís. Me parece, como así lo piensa mi tío, que su pensamiento era muy coherente y nos conmueve mucho su vida.

–¿Siempre ha tenido ese lenguaje tan directo y ha empatizado tanto con los demás?

–Mire, hay gente que sólo piensa en sí misma: las facturas que tiene que pagar, el único que tiene mal de amores y luego estamos otras personas, entre las que nos encontramos los dos que no tenemos esa sensación de importancia personal. Él no tiene el ego que han tenido otros pontífices, ni pretende salvar el mundo como si fuese Superman. Lo que el Papa Francisco pretende es que se despierte en cada uno de nosotros el maestro interior que cada uno tenemos. Yo persigo lo mismo con mi obra.

–Usted no es católica, pero tiene un profundo sentido de la trascendencia que comparte con él.

–Pero fíjese, yo también le llamo en ocasiones Dios, pero para mí no es el «Dios infantil».

–¿Cuál es?

– ¿«El Dios infantil»? Ese que nos presentaban: un señor mayor de 60 años, prácticamente un jubilado, que está sentado en una nube mirándonos fijamente. Estoy segura de que el Santo Padre tampoco tiene esa imagen. Mi tío quiere que todos nos reconciliemos con la vida y con nuestra vida.

–Sería apasionante escuchar una conversación entre ambos.

–A través de algún sacerdote me consta que lee algunos de los libros que he escrito. Yo escribo sobre el potencial humano, sobre la mente y la transformación interior. Sé que hay un texto sobre la adicción que tenemos los seres humanos a sufrir.

–¿Le molesta que haya conseguido cierta popularidad por ser sobrina del Papa?

–No, el mundo se forja a través de una red de almas que vas descubriendo a lo largo de la existencia: tus padres, un amigo, la familia... Él me hace una especie de «wi-fi divino», es con un mecenazgo indirecto, como, y perdone por la comparación, el Papa Julio II y Miguel Ángel. No nos vemos, apenas nos conocemos –yo me fui hace veinte años de Argentina–, pero estamos conectados.

Arte latino al alza

Cristina Bergoglio comparte exposición en la galería Montsequi con Bernando Medina (ambos, en la imagen), un pintor de Puerto Rico que, a diferencia de Bergoglio, muestra una obra plena de color y «también de añoranza de mi tierra. He querido reflejar los colmados a los que iba de pequeño».