Cataluña

Cristina Narbona: «No he traicionado a Zapatero»

Ha cruzado la «antipuerta giratoria» para presidir el PSOE, un partido al que se afilió cuando Aznar la tentó para entrar en su Gobierno. Aunque «no tenía la menor intención de ser ministra», lo fue de Medio Ambiente y en este ámbito ha «cambiado el mundo»

Cristina Narbona
Cristina Narbonalarazon

Ha cruzado la «antipuerta giratoria» para presidir el PSOE, un partido al que se afilió cuando Aznar la tentó para entrar en su Gobierno. La ex ministra de Medio Ambiente asegura que a Susana Díaz «no se le ha pasado el arroz, tiene que llegar al postre».

Volver a la primera línea –de fuego– no estaba en sus planes y lo hace en plena postguerra interna de un PSOE en reconstrucción. Alaba la resiliencia de Pedro Sánchez tras el «Fukushima» que supuso el Comité Federal en el que anunció su dimisión. La política –dice– es una profesión de alto riesgo en la que hubiera perecido de no haberse construido una coraza.

–¿Cristina Narbona piensa en verde?

–En rojiverde, en socialismo y ecología.

–¿Es más política, economista o profesora?

–Los tres perfiles se han complementado siempre a lo largo de mi vida, porque he hecho política con un componente muy importante de economía y porque el dar clases en la Universidad de Sevilla me ha enseñado algo clave en política: intentar explicar y comunicar lo que se hace.

–¿Qué le han enseñado a usted sus alumnos?

–Que siempre hay que ponerse en el lugar de la persona que te escucha.

–El semanario «Time» la incluyó en 2008 entre los «héroes» que estaban cambiando el mundo en materia de medio ambiente... ¿Da vértigo eso de ser una heroína que salva el mundo?

–Me sorprendió mucho, porque ni siquiera conocía a la persona que había escrito el artículo desde España. Lo más divertido es que esa revista salió a la venta el mismo día que en el Jardín Botánico me estaban haciendo un homenaje por mi trayectoria en el Ministerio de Medio Ambiente. Nadie se creía que aquello era casual, pensaban que yo había preparado de alguna manera una circunstancia a la que era completamente ajena.

–¿Dejar el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) para volver al PSOE es la «antipuerta giratoria» de la política?

–El tiempo que he estado en el CSN me he centrado en esa labor, pero he seguido colaborando de forma marginal con el debate interno del PSOE. Nunca he dejado la militancia socialista y de hecho comencé a apoyar a Pedro Sánchez estando todavía en el CSN porque nada lo impedía. Ahora, volver a estar en la primera línea política no estaba entre mis previsiones, ha sido fruto de la respuesta que Pedro Sánchez ha tenido respecto de los temas que a mi me preocupan.

–También dijo: «No tengo el menor deseo de ser ministra» y seis años después entró en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero... ¿Nunca digas nunca?

–Nunca digas nunca. Zapatero fue muy eficaz al darme no solo la responsabilidad de ser ministra de Medio Ambiente, sino también permitirme algo que muy pocos ministros disfrutan, que es hacer el equipo con las personas que yo quería.

–¿A quién le diría «sí es sí»?

–Le he dicho «sí es sí» a Pedro Sánchez hace nada, ese ha sido mi último «sí».

–¿Caminar de la mano de Pedro Sánchez es serle «infiel» a Zapatero?

–Yo no veo que entrar en el equipo de Pedro sea serle infiel. Tengo mucho cariño y respeto por Zapatero, pero eso no significa que estuviera de acuerdo con todas y cada una de las decisiones que tomó en su segundo mandato. La lealtad y el cariño no significan coincidencia total. Hemos hablado en los últimos días y tenemos pendiente tomarnos un café relajadamente.

–Se afilió al PSOE con 42 años. ¿Vocación tardía?

–Llevaba desde 1982 en política sin que nadie me hubiera pedido nunca que me afiliara y la razón de hacerlo surgió en el 93 en la víspera de las elecciones generales. Recibí una oferta clarísima del PP, al que todo el mundo daba como ganador, que quería contar en su futuro Gobierno con personas independientes y con una trayectoria profesional solvente. Tuve la ocasión, entonces, de decirle a la persona que actuaba como intermediaria para el fichaje: «No soy independiente, aunque no tenga carné, pero es más, mañana mismo me afilio al PSOE».

–¿Una experta en medio ambiente piensa en reciclarse?

–Me reciclo casi todos los días. Soy muy autocrítica, reviso mucho las cosas que hago y cómo las hago y de vez en cuando también cambio de opinión.

–Si no hubiera sido política, ¿dónde estaría hoy Cristina Narbona?

–Seguiría en la Universidad, aunque de pequeña decía que quería ser titiritera. Porque tiene un componente de viajar por el mundo, algo que he conseguido, y contando historias, que es algo que cuando se está en política efectivamente tienes que aprender a explicar lo que haces. He cumplido mi vocación.

