Francia

Los nuevos mártires

«La grandeza se demuestra con humildad y proximidad con los que te admiran»

Con mi amiga brasileña, Ella
Con mi amiga brasileña, Ellalarazon

Me niego a seguir hablando de acuerdos y pactos y de tanto papanatismo que aborrezco. Ya he dicho todo lo que pienso de estos políticos incapaces y que tanto daño están haciendo a España, ajenos al enorme problema y tragedia que amenaza a Europa. Recién llegada de Francia he sentido un país herido y triste, pero no asustado. Unido ante ese terrorismo que nos deja atónitos y que es capaz de cotas inimaginables profanando una Iglesia, la católica, al degollar a un sacerdote que estaba celebrando la misa; un cura de avanzada edad que nunca quiso jubilarse. En esta ocasión, no sólo se atacan la libertad y los valores del mundo libre, sino la fe cristiana. Ya nadie habla de tolerancia ni de conciliación en Francia. Las espadas están en alto y los franceses más unidos que nunca. Todos pensamos que a nosotros no nos podía tocar, pero ya no es una cuestión de ser periodista en «Charlie-Hebdo» o un castigo a los idólatras del rock en Bataclan. Del camión de Niza ya nadie se salvan, ni de los ametrallamientos en terrazas ni de las bombas en el fútbol. Nos ha tocado vivir unos tiempos en los que un sacerdote francés de provincias muere por martirio. No en las misiones sino en su misma parroquia, arrodillado, degollado. Grabado ante los ojos de Dios.

Aparentemente St.Tropez se regocija en su tranquilidad y belleza ajeno a la maldad. Las terrazas repletas de gente sonriente y disfrutando al contemplar el trasiego de personas que suben y bajan de fantásticos barcos en los que, sin duda, en ese desfile, los italianos son los ganadores en estilismos y moda. Con mis amigos sentados en el «Sénéquier», punto de encuentro de lo más «cool» de St.Tropez, jugábamos a adivinar nacionalidades de la «fauna» que se movía por allí y acertábamos bastante. De repente apareció Karl Lagerfeld, con un hombre espectacular que no sabíamos si era su novio o su guardaespaldas. Cruzó todo el café en plan «aquí estoy yo», el más estrafalario y snob... sentándose al fondo y tapándose la cara con un periódico cada vez que alguien se acercaba a saludarle, encargando a su «amigo» que los alejase con malos modos de su vista. Me pareció insoportable e incoherente porque si no quieres que nadie te moleste no entres en plan divo en un lugar tan concurrido, donde todo el mundo va a ver y ser visto. En ese momento juré no volver a pisar Chanel hasta que este señor deje de ser su máximo representante. Menos mal que el enfado se me pasó ayer en cuanto vi el escaparate con las nuevas tendencias de la Casa, en su maravillosa tienda de Madrid. Volví a caer en la tentación de la que ya creía sentirme liberada. Qué diferencia con Bono de U2, adorable en el Club 55 haciéndose fotos con todos los que se lo pedían, incluso cantando una canción para un niño con la mayor naturalidad; de la misma forma que Leonardo DiCaprio, almorzando en otra mesa con una bellísima mujer y siendo amable con todos. Cuanto más importante y famoso es alguien demuestra su grandeza en la humildad y la proximidad a los que se les acercan con admiración. La imagen de Lagerfeld se me cayó esa tarde para siempre. Otros de los muchos famosos a los que vi fueron Michael Douglas y Catherine Zeta Jones. Él me pareció muy atractivo, a pesar de no ser ya un yogurín. Ella me desilusionó por su falta de estilo. También apareció por allí Naomi Campbell, divina con un vestido largo de crochet. Hoy como verán me ha dado la vena cotilla, pero estamos en vacaciones y me gusta jugar con la frivolidad y contarles lo que veo durante mis viajes. Esta crónica no empezó muy alegre pero les deseo unas vacaciones de armonía y descanso con la dosis necesaria de diversión. Y ya estamos tocando agosto, el mes que inauguro cumpliendo años. «Happy Time».

Otros de los muchos famosos a los que vi fueron Michael Douglas y Catherine Zeta Jones. Él me pareció muy atractivo, a pesar de no ser ya un yogurín. Ella me desilusionó por su falta de estilo. También apareció por allí Naomi Campbell, divina con un vestido largo de crochet. Hoy como verán me ha dado la vena cotilla, pero estamos en vacaciones y me gusta jugar con la frivolidad y contarles lo que veo durante mis viajes. Esta crónica no empezó muy alegre pero les deseo unas vacaciones de armonía y descanso con la dosis necesaria de diversión. Y ya estamos tocando agosto, el mes que inauguro cumpliendo años. «Happy Time».