Casas reales

Las cartas de Carlos, encima de la mesa

Carlos firma en el libro de visitas durante una visita oficial a un cuartel en Belfast
Carlos firma en el libro de visitas durante una visita oficial a un cuartel en Belfastlarazon

La Justicia desbloquea las misivas que escribió para presionar a políticos; además, no pasa por un buen momento personal.

Aunque siempre se esfuerza en sonreír, el príncipe Carlos, no pasa por un buen momento, y menos después de la sentencia de la Justicia británica referente a la correspondencia que mantuvo con políticos para intentar influirles. El Tribunal Supremo autorizó ayer la publicación de las cartas que escribió en 2004 y 2005 y que ponen en un lugar delicado al Gobierno y a la monarquía. A este nuevo revés hay que añadir su malestar por el reciente documental sobre su persona emitido por la BBC, en el que queda como manipulador; sus desencuentros con Carole, la madre de Kate Middleton, por las visitas de sus nietos, su inexistente relación con el príncipe Andrés y la reaparición de una de sus pesadillas, Sarah Ferguson.

«Arañas negras»

Todo empezó en 2005, cuando el diario «The Guardian» y su redactor, Rob Evans, quisieron hacer públicas unas misivas enviadas por el príncipe Carlos a varios miembros del Gobierno laborista para intentar inmiscuirse en asuntos políticos. El rotativo luchó por la libertad de información, y en 2012 consiguió que un tribunal de primera instancia, al amparo de la Ley que protege ese derecho, aprobara la publicación de la correspondencia, conocida entre los funcionarios como «arañas negras» en alusión a su peculiar caligrafía y a que está llena de subrayados y exclamaciones. Pero un mes más tarde, el fiscal general vetó esa decisión. Ahora, el Supremo ha revocado la sentencia anterior y quiere así reafirmar la independencia del Poder Judicial y subrayar que «la decisión de un órgano de Justicia debe ser definitiva y vinculante y no ser susceptible de ser revocada por un miembro del Ejecutivo», en clara alusión al fiscal. La respuesta no se ha hecho esperar y un portavoz de Clarence House afirmó que este desenlace es «asunto del Gobierno», pero expresó decepción porque «no se haya respetado el principio de privacidad». También se pronunció al respecto el primer ministro, David Cameron, que respaldó el veto a la publicación y aprovechó para valorar que los miembros de la familia real «deberían poder expresar sus opiniones al Gobierno con confidencialidad».

Con esta sentencia, y según Alan Ridsbriger, director de «Guardian News and Media», «se apoya la campaña de diez años del periodista Rob Evans para sacar a relucir las misivas». Ahora, el Gobierno británico tiene 30 días para preparar la publicación de las famosas cartas, 27 de 30, que escribió a ministerios como Cultura, Irlanda del Norte, Empresa, Sanidad, Educación, Medio Ambiente y Asuntos Rurales.

Pero fuera de la escena pública, el heredero inglés tampoco ha tenido mucha suerte, aunque lo parezca por su relación con Camilla y la aparente cercanía del relevo en el trono. A la emisión del documental censurado por la familia real en el que se descubre a un Carlos calculador y que expuso a sus hijos para lavar su imagen tras la muerte de Lady Di, hay que sumar las recientes informaciones que explican que recela de Carole, la madre de Kate Middleton, porque en su afán protagonista no le facilita la oportunidad para poder ver a sus nietos. Asimismo, la reaparición estelar de Sarah Ferguson, con quien ya tuvo problemas Lady Di porque reveló sus intimidades a la prensa rosa, sobrevuela en la agitada vida del heredero y amenaza con complicarle aún más la vida.