Fotografía

Instagram: un paparazzi en funciones

Apenas cuenta con seis años de vida, pero Instagram ha conseguido desbancar a los paparazzi como la «gallina de los huevos de oro» de las revistas del corazón

De puertas para adentro. Para otros, como Bustamante, Instagram es el único paparazzi permitido para publicar sus momentos en familia
De puertas para adentro. Para otros, como Bustamante, Instagram es el único paparazzi permitido para publicar sus momentos en familialarazon

Apenas cuenta con seis años de vida, pero Instagram ha conseguido desbancar a los paparazzi como la «gallina de los huevos de oro» de las revistas del corazón

Cuando el pasado mes de enero Anne Hathaway («El diablo viste de Prada») descubrió a unos paparazzi en la playa donde se encontraba, la actriz publicó «ipso facto» en Instagram una imagen que mostraba su avanzado embarazo. ¿El motivo? Adelantarse a los fotógrafos y arruinar la noticia: «Si van a publicar una foto así, al menos que sea una que me haga feliz y tomada con mi consentimiento», declaró Hathaway. Y es que Instagram, con apenas seis años de vida, se ha hecho con los reportajes más cotizados del mundo rosa. Atrás quedan muchos de aquellos posados millonarios que hacían de los paparazzi la «gallina de los huevos de oro» de las revistas.

«No sé cómo va a acabar todo esto», sentencia Joaquín Reyna, retirado ya del medio. «Hoy es muy difícil dar valor a una instantánea, ya que las redes han saturado el mercado de la imagen», afirma Antonio Montero, veterano del gremio, para quien la de las redes con los paparazzi ha sido curiosamente una historia de desamor: «Al principio nos favorecían porque permitían intercambiar imágenes desde cualquier parte del mundo, pero luego se volvieron en nuestra contra», asegura.

- Enemigo número uno

Quienes sí premian el fenómeno son los miles de seguidores de la red social, que no han de desembolsar ni un sólo céntimo para poder apreciar en cuestión de segundos el torso de Mario Casas o a la familia Carbonero Casillas disfrutando de un día de playa. Son muchos los factores que se confabulan para hacer de Instagram el enemigo número uno del gremio paparazzi. En primer lugar, cuenta con el beneplácito de los protagonistas, los famosos, que realizan una auténtica cronología de su día a día, como es el caso de Paula Echevarría y David Bustamante. A través de sus perfiles en Instagram, la pareja nos ha hecho partícipes de cada uno de los momentos más íntimos de su verano, desde entrañables puestas de sol con la pequeña Daniella, hasta familiares sesiones de gimnasia en pleno jardín de la casa natal de la asturiana, escenarios en los que Instagram es el único «paparazzi» permitido.

¿Puro narcisismo o cuestión de segundas intenciones? Reyna lo tiene claro: «Muchos lo hacen para tumbar a conciencia nuestro trabajo». Lo mismo opina Montero, que lo ve además como una posición de ventaja por parte del personaje: «Si fuera el paparazzi quien publicara la misma imagen que el famoso, sería demandado». Pero quien hizo la ley hizo la trampa, y si es el propio personaje quien desvela al instante la imagen codiciada, ésta pierde evidentemente toda su exclusividad. A Diego Arrabal, el que fue uno de los paparazzi más temidos de Marbella, le sorprende este hecho: «Hoy exponen su vida más que nunca y antes les faltaba tiempo para demandarnos».

Eso sí. No se puede negar la enorme baza que para las celebridades supone la red social, ya que con ella pueden «personalizar» aquello que desean dar a conocer, esto es: qué, cuándo, cómo, dónde y por qué. En definitiva, un diálogo sin intermediarios entre personaje y lector. Es ahí, no obstante, donde el paparazzi podría recuperar algún rescoldo de su papel «voyeurista»: «Ellos exponen lo que quieren, pero ahí estamos nosotros para desmontar esa realidad adulterada», sentencia Arrabal, mientras asegura que casi todo lo que cuentan los famosos por las redes es mentira: «Saben jugar muy bien al despiste». Si no, que se lo digan a Carla Bruni, toda una experta en la materia, a quien Instagram se le queda corto y por ello saca a relucir, por si las moscas, su bikini «antipaparazzi», que repite cada verano para devaluar las capturas de los fotógrafos. Pero el que camuflen o no la realidad es algo que poco preocupa a los internautas, que no van a dejar de otorgar miles de «me gusta» a unas capturas que los mantienen informados a coste cero y al instante. A lo que se suma la posibilidad de interacción, que inunda la red de miles de comentarios con los que muchos esperan recibir respuesta de su ídolo.

- Futuro muy negro

El fenómeno fan es el otro gran hándicap: «Me trasladé a Ibiza para cazar a Cristiano Ronaldo y, cuando me di cuenta, unos críos ya habían subido a Instagram fotos con él», admite Montero, para quien este fenómeno hace peligrar el futuro no sólo de las revistas semanales sino también de los kioskos de prensa. Algo en lo que coincide Reyna: «En los últimos tres años el medio ha ido cuesta abajo y sin frenos». Menos pesimista se muestra Arrabal, para quien, «como cualquier otra moda, pasará dentro de unos años». Miguel Temprano, que lleva más de 25 años ejerciendo, achaca la crisis a otras razones, como el «tipo de personajes que últimamente vienen interesando y acaparando las portadas», algo que va a terminar con el «cierre de muchas revistas conocidas», augura. Lo que está claro es que ninguna volverá a desembolsar las cantidades millonarias que suponía seguir a los famosos en sus escapadas. No extraña así que el número de paparazzi en paro siga «in crescendo»: «Conozco a más de un colega que ha abandonado por eso», dice Reyna. «Si ya se sabe el destino y, además, son ellos los que publican sus movimientos, el valor de la foto cae en picado», argumenta Javier de Montini, ex director de «Lecturas».

Para muchos, razones suficientes para augurar un futuro muy negro: «Me temo que la profesión evolucionará hasta su desaparición», lamenta Montero, que ha confesado haber sido apuntado con una pistola en la cabeza mientras hacía su trabajo. «Es una pena que esta profesión acabe siendo tan poco reconocida». Mientras, los famosos continuarán alimentando sin piedad sus perfiles, con la esperanza de que quizá algún día Instagram se haga con el total monopolio paparazzi.