–¿Lo de viajar y contar historias le viene de ser hija de corresponsales?

–Escribir siempre me ha gustado mucho, incluso estuve pensando durante una época de mi primera juventud en ser periodista, pero veía cómo mis padres tenían una exigencia tremenda de horarios para entregar las crónicas y les veía muy constreñidos a la hora de escribir, porque en media hora tenía que estar, y yo decía: ¡Que espanto, te agobia tanta presión!

–Durante esa época vivió doce años en Roma, ¿a qué político le probaría metiendo su mano en la Bocca della Verità?

–A Mariano Rajoy quizá no le vendría mal...

–Como aficionada a la cocina, ¿a qué sabe el nuevo PSOE?

–Sabe a cocina de fusión. Integramos a personas con una trayectoria muy importante, sensibilidades diferentes dentro del socialismo e intentamos representar al PSOE en todos los territorios de España.

–Hablando de integración territorial y sin salir de los fogones, ¿se le ha pasado el arroz a Susana Díaz en la política nacional?

–No se le ha pasado el arroz, Susana todavía tiene que llegar al postre.

–¿Se ha quedado vieja la nueva política?

–En algunas cuestiones creo que sí, quienes representan la nueva política han quemado muy rápido algunas etapas. Quizá eso explica que en estos momentos haya personas que votaron a Podemos que están volviendo al PSOE porque no han encontrado en ellos esa novedad que buscaban.

–En este nuevo tiempo político basta un tuit para desatar la polémica... ¿Se arrepiente de haber anunciado así la oposición del PSOE al CETA?

–Anunciado estaba, porque Pedro Sánchez durante su campaña se había reunido con distintos colectivos para anunciar que no apoyaría el CETA y en el documento que aprobamos en el Congreso desapareció el párrafo donde la gestora había incluido un apoyo total al tratado y se sustituyó por la defensa de una globalización con más reglas. Mi tuit quiso refrendar que estábamos en una posición diferente. Dicho esto, lamento y no me importa pedir disculpas a los compañeros del grupo socialista europeo, particularmente, porque no nos había dado suficiente tiempo para que todo el mundo tuviera muy claras las razones por las que cambiábamos de posición. A veces hay que saber pedir perdón a quienes hayan podido sentirse desconcertados.

–¿El Comité Federal del 1 de octubre –en el que dimitió Pedro Sánchez– fue el «Fukushima» del PSOE?

–Es una buena definición. Sí, el Comité Federal fue un «Fukushima», fue una explosión tremenda aquello.

–¿Es el PSOE un partido partido?

–No, el PSOE es un partido en fase de reconstrucción, que es distinto que un partido partido.

–Después de los excelentes datos del CIS, ¿es Pedro Sánchez «El Renacido»?

–Pedro Sánchez ha demostrado una cualidad fundamental en política, que es no solo resistir sino reaccionar. Eso se llama resiliencia. Pedro es resiliente a tope y en política eso es muy importante, porque esta es una profesión de alto riesgo. En mi caso, si no me hubiera construido una coraza en lo personal, habría perecido hace mucho tiempo.

–¿Son suficientes 100 días de gracia para una nueva dirección?

–Creo que no se nos han dado 100 días de gracia. Desde los medios de comunicación y desde algunas instancias internas ha habido mucho menos de 100 días de expectativa, pero no pasa nada. La vida va muy deprisa.

–¿Hay en el PSOE quien todavía le canta a Pedro Sánchez eso de «Cómo te atreves a volver?»?

–(Risas). Todo el mundo es libre de cantar la canción que más le guste...

–Ahora que tiene unas cuotas de poder inimaginables para sus predecesores, ¿Sánchez es más secretario o general?

–Es líder, que es una palabra que tiene un significado muy profundo, significa alguien en quien confía mucha gente y que tiene que mirar más allá del inmediato presente.

–Ha ido por Almería en las listas del PSOE. ¿Cómo se le queda el cuerpo cuando ve El Algarrobico?

–Estoy deseando verlo desaparecer en algún momento.

–¿Qué piensa su vecina de al lado del desafío soberanista?

–A la mayoría de las personas con las que hablo les preocupa mucho más la corrupción, la precariedad o la falta de expectativas para los jóvenes que el desafío soberanista. Esa es mi experiencia diaria. Es verdad que cuando voy a Cataluña, que voy mucho, allí sí que siento que en los últimos años ha aumentado la temperatura ambiente, la tensión y el número de personas que cree que el resto de España no trata bien a Cataluña. Por eso creo que además de aplicar la ley con mesura y proporcionalidad, tenemos que tomar iniciativas políticas.

–Si las urnas no son legales, ¿qué son?

–Si las urnas no son legales, eso no sería un referéndum, sería un puro recuento.

–Dice Donald Trump que el cambio climático es un cuento chino...

–Me parece de una enorme irresponsabilidad e ignorancia.