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Lo que no sabías de «Juego de Tronos»

Los productores y guionistas han decidido que las tramas vayan adonde las teorías de los fans esperan

Imagen del rodaje de la séptima temporada de la ficción
Imagen del rodaje de la séptima temporada de la ficciónlarazon

Los productores y guionistas han decidido que las tramas vayan adonde las teorías de los fans esperan.

Suele decirse que seguir una serie es algo parecido a tener una amiga. Empiezas a verla, conectas con ella, y una cosa lleva a la otra. La serie te hace reír y llorar, te entretiene y te da que pensar. Se crea una historia en común. Cuando se porta mal contigo no la mandas a paseo, solo la pones verde a sus espaldas.

Actualmente no hay en televisión otra ficción tan capaz de tener esa relación con nosotros como «Juego de tronos». Después de seis temporadas llenas de violencia, cientos de zombies, numerosas escenas de desnudos gratuitos, docenas de giros argumentales, kilos de barro, varias deidades y tres dragones, la conocemos íntimamente. No es que trate de enamorarnos cada semana, ni falta que le hace, porque sea como sea críticos y tuiteros y demás comentaristas igualmente analizan semanalmente cada personaje, idea y detalle aunque algunos de ellos a veces estén tratados de forma algo tosca y cada temporada incluya varios episodios de relleno, y algunos de los candidatos al trono de Poniente sean incapaces de cambiar el rictus.

A tan solo unas horas de que la séptima temporada vea la luz, internet se ha llenado de predicciones sobre qué pasará en ella. Sucede cada año, pero esta vez hay una diferencia: muchas de esas predicciones posiblemente resultarán ser ciertas. Ver «Juego de tronos» seguirá siendo una experiencia gozosa, cómo no, pero ya no sentiremos el tipo de dolor que causan un par de costillas rotas por no saber qué pasará en el próximo episodio.

Es curioso: fue justo a partir de la sexta temporada, cuando la serie finalmente se desvinculó de «Una canción de hielo y fuego» –la saga literaria de George R.R. Martin que la inspiró y hasta entonces dictaba casi cada sorpresa narrativa y hasta sustanciales porciones de diálogo–, que «Juego de tronos» perdió su capacidad de sorpresa. En parte, es cierto, era inevitable. Tras tantas muertes en los Siete Reinos, la ficción se ha ido quedando con solo unos pocos personajes principales –Daenerys Targaryen, Jon Nieve, los hermanos Lannister y los Stark que quedan–, de manera que es más fácil predecir qué les pasará.

Sin embargo, ha llegado a un punto en el que ya no tiene que desarrollar personajes ni pasar tiempo dándonos explicaciones y, por tanto, podría haberse soltado el pelo y ofrecernos sorpresas increíbles. Este, en otras palabras, debería ser el momento más excitante para ser fan de la serie. En la sexta temporada, en cambio, casi cada nuevo elemento argumental pareció funcionar a modo de trámite y ser otro paso más en el camino hacia el final que quien más quien menos espera.

Dicho de otro modo, los productores y guionistas David Benioff y D.B. Weiss parecen haber decidido que la narrativa vaya adonde las teorías de los fans esperan que vaya. Y eso resultará satisfactorio para mucha gente, pero hubo un tiempo en el que «Juego de tronos» no iba de eso. Iba de subvertir convenciones narrativas, matando al héroe Ned Stark a las primeras de cambio y a toda una serie de personajes relevantes de un plumazo en la Boda Roja, juntando personajes solo para separarlos, haciendo que cada vez que los héroes ganaran una batalla perdieran la guerra. Pero la sexta temporada fue distinta. Esta vez los héroes fueron ganando una y otra vez.

Sería un giro abracadabrante y precioso, por ejemplo, que en esta nueva temporada la gran heroína Daenerys acabara convertida en la villana del relato. Pero eso no va a pasar. «Juego de Tronos» ya no es así. En los nuevos episodios habrá muchas escenas de zombies y dragones, que son muy vistosas y tal pero, ¿veremos otro momento como el asesinato de Joffrey? ¿Volverá la serie a violar la ley narrativa vigente como solía? No, eso no. Pero no pasa nada. A los amigos se les perdona todo.