Galicia

Morder la mano que da de comer

Me he dejado llevar por el «dolce far niente» de un almuerzo al lado del mar con mi amiga Maite Atmella y Carlos Martorell

Carmen Lomana, con un vestido de Yves Saint Laurent
Carmen Lomana, con un vestido de Yves Saint Laurentlarazon

Como la vida es múltiple y variada y me encantan las islas, he pasado de estar en «la pérfida Albión» al maravilloso sol de Ibiza, donde acabo de llegar agobiada por escribir esta crónica a tiempo.

Como la vida es múltiple y variada y me encantan las islas, he pasado de estar en «la pérfida Albión» al maravilloso sol de Ibiza, donde acabo de llegar agobiada por escribir esta crónica a tiempo. Me he dejado llevar por el «dolce far niente» de un almuerzo al lado del mar con mi amiga Maite Atmella y Carlos Martorell; la charla de sobremesa era difícil de abandonar por lo agradable de la compañía, pero no puedo faltar a mi cita con ustedes por nada del mundo. Muchos eventos han ocurrido esta semana en Madrid. Da igual la temporada del año, mi ciudad no para. Es más, personalmente me produce estrés el cúmulo de cosas interesantes que se dan cita en ella. Pero de lo que quería era hablarles de otra cosa que me ronda desde hace tiempo la cabeza y demuestra una vez más lo difícil que es gestionar el tejido social en España. Hagas lo que hagas siempre te van a criticar en un cóctel de mezquindad, envidia e idiotez incubado y enquistado en nuestro país.

Hay un español del que soy fan absoluta: Amancio Ortega. Hecho a sí mismo, empezó vendiendo camisas en una tienda de Coruña. Un leonés del Bierzo, según cuentan en su biografía, que llegó a Galicia en busca de trabajo siendo muy joven porque un día fue con su madre a la tienda del pueblo y escuchó cómo le negaban más crédito y ella se marchó llorando. Entonces decidió buscar fortuna para sacarla de esa precariedad.

Don Amancio Ortega ha creado la mayor empresa de moda del mundo y, además, la ha democratizado. Nos hizo a todos modernos a precios asequibles, nos abrió la puerta del último estilo, pero, sobre todo, creó bastantes empleos y un oasis de prosperidad en su empresa, donde les puedo asegurar que el noventa por ciento de sus empleados lo adoran y respetan. Un gran empresario que hoy tiene 81 años y que nos enseñó algo que algunos todavía no han pillado: los empresarios son los que crean empleo, y si además son creativos, mejoran la vida de la gente. Sin embargo, es criticado; a eso me refiero cuando les hablo de lo difícil e injusta que es España, a diferencia de lo que ocurre en el mundo anglosajón, donde la filantropía es casi obligada por parte de los que han hecho fortuna.

Amancio Ortega, que por talante personal es alérgico a llamar la atención, donó enormes cantidades a Cáritas en plena crisis cuando la organización sostuvo a familias que no tenían ni para comer. El pasado marzo entregó a la Sanidad Pública 320 millones de euros para equipos oncológicos que salvarán la vida a muchísimos enfermos. También levantó en su ciudad un asilo para ancianos. Pues bien: el podemismo y otros nacionalistas del mismo «pelaje» lo están despellejando por su donación, ya que entienden que toda atención social debe provenir del Estado. Supongo que si llegasen a gobernar se cepillarían al instante a Cáritas, los bancos de alimentos, las cocinas económicas, los programas sociales de bancos como La Caixa, hogares para niños del padre Ángel y hasta la fundación para preservar al lince hispánico o el quebrantahuesos porque, según ellos, nada puede quedar en manos de la sociedad civil, no vaya a ser demasiado libre y les dé por pensar. Don Amancio debe estar flipando y yo, también.

Y como no quiero ponerme criticona, el jueves hubo un precioso homenaje en este diario a las mujeres congresistas en las primeras Cortes constituyentes. Todas lograron emocionarnos con su lucha y trayectoria impecables. Muchos jóvenes no saben lo que costó organizar un país no acostumbrado a la democracia, el trabajo a veces incomprendido y la generosidad de todos para olvidar y emprender el proyecto de un nuevo país sin rencores, olvidando esa cantinela de las dos Españas. Magnífica la intervención de la presidenta del Congreso, Ana Pastor. Dijo algo muy cierto: la libertad de la mujer viene dada por la cultura y su independencia económica. Verdad verdadera.