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Moda de autor: el nuevo lujo

Algunas de las agujas más prestigiosas de nuestro país debaten en LA RAZÓN sobre el panorama actual de la moda nacional y sobre el valor que en los últimos tiempos han adquirido las pasarelas.

En el sentido de las agujas del reloj, Amparo Chordá, Pablo Prieto, Isabel Núñez, Clara Courel, Miguel Marinero, Isabel Abdo, Hannibal Laguna y Berta Martín, asistentes a la mesa redonda en LA RAZÓN
En el sentido de las agujas del reloj, Amparo Chordá, Pablo Prieto, Isabel Núñez, Clara Courel, Miguel Marinero, Isabel Abdo, Hannibal Laguna y Berta Martín, asistentes a la mesa redonda en LA RAZÓNlarazon

Algunas de las agujas más prestigiosas de nuestro país debaten en LA RAZÓN sobre el panorama actual de la moda nacional y sobre el valor que en los últimos tiempos han adquirido las pasarelas.

«Por fin, podemos afirmar que la moda española goza de buena salud», así de optimista se mostraba al hablar de la industria textil en nuestro país la periodista experta en moda, Clara Courel, encargada de moderar la mesa redonda que, bajo el título de «El nuevo lujo», se celebró ayer en la sede de La RAZÓN. A la cita asistieron los diseñadores Hannibal Laguna, el peletero Miguel Marinero, Isabel Núñez de la firma INuñez, Berta Martín, diseñadora y propietaria de Poète, la creadora valenciana Amparo Chordá y Pablo Prieto, coordinador del Grado de Diseño y Gestión de Moda de la Universidad Rey Juan Carlos. El encuentro servía además de antesala a la VIII edición de la Pasarela de Moda LA RAZÓN que hoy se celebra en la Real Fábrica de Tapices de Madrid, a las 20 horas, y en la que los diseñadores presentarán sus propuestas. Unas colecciones que, como marca la tendencia actual en las pasarelas, ya se pueden adquirir en tienda. Un desfile cuya organización agradecieron todos los participantes a la mesa redonda a la responsable, Isabel Abdo, quien destacó el especial interés del diario LA RAZÓN en «apoyar y apostar por la moda que se hace en nuestro país».

«La Marca España vive su momento más dulce como sinónimo de calidad», destacó Hannibal Laguna. Y no sólo eso, todos coinciden en que la moda vive un momento de despegue en el que nuestra marca es tendencia en todos los ámbitos y no sólo en el de creación de tendencia. «Moda es todo», asegura Laguna, uno de nuestros diseñadores con mayor proyección internacional, haciendo hincapié en la importancia de que esta industria «se entienda como los creadores la vemos. Es fundamental difundir una industria que forma parte importante del PIB y que defiende no sólo el trabajo artesanal, sino la geolocalización de zonas donde la industria de la moda se desarrolla».

«Cada uno tenemos nuestra particular manera de entender la industria. Personalmente, echo en falta una unión más estrecha y compacta entre los creadores, que permitiría ampliar nuestro éxito y nuestra expansión a nivel internacional», afirma Amparo Chordá. «La nuestra es una industria muy rentable y más en España por la calidad de sus materiales», matiza la modista valenciana, que destaca cómo las grandes firmas internacionales de zapatos y bolsos tienen sus fábricas en su comunidad.

Por su parte, el peletero Miguel Marinero aprovechó para hacer un llamamiento para recibir ayuda económica, «sin la cual es imposible competir fuera de nuestras fronteras». «Representamos una industria que aporta mucha mano de obra», afirmó. Marinero, además de llevar más de 40 años marcando tendencia en la moda con las pieles, se ha embarcado recientemente junto a su hijo Nicolás en su primera colección de textil bajo la marca Social Club MM.

Diseñadores y gestores

La formación universitaria en moda es muy reciente. Acostumbrados a la formación de diseñadores en escuelas superiores de Moda, la alternativa la ofrece la Universidad Rey Juan Carlos, con un Grado de Diseño y Gestión en el que «el objetivo es formar a profesionales y si tenemos un genio intentaremos no cargárnoslo», apuntó con humor Pablo Prieto, coordinador de este grado. En este punto, todos los creadores coinciden en la importancia de la formación no sólo a nivel técnico, sino a nivel de gestión. «Llega un punto en el que todos, de diseñadores, nos convertimos en empresarios y tenemos que hacer números», apunta Isabel Núñez y es importante, añade Berta Martín, «tener conocimientos de gestión de empresa. Aunque a todos los que estamos aquí nos une vender vestidos, su creación, diseño y fabricación, al final, esto es una empresa de cuya gestión también nos encargamos». En este sentido, Marinero es claro, «es fundamental que desde el ámbito universitario se apueste por el talento, por la personalidad propia de cada uno, que cada puntada se convierta en arte. Por eso creo fundamental que las escuelas superiores de moda o las universidades se rodeen de expertos que puedan formar a los mejores profesionales».

Un gran dilema que se plantea la industria de la moda es cómo llegan ahora los veteranos diseñadores al público joven y los más jóvenes a la clienta madura. En este sentido, Isabel Núñez asegura que «es difícil hacerse valer». «La gente mayor busca diseño de la mano de la veteranía, pero muchas veces buscan en los diseñadores jóvenes la experiencia que aporta una visión más actual y, sobre todo, sentirse jóvenes, con propuestas más actuales».

Con respecto a lo que marca la diferencia en el diseño de autor, todos coinciden en que conlleva un proceso más personal, pensando en el producto final; un trabajo de creación, innovador, y más íntimo tanto por la calidad como por la dedicación. «Apostar por la moda de autor requiere valorar el proceso de esa prenda hasta que llega al armario del cliente, probablemente, por eso, sean productos que perviven temporada tras temporada, mucho más que un producto de moda», asegura Laguna.

«La moda es pasajera y, muchas veces, su precio bajo hace que al consumidor no le cueste mucho desprenderse de una prenda. Es lo que diferencia al comprador de diseño de autor y su trabajo limitado y personalizado», afirma Courel. Los objetivos entre el diseño de autor y el comercial son muy distintos, como lo son el proceso de fabricación de una prenda y su producto final. El primero más orientado al proceso de diseño y de creación, –«cada puntada debe convertirse en arte», apunta Miguel Marinero–, mientras que el segundo tiene un objetivo fundamental que es el puramente económico.