Transporte

Todos a bordo

El Hyperloop sería capaz de viajar desde Los Ángeles a San Francisco en menos de 35 minutos, a más de 1.100 km/h
El Hyperloop sería capaz de viajar desde Los Ángeles a San Francisco en menos de 35 minutos, a más de 1.100 km/hlarazon

Hay turísticos, clásicos, de juguete, bala y con coches cama, pero hasta ahora lo que les faltaba a los trenes es que sean intercontinentales y que nos transporten de una punta a otra en media hora

En su clásico «Fahrenheit 451», Ray Bradbury describe un «tren neumático y silencioso que se desliza por un tubo aceitado...». Este tipo de transporte también hace acto de presencia en «Star Trek» y en la «Fuga de Logan». Se trata básicamente de un sistema de vagones en tubos de vacío que alcanzan altísimas velocidades gracias a la ausencia de fricción. Elon Musk, el cerebro detrás de Pay Pal y Tesla Motors había lanzado el proyecto «Hyperloop» hace dos años, basado en este concepto. Pero ahora hay otros que hablan de un túnel transatlántico capaz de unir Nueva York y Londres en apenas 45 minutos. Y que estaría listo para su uso en una década. Si es así, el romanticismo de los trenes, como el viejo Expreso Patagónico o el Toy Train de la India ya no serían las únicas piezas mecánicas de ocio: un tren que permita ir y volver en el día desde el otro lado del charco cambiaría el turismo y la diversión de un modo inimaginable. Pero, ¿es factible?

Los «vac-trains» (trenes en vacío) combinarían la ausencia de fricción y la tecnología de levitación magnética, Maglev, para desarrollar velocidades superiores a los 3.000 kilómetros por hora. El ingeniero estadounidense Daryl Oster ha diseñado una cápsula para 6 personas que cabe en un tubo de 1,5 metros de diámetro. Oster la denomina «viaje espacial en la Tierra» y los viajeros llegarían a experimentar velocidades por encima de los 4.000 kilómetros por hora (debido al vacío no habría efectos secundarios como mareos, ruidos externos o problemas mecánicos). A la rapidez se le suma el reducido gasto energético. En palabras del propio Oster, «brinda 50 veces más capacidad de transporte por kWh (kilovatio hora) que los coches eléctricos o los trenes convencionales. La construcción sería una décima parte de lo que cuestan las vías de un tren de alta velocidad y permitiría unir Nueva York y Pekín en apenas dos horas». Puede sonar utópico, pero Oster ya ha vendido 60 licencias para esta tecnología, doce de ellas a China. Así que su realidad está mucho más cerca de lo que creemos.

En estas vías del futuro también se encuentra el ingeniero mecánico del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts, en sus siglas en inglés) Ernst G. Frankel, quien asegura que este tipo de proyectos pueden estar listos en unos 10 años.

Si tenemos en cuenta que la mayor parte de la infraestructura ferroviaria tiene cerca de un siglo de antigüedad y que los aeropuertos importantes están cada vez más congestionados, la alternativa de trenes que gastan muy poco, producen desechos casi nulos y son mucho más veloces, sería una opción muy bienvenida. El mayor obstáculo no es el precio (unos 160.000 millones de euros para la ruta Nueva York-Londres), sino que la detección de cualquier fallo en la estructura y su reparación puede ser bastante costosa.