Sevilla

Ciclogénesis explosiva con nombre

Ciclogénesis explosiva con nombre
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De cara al domingo, día muy apropiado para leer a fondo todo lo que las revistas de la semana han mostrado, tengo que aclararles en primer lugar el titular. Mi amiga Marilí tiene un especial don para leer entre líneas, por eso cuando leyó que a partir de este diciembre los temporales de gran nivel, las llamadas ciclogénesis explosivas, tendrían nombre –para no ser menos que los grandes huracanes del Caribe, así que por primera vez tuvimos temporal llamado «Ana»– mi amiga no tuvo dudas: el nombre elegido era un regalo de bodas para Ana Boyer. Le contesté que la ciclogénesis explosiva, según ella, tenía nombre y apellidos. Pero vamos a lo que importa, lo que media humanidad estaba esperando, la boda de Ana Boyer. Porque siendo un poco desagradable con el novio, que tiene su categoría como deportista e incluso como personaje, hay que reconocer que ésta es la boda de una princesa Preysler. Por tanto, la rigurosa exclusiva la tiene «¡Hola!», que dedica portada absoluta y cincuenta páginas, incluyendo en la cifra algunas de publicidad de empresas muy afines como Porcelanosa. Dicho esto, les confesaré que a pesar de mi devoción por Isabel Preysler y su dinastía, a mí la boda me ha dejado hecho un témpano de la parte más fría del polo norte. Tal es mi decepción que me encuentro como si me hubiesen echado una ración de vinagre en una herida.

Posiblemente, mamá Isabel en esta ocasión no ha tenido ni voz ni voto, y así ha ido el espectáculo. Personalmente, a mí me ha parecido una telenovela mexicana de gran presupuesto. Empecemos con el decorado: la sin duda paradisíaca isla no aparece como tal en las infinitas fotos. La novia, de gran belleza, no aparece en su mejor día; el traje es espectacular, pero parece más para una estrella americana tipo Jennifer López. El novio, un hombre atractivo, va con un traje con un color beige que no pega con el de la novia. Para colmo, con camisa blanca, que con el vainilla del traje queda fatal. El padrino, Julio José Iglesias, va con un traje azul, con corbata celeste, e igualmente hace Mario Vargas Llosa. Los amigos íntimos, incluido el tenista Feliciano López, llevaban blazer azul con pantalón claro. En general, correctos. El novio iba vestido de dueño de una hacienda de café. Isabel Preysler, bello traje, pero que no le hacía lucir como es habitual, posiblemente sea porque no sé si por la emoción o por otra causa, tiene una cara incluso cuando ríe que parece una dolorosa en Viernes Santo. Pero ya se sabe que las apariencias engañan y es muy posible que detrás de este desastre, según mi versión, todo sea felicidad.

El viaje de las Campos por tierras americanas es el más publicitado de la historia después del que realizó un tal Cristóbal Colón por aquel continente. Por cierto, desmentir a una compañera de profesión, y como es lógico enemiga de Teresa y sus turbulentas hijas: no es cierto que la reina del clan Campos acompañara al almirante en ninguna de las travesías. En las publicaciones rosas y en los programas televisivos del corazón y otras viseras de primer orden salta muy a menudo Froilán, el hijo de la infanta Elena: porque si sale, porque no entra, porque ha tenido algún altercado en una discoteca... Vamos, lo que les suele pasar a la mayoría de los chicos de su edad, que les gusta divertirse, tomarse una copa y tratar de ligar con una chica. Todavía cuando se cuenta como una anécdota, dado quien es en el terreno mediático, lo encuentro normal, pero cuando se le quiere presentar casi como un peligro para la monarquía me parece indecente.

El domingo, aparte de leer las revistas, compre los periódicos y disfrútelos, pero sobre todo, en algún momento, encomiéndese a su santo preferido para que el día 21 no toque la pedrea en Cataluña y aunque no sea el gordo, al menos un premio pequeño nos favorezca, porque de no ser así , no vamos a poder disfrutar el 22 ni con el gordo en la mano.