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Tamara Falcó quiere ser la nueva «it girl»

Tamara es siempre una de las más esperadas en los eventos sociales
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La hija de Isabel Preysler apunta maneras para pasar de ser la reina del «photocall» a convertirse en bloguera de moda y seguir así rentabilizando su imagen a través de una bitácora.

Quizá, la empresa que han creado Isabel Preysler y su hija pequeña, Ana Boyer, es lo que ha servido de estímulo a Tamara Falcó para ponerse las pilas y decidirse a crear ella también su propio proyecto empresarial. Se trata de consolidar algo que tiene en mente desde hace tiempo. De momento, la sociedad Jacaranda, creada para comercializar las cremas de belleza de Preysler, posee dos propietarias, Isabel y Ana, como contaba a LA RAZÓN hace unas semanas la propia Isabel en la presentación de My Cream: «Mi hija pensó que era mejor así, que fuéramos las dos solas porque vivimos juntas y es más fácil consultarnos las cosas». Algo que, en las últimas semanas, cambiaba en la casa materna cuando Tamara decidía volver a vivir con ellas. «Se ha dado cuenta de que en casa vive muy bien y nosotras estamos encantadas de que haya regresado». Algo que también reafirmaba su hermana pequeña hace unos días en un evento de Range Rover en Lorca, Murcia: «Es una alegría y además no ha venido sola, se ha traído un perro de aguas enorme y ella sigue con sus cosas de siempre, como echarnos agua bendita». Sobre el asunto de no participar como socia en el negocio de My Cream, Ana nos daba una explicación: «Tamara está bastante metida en El Rincón y tiene sus propios proyectos de imagen». El Rincón es una finca con palacio a una hora de Madrid donde gestiona el alquiler del espacio para celebraciones, bodas, bautizos y comuniones. Es donde se casó, organizado por la propia Tamara, su hermano Julio José con Charisse.

Y ahí es donde reside la novedad, en su propio proyecto de imagen. ¿Cómo rentabilizar más ese potencial? Porque es un hecho que Tamara «vende». Puede gustar o no, pero su paso por el «photocall» no deja indiferente a nadie y de ahí que las marcas lleven contratándola décadas y ella haya hecho de esa promoción un medio de vida. A lo largo de los años ha cultivado una imagen naif, positiva, elegante y dulce aderezada por un impecable cuidado de la imagen. Algo en lo que Isabel Preysler ha estado «ojo avizor». Tanto a Ana, como a Tamara, cuando han tenido una producción de moda, Preysler ha sido y es capaz de llamarlas 20 veces para darles consejos en la distancia. El resultado es magnífico y rentable. ¿Por qué desaprovecharlo? Tamara lleva un tiempo ronroneándole al mundo «it girl» e incluso al fenómeno «blogger» y concretamente al que llaman «fashion blogger», es decir, una prescriptora/usuaria de moda que lo cuenta en primera persona y en su propio espacio de las redes sociales.

Control del cien por cien

Es curioso que aún no tenga un blog en la revista que pasa por ser el albúm fotográfico de su familia. ¿Por qué entre los cientos de blogs que cuelgan de «¡Hola!» no tiene uno Tamara? A la gente que cree que es una descerebrada que va estrellándose con el coche por las esquinas (lo cque es incierto, he sido copiloto de ella en unas pruebas de conducción y ganamos a más de un conductor profesional), a esos incrédulos les sorprenderá saber que es lista como los ratones colorados y una perfeccionista que, con el tiempo, puede que supere a su madre. De ahí que el proyecto que tiene en mente requiera que ella tenga el control al cien por cien.

Hay un nuevo nicho de mercado, un soporte de publicidad diferente, y de ahí que la escuela de negocios de la Universidad de Harvard haya tomado el «fashionblog» de Chiara Ferragni, posiblemente el mejor entre todo el batiburrillo que existe en el ciberespacio, como objeto de estudio. Quien entre en él verá que no es una teletienda, tampoco una recopilación de regalos de los que suelen enviar a los blogeros o un álbum de fotos hechas por sus novios, su nuevo mejor amigo o el portero de casa. Son fotos profesionales, que evita las típicas de sacar la lengua y poner muecas, tan al uso del bloguerío nacional. Una especie de revista sobre las andanzas y vivencias de Chiara por el mundo de la moda y la belleza realizada con estilo. Destaca porque se trata de unas líneas de texto acompañadas de muchas fotos. Unas veces escritas por la propia bloguera y, otras, por su equipo de 16 personas y colaboradores que la acompañan allí donde va. Hacia ese modelo de negocio se encamina el de la propia Tamara Falcó. Ha llegado, para ella, la hora de convertir ese potencial Tamara «vende» en un negocio más allá del «photocall». Si Ferragni partió de la nada, Tamara, de 33 años, cuenta con toda la experiencia de haber vivido en el mundo de la comunicación y de la publicidad desde que nació, además de haberse graduado en la Universidad de Boston en esa materia.